Fic, ''Los días en la organización; El error de Sherry'' by: 4869APTX (+18)

Shiho abrió los ojos al escuchar como un coche en el exterior tocaba el claxon mientras conducía a gran velocidad bajo la lluvia que caía en Beika. Levantó la cara que tenía apoyada en sus manos y miró a su alrededor.

Se encontraba en el laboratorio de la organización, al parecer se había quedado dormida mientras apuntaba sus experimentos en su ordenador… la chica suspiró mirando el pequeño reloj de su muñeca.

<<¿Las dos de la madrugada? >> pensó sorprendida, poniéndose de pie para quitarse la bata y dejarla en el asiento.

El laboratorio estaba en sumo silencio al parecer ninguno de los científicos tuvo el valor de despertarla pero aún así le dejaron las luces de la sala encendidas y la puerta abierta, Shiho lo agradeció en parte mientras cogía sus objetos y el paraguas para salir de allí enseguida.
Cerró la puerta con llave, se abrochó su chaqueta y empezó a bajar las escaleras preparando el paraguas para abrirlo enseguida al salir para no mojarse. Era una noche no muy fría pero la humedad no lo mejoraba, Shiho empezó a caminar por aquellas calles silenciosas escondida en su paraguas negro. Tenía mucho en que pensar, en parte se alegraba de haberse dormido en la organización ya que así se había librado de ver a Gin al salir a su hora.

En otra parte la APTX no avanzaba… hiciese lo que hiciese se convertía en una droga letal y peligrosa para quien lo tomara, no podía saber en que fallaba ya que no dejaba marcas ni signos en el cuerpo… Shiho suspiró mientras veía como sus botas se mojaban con los charcos del suelo, como le gustaría ser libre.

Se escucharon unas risas muy por delante de Shiho, un grupo de chicos, al parecer borrachos se acercaban a ella.

–Vaya bombón… –sonrió uno de los chicos de cabello oscuro provocando que los demás rieran de coro.
–¡Madre mía! –contestó otro colocándose al lado de su compañero –. ¿Dónde vas a solas a estas horas? ¿Quieres un poco de fiesta?
Shiho dio un paso hacia atrás, no le gustaba nada el ambiente que se estaba creando…
–Eh, no te asustes –contestó el chico que parecía el líder del grupo –. No te haremos daño, somos profesionales –el grupo se volvió a reír como respuesta Shiho corrió sin pensárselo dos veces.

Comenzó a correr por las calles que había pasado antes, sabía que no podía huir ellos eran cinco y corrían más que ella, no había autos al que pedir ayuda. Shiho soltó el paraguas para que chocara con los chicos y tuviera un poco más de tiempo, lo único que logró fue que esa pandilla se enfadara más aún. Finalmente llegó a una calle sin salida, el cuerpo de Shiho respondió del terror con un escalofrió que congeló cada parte de su piel, mientras sus cabellos soltaba el agua de la lluvia.
Con el frío aún en el cuerpo y el labio temblando miró con desespero si hallaba alguna otra salida pero sintió como una mano agarraba con fuerza el hombro de Shiho para girarla con brusquedad, la habían atrapado…
–Por favor… –suplicó Shiho mientras uno de los chicos la agarraba por la espalda y otro abría con fuerza su abrigo ya empapado.
–Venga, si te vas a divertir –sonrió el joven mientras colocaba su mano en la cintura de la chica.
Shiho se horrorizó al ver que otro de los jóvenes llevaba una cámara para grabar la atrocidad que iban a hacer, para recordador con orgullo… la chica cerró los ojos mientras lloraba para intentar vivirlo menos posible, aunque sería imposible ignorar como aquellas manos tocaban su cuerpo como si fuera un objeto…

Se escuchó un disparo que asustó aquel grupo de hombres.
–Largaos –se escuchó una voz fría.
–¿De que vas tío? –preguntó el líder del grupo mientras los demás soltaban a la chica, para encararse a él.
Se volvió a escuchar otro disparo y esta vez respondió un gemido, al parecer hirió a uno de la banda. El grupo levantaron a su amigo herido y salieron de allí corriendo, en el fondo eran unos cobardes.
Shiho aún se encontraba sentada en el suelo bajo la lluvia con la cabeza agachada, estaba en estado de shock, nunca se había sentido tan desprotegida…

–¿Estás bien? –preguntó el hombre ofreciendo su mano para ayudarla.

Shiho levantó la vista.
–Gin… –respondió ella aguantándose las ganas de llorar.
–Vamonos de aquí –dijo mirando hacia otro lado mientras fumaba sin dejar de ofrecer su mano.

Después de aquel altercado ambos se dirigieron a su auto donde les esperaba Vodka que se hallaba vigilando el auto. Vodka ayudó a la chica a colocarse en el asiento de atrás.

–Gracias… –murmuró Shiho para romper el silenció que había en el porsche de Gin.
–Has tenido suerte de que Gin pasaba por aquí, cerca del laboratorio de la organización, al enterarse de que no habías llegado a casa –explicó Vodka sonriendo, mirando a la chica desde su espejo retrovisor provocando que Shiho sonriera avergonzada y agachara la cabeza para no mirar ninguno de los dos hombres… ¿Tan vigilada estaba?

Apretó sus manos en su falda aún empapada, no tenía que llorar ya había pasado todo, respiró profundamente mientras escuchaba como Gin y Vodka conversaban entre ellos sobre temas de la organización.
–Vodka necesito que acabes el soborno con el empresario de la empresa informática.
–¿Ahora?
–Sí, quedé con él hace unos minutos, pero tengo que llevar a esta mujer a su hogar –explicó Gin sin dejar de mirar fríamente la carretera –. El líder no debe de enterarse de lo que acaba de ocurrir, así que ni se te ocurra irte de la lengua Vodka…
Vodka asintió con la cabeza viendo como su superior iba parando su auto cerca de la acera.
–La maleta está en el maletero –explicó Gin mientras tecleaba algo en su móvil y Vodka salía del auto abriendo su paraguas para no mojarse –. Sherry siéntate delante –ordenó.
Vodka cogió la maleta del auto y cerró el maletero sin darle con demasiada fuerza mientras la mujer se colocaba en el asiento del copiloto, finalmente Gin arrancó de nuevo el auto.

Fue un viaje tranquilo, ningunos de los dos hablaron pero no había tensión en el ambiente. Sherry no miró en ningún momento a Gin, tenía el miedo aún metido en el cuerpo y tardaría en desaparecer… no deseaba que nadie viviera lo que había vivido ella esta noche.
Ella tampoco se lo explicaría a nadie, ni a su hermana… no quería que se asustara y sus ansias de sacarla de esa organización aumentara.
A los pocos minutos se hallaban cerca del bloque de pisos donde ella vivía… pero Shiho ya no aguanto más, poco a poco sintió como sus ojos se humedecían y su garganta se cerraba de la presión.

<<¿Por qué quiero llorar?, no debo…>> pensó la chica pero ya unas finas lágrimas caían lentamente por sus finas mejillas.

Gin aparcó cerca de la puerta del edificio, aunque Shiho no se dio cuenta al tener los ojos cerrados, llorando en silencio.
El hombre se acercó a ella mientras ponía su mano en su brazo, mirándola fijamente durante unos instantes, bajó más la mano y cogió con fuerza la mano de la chica que tenía libre, ya que con la otra secaba sus lágrimas, mientras acercaba su rostro al suyo.
Shiho abrió un poco sus ojos húmedos al sentir la calida mano de Gin, pero aún así no le miró sollozando un par de veces.
–Sherry… –murmuró Gin acariciando con su otra mano los labios de la chica, sin recibir ninguna respuesta, solo más lágrimas y sollozos.
Se acercó más a ella y juntó sus labios a los suyos, la chica cerró los ojos dejándose llevar por aquella extraña sensación. El silencio se apoderó del ambiente del porsche, Shiho sentía como los cabellos de Gin acariciaba su cara, eran tan suaves…

Gin se estrecho más a ella sin separarse de aquel beso mientras con una de sus manos rodeaba la cintura de la chica y la dirigía por dentro de su camisa. Shiho reaccionó enseguida abriendo sus ojos, apartándose rápidamente de él.
–Gracias por todo de verdad… –susurró Shiho cogiendo sus cosas para salir de ese auto lo más rápido posible. Sin mirar atrás entró en el edificio llegando a su apartamento en cuestión de segundos.
No dio ningún paso más, se sentó en el suelo apoyada en la puerta mientras colocaba sus dedos en sus labios…

<<Ese beso me ha quitado la tristeza y las ganas de llorar… >> Pensó Shiho sin poderse enfadar con Gin mientras escondía su cara entre sus rodillas… deseaba tanto ver a Akemi para sentirse segura… pero no podía desde que ocurrió aquello…

Aquello, fue una batalla entre dos organizaciones… y todo por el sucio dinero…

Akemi bajo las órdenes de la organización atracó a uno de los bancos más grandes de Japón, logrando el dinero fácilmente juntamente con otros miembros de la organización negra.
Lo que no sabían es que otra organización, enemiga, también planeaban atracarla pero llegaron demasiado tarde, tomándoselo como una guerra… Al día siguiente raptaron a Akemi y a Shiho que se encontraban en ese momento en su hogar. Ataron a Shiho mientras obligaban a Akemi a hablar, decirles donde estaba el dinero.
Pero ella no respondía ya que si hablaba y perdía el dinero la organización negra la mataría por traidora… finalmente cuando pensaban las dos hermanas que todo estaba perdido apareció Gin con Vodka y Vermouth salvándolas de la situación, desgraciadamente Shiho salió mal herida…


Pero por suerte todo volvió a la normalidad aunque Shiho tuvo que pasar unos días en el hospital donde su hermana le hacía compañía día y noche…
–Lo siento tanto –susurró Akemi por quinta vez sentada en la cama de Shiho.
–Tonta, si no hubiera estado ahí el disparo lo habrías recibido tú… además así me he quitado unos días de trabajo encima.
–¿Te van mal los experimentos?
–Sí… –asintió Shiho con la cabeza –. El fármaco que tengo que hacer acaba matando a todos los ratones de laboratorio…
–Pues examínalos para ver que ha fallado…
–Ese es el problema –negaba con la cabeza –. No deja signos ni síntomas… es un veneno totalmente transparente, parece que mueres de forma natural…
–Shiho estás creando algo peligroso…
–No te preocupes está cerrado en un lugar seguro, que yo solo conozco y solo hay una llave –sonrió Shiho mientras mostraba una cadena con una pequeña llave que llevaba como collar.

Akemi suspiró con la cabeza agachada, se notaba que se aguantaba las ganas de llorar.
–Shiho no se si te lo han explicado, pero por culpa de lo que ha pasado… me prohíben que este contigo…
Shiho se sorprendió.
–¡¿Porque?! ¡Hay muchas organizaciones enemigas es normal que me atacaran!
–Ya pero el problema es que atacaron por mi culpa… no quieren que estés en problemas de los trabajadores de bajo rango…
Las lágrimas salieron lentamente de los ojos de Akemi.
–Akemi…
–Hoy será la última vez que me veas… no podré acercarme a ti ya que nos pondrán extrema vigilancia a ambas… –intento sonreír mientras se quitaba las lagrimas con su mano –. Pero al menos me podrás llamar… podría haber sido peor –intentó sonreír.

Shiho abrazó a su hermana con cariño.
–Tonta… ya encontraremos alguna manera de vernos… Ya lo veras.
–No –negó con la cabeza –. Shiho hemos estado muchos años sin vernos y no quiero que mueras por mi culpa, aún estaré bien sabiendo que estás en Beika sana y salva…
–Pero…
–Te prometo que algún día saldremos de esta organización… –interrumpió su hermana levantándose para coger sus cosas –. Ya te llamaré por las noches.
Shiho sonrió tristemente, sabía que poco podía hacer.
–Esperaré con ansias esas llamadas –contestó viendo como su hermana abría la puerta de la habitación para salir.
–Shiho… –murmuró como si se recordara de algo y se giró mirándola seriamente.
–¿Sí?
–No te enamores de Gin, por favor, acabaras sufriendo –explicó sin rodeos Akemi –. Él no ama a nadie si no es por interés…
–¿A que viene eso? –preguntó Shiho confusa.
–Susurraste su nombre cuando te quedaste inconsciente…
–¿A sí? –murmuró Shiho avergonzada –. Sería cuando intentaba recordar su número de teléfono, además ¿Yo y Gin? Que ideas más raras tienes.
Akemi sonrió algo más tranquila.
–Cuídate Shiho…
–Ya lograré alguna manera de verte –sacó la lengua.
–No seas tonta.
Pero era verdad que sentía algo por él, desde que la salvó su manera de verle cambió completamente…

El despertador sonó despertando a Shiho, al parecer se había dormido apoyada en la puerta con la ropa aún empapada.

Un pequeño frasco de cristal cayó directamente hacia el suelo sin posibilidades de ser cogido en el último instante, aquel pequeño estruendo llamó la atención de los científicos que se hallaban en ese mismo laboratorio.

–¿Tengo que quedarme hasta tan tarde? –preguntó Shiho horrorizada mientras se agachaba para coger los restos del frasco, por suerte el recipiente estaba vacío.
–Sí, el jefe quiere que recuperes las horas que has perdido en el hospital –explicó uno de los científicos –. Vodka me pidió que te avisara.
–Yo…
–Venga, no te preocupes si no puedes avanzar por las noches pasas los apuntes al ordenador –animó el joven –. No estás sola en este experimento, nosotros avanzaremos por tí.
Sherry sonrió, al menos había buena gente en aquel lugar.
–Gracias, te lo agradezco.
El chico se alejó mientras Shiho dejaba la pequeña libreta donde había colocado los cristales encima de unas de las mesas blancas. En verdad no le preocupaba pasar más horas con el experimento del fármaco, el problema era el volver a sola a casa a esas horas…
Aún no se había recuperado de aquel susto por llamarlo de alguna manera, se sentía desprotegida y saber que tenía que volver sola sobre las cuatro de la madrugada a su apartamento le horrorizaba. Shiho negó con la cabeza no iba a volver a suceder…

–Sherry –se escuchó una voz detrás de la chica.
Shiho se giró, era el mismo científico de antes.
–¿Qué pasa?
–Te veo preocupada, ¿Quieres que pida que alguien te espere a la noche para no ir sola?
Shiho negó con la cabeza sonriendo.
–No te preocupes, estoy bien –mintió la chica.
–¿Seguro?
–¡Que sí! –bromeó Shiho mientras se dirigía al otro lado del laboratorio para continuar sus experimentos.
Todo el día ocurrió con normalidad;
Como siempre la droga falló matando a todos los ratones, la escondió en uno de los cajones ocultos del escritorio de Sherry. Apuntó los pocos errores que conocía en la computadora… continuó haciendo pruebas mientras sus compañeros se marchaban uno a uno, dejándola finalmente sola con el sonido del reloj que se encontraba en la pared avanzando sus agujas lentamente.

A las pocas horas Sherry se sentó encima de una de las mesas esperando que pasara los últimos cinco minutos para poder salir y ser libre mientras movía las piernas a causa de los nervios.
<< Parezco tonta, solo pasó una vez y no ocurrió nada… ¿Por qué tanto miedo?>> Pensó la chica en parte para animarse, cogiendo finalmente sus cosas y saliendo de allí sin pensárselo dos veces.

En el exterior hacía bastante frío, como aquella noche pero sin lluvia… Shiho cerró los ojos y aquella imagen volvió a su cabeza, se abrazó a si misma sintiendo aquella desagradable sensación de varias manos tocándola provocándole un escalofrío, deseaba tanto olvidarlo…
Empezó a caminar por las oscuras y solitarias calles de Beika, todo estaba en calma pero había un problema que no animaba demasiado a Shiho.
Se sentía totalmente observada, una extraña sensación se clavaba en su espalda girándose al instante mientras respiraba profundamente, pero no había nadie detrás de ella…
<<Esto me pasa por pensar demasiado sobre el tema… >> pensó Shiho mientras volvía a caminar alegrándose al ver que llegaba a una de las calles más concurridas de Beika y aún había bastante gente. Llegó sana y salva a su apartamento, Shiho sonrió, estaba orgullosa de si misma por superar aquel miedo ella sola. El teléfono empezó a sonar.
–Hola Akemi… –saludó un poco cansada sabiendo que era ella.
–¿¿¡Se puede saber de donde vienes a estas horas!??
–Horas extras… –murmuró mientras se sentaba en su cama y se quitaba el calzado para estar más cómoda.

Mientras tanto, cerca de los laboratorios de la organización…
–¿Ves? –susurró una sombra sonriente –. Te dije que ahí trabajaba.
–Dejaremos que la chica se confíe –contestó otra sombra apoyada en una de las paredes de un edificio alejado.
–¿Por qué no la hemos seguido?
–Porque si la seguíamos teníamos el riesgo de encontrarle y él lleva arma, ella no.
–¿No deberíamos de dejarla en paz? –preguntó una tercera sombra.
–No, voy a vengarme de lo que le hizo ese cabrón a Hiroto –murmuró el que parecía líder del grupo recordando como Gin disparaba a su compañero y este no sobrevivía –. Además parece que al tío ese le interesa bastante la chica.

Los días fueron pasando y con ello la normalidad, como dicen, el tiempo lo cura todo. Las noches que Sherry tenía que volver a casa eran tranquilas y sin mal ambiente provocando que volviera la confianza en ella y disfrutara incluso del paseo nocturno… durante el día trabajaba con más tranquilidad, a parte de que no volvió a ver a Gin desde aquel incidente. Sabía que estaba en varias misiones importantes con Vodka y otros altos cargos, matando a traidores y sobornando a altos cargos de la sociedad.

Shiho cerró la puerta del laboratorio con llave, otro días más había acabado. Cada vez le quedaba menos horas extras que hacer. Bajó las escaleras con suma tranquilidad mientras guardaba las llaves en su bolso negro, al llegar a la calle sintió un extraño ambiente… El mismo que sintió cuando pensaba que era observada, a Sherry no le hizo mucha gracia, cuanto antes llegara a las calles más concurridas mejor, al doblar la esquina empezó a escuchar varios pasos detrás de ella.

Seguramente era su imaginación, comenzó a caminar más deprisa. Pero esos pasos también aceleraron a la misma velocidad que Shiho. Volvió a acelerar y esos pasos igual.
No era su imaginación la estaban siguiendo.
Se escucharon varias risas que la chica desgraciadamente conocía bastante bien. ¿Sabían donde trabaja?
El pánico que había desaparecido en aquellos días envolvió su cuerpo en cuestión de segundos, pero por suerte no se quedó paralizada si no que empezó a correr provocando que esos pasos también corrieran tras ella, la chica al cabo de unos minutos sentía como empezaba a cansarse… y esta vez si que estaba sola.
Chocó contra alguien provocando que cayera al suelo y que esos pasos, muy detrás de ella, cesaran.
–Shiho –murmuró Akemi sorprendida ayudando a levantarla y acercándola a su auto blanco –. ¿Por qué vienes corriendo?
Shiho abrazó a la chica que la había salvado sin parar de llorar, mientras su hermana la intentaba tranquilizar con una sonrisa y decirle que ya estaba a salvo. Cuando la chica se dio cuenta ya se hallaba en la habitación de su hermana, en su cama, y en el suelo sentada se encontraba Akemi sin soltarle en ningún momento la mano.
–Al final te dormiste –sacó la lengua Akemi mientras lo explicaba viendo como Shiho se incorporaba –. No quería despertarte ya que por fin habías parado de llorar.
–Lo siento –se disculpó shiho sin soltar la mano de su hermana –. Será mejor que me vaya, no es buena idea que nos veamos saltándonos la norma de la organización.
Akemi asintió con la cabeza.
–Tienes razón pero… no puedo dejarte ir así, ¿Me vas a explicar que ha pasado? –preguntó seriamente, sentándose a su lado –. Y no me vengas con el nada, porque estabas aterrorizada.
–Akemi –susurró, no quería explicarse ya que le asustaría…
–¿Es Gin?¿Te ha hecho algo?
Shiho negó con la cabeza.
–Todo lo contrario, él me ayudo… pero el problema no desaparece… –contestó Shiho notando como le volvían a saltar las lagrimas, ¿Por qué era todo tan complicado?
–Si me lo explicaras…
Shiho le explicó todo detalladamente, no podía más… no podía ocultar algo para ella sola, ya que le destruía. Akemi la abrazó al terminar la terrible historia.
–Claro que me tengo que preocupar… soy tu hermana… –murmuró –. Shiho aunque sé que no te gusta que te ayuden, tienes que explicárselo a alguien de la organización para que te ayude.
–¿Pero a quien? –preguntó sollozando.
–Si te da vergüenza contarlo a alguien pídeselo a quien ya sepa que ocurrió…
–Solo lo sabe Gin y Vodka –contestó Shiho de mala manera mientras se secaba las lágrimas.
Akemi suspiró.
–Pues contacta con él y explícaselo.
–¡No puedo! –medio gritó recordando aquel beso, ¿Cómo le iba a mirar a la cara?
–¿Porque? –preguntó, ya que esa parte la desconocía.
–Porque… no se donde está –mintió.
Akemi sonrió.
–Mañana seguramente estará por los laboratorios, lo escuché de un amigo, le dará órdenes desde allí para otra misión.
Shiho asintió la cabeza, solo para dejar el tema a un lado.
–¿Qué hacías tan tarde por la calle? –preguntó Shiho.
–Volvía de ver a Dai –sonrió aún más Akemi, tenía cara de enamorada.
–¿Tan cerca de los laboratorios?
Akemi movió los hombros.
–Le ví mientras conducía fue una casualidad.

Shiho aunque sé que no te gusta que te ayuden, tienes que explicárselo a alguien de la organización para que te ayude.

Ese fue el consejo de la persona que tenías más confianza Shiho. Tenía razón pero como ella dijo en su momento esa persona era Gin o Vodka, y seguramente Vodka no haría esa acción si no se lo confirmara otro alto cargo. Por descarte quedaba Gin… pero, ¿Cómo iba a acercarse a él después de aquello?

Shiho se tocó suavemente el labio, estúpido le había robado el primer beso…
–¡Sherry! –gritó el científico por tercera vez.
–Perdona… ¿Que decías? –preguntó amablemente Shiho volviendo a la realidad.
–Lo informes de la apoptixina…
–Vaya ¿Hoy es jueves? –preguntó mientras mentalmente recordaba la fecha de ese mismo día –. Ahora te lo doy –sonrió, aquel científico era tan amable con ella.
El científico dudó unos instantes.
–Es que… Gin quiere que esta vez se lo des tú...
–¿Por qué? –preguntó confusa y a la vez aterrada.
–Ni idea, pero están arriba con otros altos cargos –explicó mientras se alejaba, en su opinión pensaba que Sherry estaba metida en un lío.

Shiho se acercó a su escritorio para abrir uno de sus cajones generarles, de entre tantas carpetas escogió la más fina. Mientras subía las escaleras volvió el recuerdo de la situación del porsche… inconscientemente se tocó el labio.
Finalmente llegó al piso de arriba y como dijo su acompañante al fondo del pasillo se encontraban varios miembros del alto cargo y entre ellos estaba Gin que le daba en ese momento la espalda, escuchando la conversación.

Mediante iba avanzando escuchaba sobre que hablaban.
–Kir y Chianti están entrenándose para superar las 500 yardas –explicó uno de los hombres corpulentos con un traje negro –. Mientras tanto Calvados es nuestro mejor francotirador.
–Al parecer él esta interesado en Vermouth ¿No? –preguntó divertido otro hombre que Shiho si conocía, era Tequila.
–Si pero ella esta interesada en otro –se mofó un tercer hombre –. ¿No Gin?
Gin agachó la cara y cerró los ojos con una sonrisa, como si se mofara de la situación.
–Gin… –susurró Shiho al estar cerca del hombre, girándose él como respuesta.
–Vaya, ¿No es la segunda hija de Hell Angel? –preguntó Tequila algo interesado y mirando descaradamente de arriba para abajo a la joven –. ¿Cuándo llegó de América?
–Hace un par de meses se sacó la titulación –respondió Gin mirando fijamente el interior de la carpeta –. No he dicho en ningún momento que te vayas Sherry.
–Perdón…
Gin puso su mano encima del hombro de Shiho mientras leía los informes, finalmente la empujó suavemente alejándose del grupo de gente que volvían a conversar entre ellos.
–Te olvidaste de poner los gráficos.
Shiho se sorprendió cogiendo la carpeta.
–No puede ser… ¡Juraría que lo había puesto! –susurró mirando toda aquellas hojas, pero Gin tenía razón no estaban en ningún sitio, ¿El estrés estaba acabando con ella?
–Ya me lo darás mañana, sin ningún fallo Sherry.
Shiho agachó la vista.
–De acuerdo…
Gin empezó a alejarse de allí pero alguien le agarró del brazo impidiéndole avanzar ni un paso más, extrañado giró la vista para ver que sucedía.
–Espera… –empezó a decir Shiho avergonzada.
–¿Qué quieres?
–Yo…
–Tengo cosas importantes por hacer.
–Los chicos de aquella noche… –empezó a decir Shiho sin mirarle ni soltarle –. Me siguen todas las noches, no se como… pero han descubierto que trabajo aquí… Ayer me salvé de milagro… y seguramente esta noche no van a dejar que huya
Gin se soltó de sus manos.
–No es problema mío –soltó mientras se alejaba de allí sin mirarla en ningún momento sacando un cigarro –. Ya te dije que tengo cosas importantes por hacer.
Shiho vio como bajaba las escaleras, había sido una estúpida por confiar en él… ¿En que estaría pensado? Él era un frío asesino… ¿Cómo iba a ayudar a alguien? Aquella noche fue suerte… miró por la ventana como el sol lentamente se iba poniendo.

¿Qué pasara esta noche al salir?

Aunque esperes que el tiempo se detenga, aunque lo desees con toda tu alma, el tiempo no parara. No podemos luchar contra algo inevitable aunque nos duela saberlo…

Shiho sabía que no podía estar eternamente encerrada en el laboratorio, tenía que salir e enfrentarse al grupo de hombres que seguramente la estaban esperando en cualquier esquina de las oscuras calles… la chica colocó su mano en la zona del corazón, parecía que le iba salir de los fuertes latidos que emitía a causa de los nervios.
Era lanzarse hacia el fuego, pero aún así Shiho finalmente salió al exterior, no podía huir… la chica suspiró mientras avanzaba por la oscura y silenciosa calle, el ambiente estaba ahí, avisándola para que corriera, pero ella lo ignoró.

Sintió como una mano la arrastraba con fuerza al interior de uno de los callejones cercanos a la organización. Shiho intentó gritar pero una mano le tapó la boca con un pañuelo que desprendía el agradable olor del cloroformo mientras con la otra mano la agarraba con fuerza por la cintura.
A los pocos segundos los ojos de Shiho se cerraron quedando totalmente inconsciente entre sus brazos, sin llegar a identificar su agresor. La sombra asomó su cabeza por la esquina.

Una calle más para arriba había cuatro sombras más que bajaban tranquilamente mientras conversaban entre si.
–Giró a la derecha… –sonrió uno de los hombres mientras los demás reían.
Todos andaban unos al lado de otros, al mismo paso, querían acabar con el trabajo esa misma noche…
–Las ratas siempre vuelven al mismo lugar… –murmuró una voz masculina a sus espaldas.
El grupo de jóvenes se giraron.
–Vaya el cuervo ya esta aquí –rió el líder del grupo dando varios pasos adelante, en verdad se sentía intimidado pero delante de sus amigos no podía dar marcha atrás –. Crees... ¿Qué podrías enfrentarte sin tu arma?
Gin no contestó solo encendió un cigarro sin moverse.
–¿¡Me has escuchado?! –gritó mientras se dirigía corriendo hacia Gin con un puño levantado para golpearle con todas sus fuerzas.
Se escuchó un golpe fuerte pero seco, el grupo se quedó impresionado de la situación.

Aquel sonido había sido creado del contacto del puño del enemigo con la mano de Gin con la que había parado el golpe tranquilamente mientras miraba hacia un lado. En cuestión de segundos el hombre de negro giró su bazo y clavó su codo presionando con fuerza hacia abajo, dislocándole fácilmente el brazo.
El chico cayó de rodillas sin parar de gritar del dolor, Gin aprovechó para pisarle con fuerza una de sus piernas para que no se pudiese levantar.
–¡Serás!– gritó uno de sus compañeros corriendo con una gran barra de acero en sus manos, pero lo único que logró fue que Gin agarrara aquella arma y golpeara con su pierna izquierdo el estomago del chico.
Poco a poco iban cayendo aquella banda sin posibilidades de dar un solo golpe a Gin, mientras tanto aquella sombra se adentró por aquel oscuro callejón con la chica a cuestas.
–¿Ya está? –preguntó Gin mientras metía su mano por la gabardina buscando algo –. Pensaba que me iba a cansar…
–Cabrón… dijiste que no ibas a sacar el arma –susurró viendo aquella pistola con el silenciador.
–Yo no he dicho en ningún momento que no la fuera a utilizar –sonrió fríamente mientras le apuntaba en la cabeza.

Disparó cuatro balas silenciosas que no alteró la tranquilidad del barrio, cogió los documentos de los cuatro fallecidos alejándose luego de allí. A los pocos metros encontró su auto con Vodka en el interior asombrándose al verle machado de sangre.
–¿Estás herido? –preguntó Vodka una vez gin entraba en el asiento del acompañante.
–No es mi sangre –contestó fríamente mientras le daba los documentos –. Busca por el portátil sus direcciones tenemos algunas casas que quemar.
–¿Hace falta?
–No ha de haber nada que nos vincule –respondió mirando desde su espejo retrovisor el asiento de atrás, donde se hallaba Shiho aún durmiendo profundamente mientras sacaba la sangre de su gabardina.

Shiho abrió lentamente los ojos y un paisaje rojo se reflejaba en sus grandes ojos verdes, Shiho se acercó mas a la pequeña ventana que tenía a su lado, un mar de fuego tragaba con furia un bloque de piso.
Shiho salió rápidamente de aquel auto negro para contemplar mejor el paisaje, estaba tontamente desorientada, sin poder recordar que había ocurrido con anterioridad y como diablos había llegado al auto de Gin. Vio como unas figuras se acercaban a donde ella se encontraba.
–¿Ya te despertaste? –preguntó Gin mientras le daba la espalda mirando el edificio en llamas.
–¿Qué hago aquí? –contestó Shiho con otra pregunta pero esta no fue contestada, simplemente fue acompañada de nuevo al interior del auto mientras Vodka se dirigía a otro lugar, dejando a los dos a solas.
Shiho no hablo con él en ningún momento, intentaba recordar pero todo estaba tan oscuro…
–Ya no tienes que preocuparte por esos tipos –murmuró Gin mientras tecleaba algo en su portátil.
Shiho le miró sorprendida.
–Pero si me dijiste…
–Se lo que dije –contestó sin mirarla mientras miraba aún el portátil y se sacaba los guantes negros –. Pero necesitamos a nuestra inútil científica con la mente clara para que no cometa más errores estúpidos.
No se sintió avergonzada por ese comentario.
–¿Los has matado? –preguntó horrorizada.
–Las ratas siempre vuelven al mismo lugar, además necesitaba desahogarme.
Shiho suspiró.
–Gracias Gin… esta es la segunda vez que me ayudas –sonrió Shiho.
–A mi las gracias no me pagan nada.
–Pues es lo único que te puedo dar.
Gin guardó el portátil y miró fijamente a la chica.
–Puedes darme algo más.
–Bromeas… –murmuró sorprendida no se podía creer lo que había escuchado.
–Yo nunca bromeo Sherry.
–Gin…

En aquel paisaje nocturno se escuchó como la puerta del auto se abría y la chica salía de ahí tranquilamente y se alejó varios pasos dirigiéndose a su hogar.
–Lo siento Gin –sonrió mientras se giraba mirándole desde distancia detrás del cristal delantero –. Pero yo no soy ese tipo de mujer…
–No sabes lo que te pierdes –sonrió con su típica sonrisa fría.
–Podré convivir con ello –se giró sin dejar de sonreír mientras se despedía con la mano de Vodka que ya se volvía a acercar al lugar.


Por una vez Shiho pudo volver a casa 100% tranquila, durante el tranquilo paseo se estaba dando cuenta que enamorarse de Gin se estaba volviendo un error en el que temía caer… él no se diferenciaba de esos chicos, seguramente Gin también la veía como un objeto.

La isla de Bikuni, o mejor dicho la isla de la sirenas…

Shiho no dejaba de mirar asombrada la preciosa isla que tenía a su vista mientras el fuerte aire frío azotaba con furia sus cabellos apartándolos de su rostro. Hacía unos días que los altos cargos le pidieron que investigaran el rumor sobre la alta sacerdotisa de aquel lugar… los rumores hablaban que comió carne de sirena y que con ello ganó la vida eterna.
La organización hubiera ignorado el caso si no fuera que estaba demostrado que aquella mujer estaba cerca de los ciento treinta años.

Shiho suspiró mientras miraba el paisaje marino, ¿En verdad existían las sirenas? ¿Y de verdad se podía lograr la vida eterna? Muchas preguntas inundaba la cabeza de la chica, si eso fuera posible podría dar un paso importante con sus experimentos, se sentía estresada al ver que no lograba avanzar ni un centímetro. En sus pensamientos apretó con su mano inconscientemente la zona del jersey donde debajo se hallaba la única llave que habría el cajón de la mortal droga.
Sabía que si seguía la cosa así la organización se desharía de ella y con ello su hermana mayor. La chica se giró para mirar a sus espaldas, al otro lado del barco se encontraba Gin con Vodka.

<<¿¿Es que no hay más miembros en esta maldita organización que me puedan vigilar??>> maldijo Shiho mientras volvía a mirar la isla.

Aún así el viaje en barco fue bastante tranquilo ya que ninguno de los dos hombres se acercó a Shiho sintiéndose así un poco más libre, al llegar se dirigieron al hostal donde pasarían solamente dos noches: Era el tiempo máximo que le daban a la científica para recopilar toda la información sobre la isla y su sacerdotisa.
Gin pasó la libreta a la chica para que lo firmara, miró fijamente el nombre que había puesto… Jin Kurosawa. Shiho se quedó pensativa mirando aquella firma, en verdad ella sabía poco de él, ni sabía su nombre, seguramente ese era uno de otros nombres falsos que utilizaba. La chica en cambió si puso su nombre verdadero, ya que lo utilizaba pocas veces, pasando después la libreta a Vodka.
Después de aquello Gin explicó a Sherry que la dejaban sola hasta la noche para investigar, ya que ellos también habían ido para visitar algunos clientes del alto cargo de la sociedad que sabían que iban a visitar esa misma isla.
Shiho asintió con la cabeza mirándole fijamente.

¿Cómo podía hablarle como si no hubiera pasado nada? ¿Tan frío e insensible era?

Finalmente vio como aquellos dos hombres se apartaban de ella y la dejaban de alguna manera libre, Shiho sonrió de esa idea mientras se iba por el lado contrario para dirigirse al templo donde seguramente se encontraba la sacerdotisa.

–¿Mi bisabuela? –preguntó una joven sacerdotisa de cabellos negros –. Está dentro creo, ¿Eres una periodista?
–No, soy una estudiante que quiere investigar un poco sobre las leyendas de las sirenas –mintió en parte Shiho con una sonrisa –. Me llamo Shiho Miyano.
La sacerdotisa sonrió algo más aliviada, Shiho llegó a la conclusión que no le hacía mucha gracia que entrevistaran a la alta sacerdotisa.
–Perdón por mi mala educación es que mi bisabuela está estresada con tanto curioso, soy Kimie Shimabukuro.
–Encantada.
–Te llevaré hacia donde se encuentra –sonrió mientras abría amablemente la puerta del templo.

La acompañó por uno de los largos pasillos de aquel antiguo edificio hasta llegar a una sala bastante grande donde se hallaba una estatua de una sirena.
–Llamaré a mi bisabuela, tardara un poco si puedes esperar…
–Claro, no hay problema.
Shiho quedó a solas en aquella gran sala, empezando a observar atentamente la decoración y aquella gran estatua, cuando se acercó para tocarla una pequeña anciana entró al recinto, Shiho se quedó en parte sorprendida.
<> pensó Shiho bromeando consigo misma.
Aquella mujer miró seriamente a Shiho provocando que se sintiera intimidada, finalmente la mujer agachó la cabeza emitiendo una risa.
–Me llamo Shiho Miyano y…
–Te diré lo mismo que dije a los supuestos estudiantes que vinieron antes que tu –empezó a hablar fríamente aquella pequeña anciana –. Yo nunca comí carne de sirena, es un estúpido rumor que crearon para que vinieran más turistas a esta tranquila isla.
–Entonces admite que las sirenas no existen.
–Yo no he dicho eso –negó con la cabeza.
Shiho suspiró.
–No me va decir nada más ¿Verdad? –susurró mientras se giraba para marcharse por donde había venido.
–Bueno como buena sacerdotisa solo puedo decirte lo que veo en tu aura.
–Lo siento pero no me interesa y no creo en esas cosas –sonrió mientras abría aquella puerta…
–¿No te interesa saber que lo que más temes se va a cumplir esta noche?

La noche en aquella isla era completamente tranquila, el clima era suave perfecto para disfrutarlo con un paseo nocturno, aún así Shiho no quiso salir de la habitación. Recién bañada y con el yukata ya puesto la chica se encontraba tumbada en su futón, con una mano apoyada en su frente mientras miraba al infinito hundida en sus pensamientos.

Sabía que si salía de la habitación las posibilidades de encontrarse con Gin aumentaba, no tenía ganas de hablar con nadie, ni con su hermana… aquella maldita sacerdotisa le había vuelto a hacer recordar lo que sentía por él, además de que le había sacado poca información los únicos informes que tenía era las conversaciones que había tenido con la gente del pueblo. Solo quería dormir para olvidarse de todo lo máximo posible.

Shiho empezó a cerrar los ojos pero la melodía de su teléfono móvil se lo impidió, se incorporó un poco y se acercó la mano para recoger el pequeño aparato. El número salía como desconocido, seguramente era alguien de la organización…

–¿Sí? –preguntó Shiho volviéndose a tumbar mientras lo descolgaba.
–Sherry, ¿Qué pasa con Gin? –preguntó una voz femenina de mala manera.
–¿Vermouth?
–Claro idiota ¿Quién voy a ser?
–Pues no se donde esta Gin ¿Por qué?
–Porque no me coge el teléfono –explicaba sin ganas, seguramente a Vermouth odiaba a Sherry –. ¿Es demasiado difícil para ti que vayas a su habitación a mirar? Y ni se te ocurra colgarme...
Shiho suspiró mientras se levantaba de la cama y llevaba consigo el teléfono móvil sin colgarlo.
<> pensó Shiho mientras se dirigía a las escaleras del hostal.
–¿No has llamado a Vodka a ver? –preguntó Sherry por el teléfono mientras subía.
–Claro que si, no soy tan idiota, me ha dicho que estaba hablando con un cliente y Gin no estaba con él.
–Mmmm…
–¿Le estás buscando o que?
–Sí… sí… –no le podía alzar la voz, finalmente abrió la puerta de la habitación de Gin.

El hombre se encontraba asomado por el balcón mientras fumaba tranquilamente uno de sus cigarrillos y en la barandilla había una botella abierta, se giró al escuchar la puerta abrirse. Shiho en parte se quedó sorprendida siempre le había visto vestido de negro, pero esa vez llevaba también el Yukata y los cabellos totalmente mojados, libres sin aquel sombrero… al parecer acababa de salir de darse una ducha.
<> Pensó Shiho avergonzada.
–¿Pasa algo? –preguntó Gin como si nada mientras se acercaba a ella.
–Eh, sí… –empezó a decir mientras levantaba su mano con el teléfono móvil –. Vermouth quiere hablar contigo, decía que no lograba contactar contigo.

Lo curioso es que al lado del futón del hombre se encontraba el teléfono móvil conectado con el aviso de las llamadas perdidas en la pantalla. Gin cogió sin ganas el pequeño aparato de la mano de Shiho.
–Vermouth ya me cansas con tus tonterías –contestó fríamente mientras con la otra mano cerraba la puerta de su habitación para impedir que la chica saliera, a Shiho no le hizo mucha gracia ese gesto pero sintió como Gin le cogía de la mano y la llevaba al balcón.
Se escuchaba como la mujer le contestaba, Gin se alejó mientras cogía el pequeño vaso lleno, al otro lado del balcón seguramente para que Shiho no escuchara lo que decía Vermouth.
–Vermouth, me aburres… –contestó después de beber un poco del vaso, mientras Shiho algo más lejos cogía la botella y miraba que contenía –. Si no cogía el teléfono era por algo.

Shiho intentaba no escuchar y mirando la botella recordó que no era buena idea estar ahí, pero él había cerrado la puerta para que no saliera, seguramente quería decirle alguna cosa, además no podía salir sin el teléfono móvil ya que seguramente Akemi llamaría. Miró al hombre que aún le daba la espalda y después volvió a mirar la botella que cogía con cuidado entre sus manos.
–Te creerás que eres la reina de la organización, pero ni a mi me interesas –se mofó, Shiho opinó que estaba siendo bastante cruel con ella…  Gin ya no le daba la espalda, la estaba mirando fijamente de arriba para abajo.

Gin cerró los ojos mientras agachaba un poco la cabeza, al parecer Vermouth le había dicho algo que le parecía divertido.
–¿Y si así fuera que? –contestó sonriendo con si típica sonrisa fría mientras volvía a mirar a la chica que tenía delante de manera lasciva, por suerte Shiho le daba la espalda en ese momento y no lo vió –. Vermouth creo que he sido bastante amable contigo al haber cogido el teléfono…

Se escuchó la voz femenina algo molesta, Shiho quería salir de ahí lo antes posible…
–La próxima vez que veas que no cojo el teléfono no molestes a los demás, porque nosotros si que estamos ocupados y no queremos tus tonterías –murmuró apartando el teléfono de su oído y colgándolo sin esperar la respuesta.

Gin se acercó a la joven mientras esta dejaba la botella en la barandilla de madera, y este le dejaba el móvil en la palma de la mano.
–Es ginebra –explicó cogiendo la botella y llenándose el vaso –. Te daría pero se que aún eres menor.
Shiho asintió con la cabeza.
–Hace poco que cumplí los 16 en estados unidos, al menos podía conducir un auto no como aquí que la mayoría de edad es a los 21... –explicó algo nerviosa mientras guardaba el teléfono en el bolsillo del yukata, nunca se acostumbraría a tener una conversación tranquila con Gin –. Hay muchas cosas que aún no puedo hacer.
–Pero muchas otras si –sonrió mientras pasaba su brazo por la cintura de Shiho acercando rápidamente sus labios a los suyos, sorprendiendo a la chica.


En cuestión de segundos Shiho golpeó la cara de Gin para que se separaran.

Shiho abrió lentamente los ojos viendo que aún era de noche, algo la había despertado…

Al parecer mientras dormía se había colocado de manera lateral y con ello su brazo derecho se estiró, llegando a su yukata, que se encontraba tirando en el suelo bastante cerca de ella. Debajo de su mano se hallaba el bolsillo del traje donde su teléfono móvil vibraba avisando de una llamada… seguramente era Akemi.
Shiho con esa misma mano agarró el yukata y lo arrastró lentamente hacia ella, del movimiento su codo rozó levemente con algo de detrás de su espalda, la chica abrió totalmente los ojos recordando la situación…

Estaba en la habitación de Gin y seguramente él estaba durmiendo profundamente a su lado. Shiho se incorporó lentamente tapándose el cuerpo a la vez con el yukata, ya cuando estuviese de pie se lo colocaría.
La llamada paró, la chica suspiró mientras giraba la mirada hacia atrás para confirmar que Gin estaba con ella en el mismo futón, se veía perfectamente su rostro por la tenue luz de la luna. Sintió como el móvil volvía a vibrar, seguramente su hermana estaría preocupada por ella.

Se levantó sin hacer el mínimo de ruido y sin rozar la piel de él para no despertarle, se colocó el yukata y salió hacia el balcón sin colocar todo su peso en sus pies para no crujir la madera, cerró suavemente las puertas una vez fuera.
–¿Sí? –preguntó Shiho en forma de susurro.
–¿Shiho? –contestó una voz femenina detrás del aparato –. ¿Por qué has tardado tanto en cogerlo?
–Perdona… me había quedado profundamente dormida y no escuchaba la melodía del teléfono móvil –sonrió inevitablemente al escuchar una vez más la voz de la hermana que tanto extrañaba.
–¿Cómo estás?
–No podría estar mejor –contestó sinceramente mientras miraba la puerta cerrada del balcón –. ¿Y Tú? ¿Cómo que me llamas tan tarde?
–He estado en casa de Dai Moroboshi, tengo que presentártelo… –suspiró recordando de pronto la situación –. Si es que alguna vez nos dejan.
–Ya veras como si –susurró alegrándose por su hermana –. ¿Ya estas saliendo con él?
–Se podría decir que… ¡Sí!
Shiho miró el paisaje tristemente provocando un silencio incomodo.
–Akemi… si yo estuviera con Gin ¿Te molestaría? –susurró sin dejar de mirar el ambiente mientras un viento suave balanceaba sus cabellos –. ¿Me apoyarías por estar con un asesino?
Se escuchó un largo suspiro al otro lado de la llamada.
–Shiho… ¿Te ha demostrado Gin que este interesado en ti? –preguntó de una manera para que no se sintiera mal su hermana pequeña.
–Sí… varias veces…
–¡¿Sí?! –preguntó atónita –. Uff esto me huele mal, puede ser una trampa…
–¿Por qué piensas eso?
–Shiho… –empezó de manera dulce –. Gin nunca se ha enamorado en su vida, ve a las mujeres como simple objetos para divertirse un rato… además no eres su tipo… sois como la lija y el terciopelo.
–¿Crees que no esta interesado en mi?
–He escuchado rumores de que estaba con Vermouth…
Shiho recordó la llamada de ayer, por lo que demostró no estaba interesada en ella, todo lo contrario no la soportaba.
–Bueno, Shiho –siguió al ver que la chica no respondía –. Aunque él se fijara en ti no me haría mucha gracia… estaría preocupada por ti.
–¿Por qué?
–Porque he visto los resultados de las mujeres que han estado con él… o acababan llorando y/o depresivas porque las dejaba como objetos o…
–¿O?
–Se volvían como él…
–¿Qué quieres decir? –susurró confusa acercando más el teléfono a su oído.
–Shiho, no te oigo bien… ¿Por qué susurras? ¿Hay alguien más contigo? –se temía lo peor…
–Akemi… yo…

Se escuchó un pequeño pitido de avisó en el móvil sin poder dar la respuesta… finalmente la batería del pequeño aparato cedió. Shiho suspiró mientras lo guardaba en su bolsillo.

Esas chicas se volvían como él…
¿Qué quería decir con eso?

Abrió la puerta con el mismo cuidado de antes y se adentró suavemente en la oscura habitación, se acercó de puntillas al lado libre del futón y se tumbó en el lentamente. Shiho cerró los ojos esperando que el sueño llegase mientras Gin los abría para mirar fijamente la nuca de la chica.

Había estado despierto todo el rato…

La luz del amanecer empezó a filtrarse débilmente a través de la puerta del balcón, iluminando poco a poco el interior de la habitación. Era tan débil aquella luz que no logró despertar a las personas que dormían profundamente.

En el mismo futón se encontraban Gin durmiendo de lado con un brazo estirado en el cual estaba apoyado la cabeza de Sherry mientras ella rozaba con los dedos de su mano el torso de él.
A los pocos minutos de esa tranquilidad sonó la melodía de un teléfono móvil, Gin apartó el brazo lentamente donde estaba apoyada Sherry sin despertarla y cogió el pequeño aparato sin levantarse en ningún momento.
–¿Sí? –preguntó al colocárselo en su oreja libre con los ojos aún cerrados.
–Jefe, encontré a una de las ganadoras de esas flechas –explicaba Vodka, seguramente habría madrugado y no se había molestado en esperarle, sabiendo que él dormiría algo más de lo normal –. ¿Qué hago?
–Mátala y te llevas la flecha –contestó como si nada.
–Pero jefe… está embarazada…
–¿Y esa excusa? Mátala o la mataré yo –preguntó levantándose ya una vez despejado –. ¿Por cierto encontraste lo otro?
–Miré en sus maletas pero no había nada… ¿Estás seguro que lo llevaba consigo?

La conversación seguía mientras Gin abría la puerta del balcón provocando que Shiho se despertara a causa del exceso de luz que entró de golpe a la habitación, colocándose el brazo encima de los ojos.
Sherry se empezó a incorporar quedándose sentada sobre el futón mientras se tapaba el torso con la sabana ya que el yukata se le caía e intentaba orientarse sobre la situación…

¿Cómo le iba a mirar ahora? ¿Después de lograr lo que quería iba a pasar de ella?
Shiho negó con la cabeza para convencerse a si misma, de fondo se escuchaba a Gin aún con la conversación aunque no oía de que hablaba.
No, había dicho que no la veía como un objeto… pero entonces… ¿Qué iban a ser a partir de hoy? Además estaba la conversación de Akemi… Gin no se enamoraba.

Se intentó coger las rodillas para pensar mejor, pero sintió un dolor extraño. Shiho con la mirada confusa estiró las dos piernas y colocó la mano en la parte superior del muslo mientras lo miraba fijamente, sentía unas pequeñas agujetas pero que no eran dolorosas. Era un dolor extraño… Tenía las piernas cansadas.
La chica suspiró.
Sintió como una mano se colocaba encima de la suya provocando que volviera en si.
–¿Te duele? –preguntó Gin mientras se sentaba al lado y tiraba el teléfono móvil a un lado –. ¿Te hice daño?
–¿Cómo? –contestó con otra pregunta algo sorprendida por el comportamiento de él.
–Que si te hice daño anoche –volvió a preguntar mientras le miraba con aquellos ojos verdes penetrantes.
Shiho negó con la cabeza y después agachó la mirada, en parte era verdad durante aquella noche Gin tuvo el suficiente cuidado en sus movimientos para que no sufriera pero los nervios pudieron con ella.

Gin levantó la barbilla de la chica y le dio un beso corto que Sherry aceptó cerrando los ojos lentamente.
–Con el tiempo te acostumbraras –susurró al separarse de aquel beso provocando que Shiho se sorprendiera.
–Entonces…
–No te separaras de mi Sherry –murmuró mientras le abrazaba…
<<¿Estoy haciendo bien? >> pensó Shiho apoyando su cabeza en el hombro de Gin, teniendo la llamada de su hermana en la cabeza en todo momento.

Mientras tanto detrás de la chica se encontraba un espejo del cual se veía reflejado a Gin con una sonrisa fría y cruel sin dejar de abrazar a la joven.

Después de aquello pasaron varias semanas en la organización negra y con ello el invierno a Beika. Los rumores de lo que paso en aquella isla cogieron fuerza al pasar de boca a boca hasta que llegó finalmente a los oídos de los niveles más bajos.

–Por lo que veo el plan de acercamiento con Sherry va perfectamente… –murmuró una sombra que miraba fijamente en paisaje nevado por la ventana.

Gin sonrió mientras encendía un cigarro como respuesta.

Ambas personas se encontraban a solas en un despacho de alta categoría, mientras aquella sombra misteriosa estaba en frente de la ventana, Gin se encontraba sentado en una de las butacas que se hallaba delante del escritorio del líder de la organización.
–Las cosas no podían haber sido más fáciles, incluso pensé que acabaría rápido… –sonrió maliciosamente mientras acercaba el cigarro a su boca –. Pero me confié demasiado, me llevé una sorpresa aquella noche.
El líder suspiró mientras se acercaba a un mueble con todos los tipos de licores que solo podrías encontrar en una tienda de las más especializadas y más caras del mundo.
–Pensaba que aún lo llevaba en su cuello, lo vi en el barco cuando nos dirigíamos hacía allí –seguía explicando indiferentemente el hombre rubio mientras cruzaba las piernas fumando tranquilamente –. Pero al desnudarla en aquella oscuridad no lo encontré, según Vodka tampoco estaba en sus maletas… esta mujer es demasiado precavida e desconfiada.

–Recuerda porque te mande esta misión –murmuró el líder mientras cogía una de las botellas más caras –. Según los informes que me están llegando de los laboratorios, Sherry está creando algo interesante… aunque no sea la APTX4869.
Empezó a llenar una de sus copas, mientras Gin miraba el suelo ocultando con su flequillo sus fríos ojos, sin dejar de fumar.
–Un veneno que mata en cuestión de segundos a cualquier ser vivo sin dejar rastro… –murmuró aquella sombra mirando fijamente la copa y moviéndola con delicadeza –. Esa chica tiene futuro, pero seguramente se asustará y querrá destruirla para empezar desde cero.
Gin levantó la vista al ver que su superior se sentaba en frente de él.
–Tendrás que lograr como puedas esa llave que siempre lleva consigo… aunque tengas que estar meses con ella, se que no es tu tipo de mujer pero necesitamos una de esas capsulas antes de que quiera destruirlo para crear copias –explicó finalizando así su conversación.
Gin miró de nuevo el suelo pensativo, entendía completamente la situación. Los cerrojos de la organización eran especiales: Únicamente tenían una llave y cuando notaban que iban a ser forzados explotaban violentamente, destruyendo también todo lo que hubiese a su alrededor…

Gin rió por lo bajo.
–No se preocupe –sonrió con una de sus sonrisas más frías –. Pronto tendré bien agarrado los hilos de la marioneta y con ello sabré donde la esconde.
El líder le contestó con esa misma sonrisa.
–Sherry tiene una hermana que no te va a dejar tan fácil que la engañes –explicó mientras dejaba unos documentos encima de la mesa –. Matarla sería lo más fácil pero Sherry nos traicionaría.

<<¿Engañarla?>> pensó el hombre rubio sin dejar aquella sonrisa mientras miraba los documentos <<Sherry yo ya te avisé… >>


He mentido y engañado a las personas que creen que confió en ellas.


Mientras tanto en los laboratorios…
–¿Akemi? –preguntó Sherry sorprendida al encontrarse con esa visita inesperada.
–Hola hermanita –contestó Akemi seriamente, que se encontraba en frente de ella –. Se que tenemos prohibido vernos pero me gustaría hablar contigo en un lugar tranquilo y apartado de aquí.

La cafetería era un lugar cálido donde en el ambiente flotaba un dulce y calido olor de distintos tipos de café… entre ellos los de Akemi y Shiho que se encontraba en una de las mesas que daban a la ventana.

Akemi dio un pequeño sorbo a su calida bebida mientras Shiho miraba su taza en silencio.
–¿Son ciertos los rumores? –preguntó la hermana mayor mientras dejaba la pieza de porcelana encima del pequeño plato para no manchar la mesa, como respuesta Shiho levantó la vista hacia ella.
–¿Qué rumores?
–Me lo imaginaba –suspiró sin dejar aquel rostro serio –. No lo dicen cerca de ti.
–¿Qué pasa Akemi?
–¿Estás saliendo con Gin? –preguntó sin tapujos.
Shiho entró en un pequeño estado de shock, no se esperaba aquella pregunta…
¿Toda la organización estaba al tanto? ¿Cómo lo sabían? Ellos dos solo se veían al acabar cada uno su trabajo y eso era a las altas horas de la madrugada. Gin siempre le esperaba con el porsche cerca de los laboratorios…
–¿Cómo… te has enterado?
–Entonces es cierto –murmuró mientras agachaba la mirada y daba varias vueltas a la cucharilla de su café –. Y mira que…
–Cuando me avisaste ya era demasiado tarde –cortó rápidamente la frase que decía su hermana sin mirarla.
–Entonces esa noche… –vio como Shiho miraba hacia un lado totalmente avergonzada.
Akemi suspiró sin acabar la frase, su peor temor se había cumplido… durante unos minutos ninguna de las dos chicas habló.
–Es un error lo que estas haciendo Shiho –habló finalmente Akemi sin saber que la estaba desanimando con sus palabras.
–¿No le estás dando demasiadas vueltas al asunto? –preguntó sin dejarse dominar por los nervios –. Podrías apoyarme ¿No?
–¿Apoyarte por salir y acostarte con un asesino que mata por diversión? –contestó sin darse cuenta, tapándose enseguida la boca con la mano totalmente avergonzada –. Perdona no es lo que quería decir…
–Pero lo has dicho –susurró fríamente –. ¿No te importa que sea feliz? ¡Yo siempre he deseado lo que tú tienes! ¡Libertad, amigos y una relación! ¡¿Por qué me haces esto?!
–Shiho… claro que quiero que seas feliz.
–Si no lo aceptas no te obligaré –comenzó a explicar Shiho reflejando tristeza en sus ojos mientras se levantaba del asiento y cogía la factura de la mesa para pagarla –. Pero sería mejor que no habláramos durante un tiempo…
–Te estás equivocado –se levantó también del asiento para seguirla –. ¿Estás segura de que quieres seguir adelante con esa relación?
Shiho se paró al escuchar esa pregunta.
–Puede ser que sea un error –explicaba girándose para que su hermana viera su sonrisa en los labios –. Pero de los errores de aprende ¿No?
–No voy a dejar que caigas más aún en ese error, aún puedes dar marcha atrás –cogió el brazo de Shiho para que no se fuera –. Estamos a tiempo de que no te arrepientas de todo esto.
–¿Por qué me voy a arrepentir?
–¡Porque no es amor Shiho lo que te está dando! –gritó llamando la atención de los pocos clientes que había en esa cafetería –. ¡Gin no te quiere a ti! ¡Él quiere algo y tú estás para logarlo!

Akemi sintió como Shiho se soltaba violentamente de su mano donde que la tenía agarrada.
–¡No puedes decir algo que no sabes! –le contestó mientras dejaba el dinero y la factura delante de la camarera –. ¿¡Quieres que critique yo también a tu pareja y diga que te está utilizando?!
–No, porque tú no le conoces pero yo conozco a Gin –explicó mientras veía como su hermana salía de la cafetería y ella iba tras ella –. ¡Todos sabemos como es él!
–¡No sabes como es él conmigo! –sollozó en mitad de la calle, mientras las lagrimas empezaron a resbalar por sus sonrojadas mejillas por el frío.
–Shiho escúchame… es una tram… –pero la frase quedó cortada al ver que la situación estaba dando un giro inesperado.

En ese mismo instante un porsche 356 A negro aparcaba en la acera, cerca de donde se encontraban las dos chicas, saliendo en cuestión de segundos el conductor.

–Sherry entra dentro del coche –ordenó Gin.
–Sí… –murmuró secándose las lágrimas y acercándose al auto sin mirar en ningún momento a su hermana.
Gin sonrió de la situación mirando fijamente a Akemi mientras se acercaba a su posición, ella le respondió con una mirada de puro odio.
–Gracias por facilitarme las cosas –le susurró el hombre al oído apuntándola disimulada mente con su arma –. Pero la próxima vez que te acerques a ella no dudaré en mandar una orden para que te disparen, desgraciadamente no te puedo matar pero si que te estés una temporada quietecita en un hospital lejano.
–¿Que quieres lograr con esto Gin? –contestó fríamente –. Solo es una niña…
–Ya me encargue yo de que se convirtiera en toda una mujer –se mofó divertido por la situación.
–Desgraciado…
Gin le dedicó una fría sonrisa antes de dirigirse a su automóvil.
–¡Deja en paz a mi hermana! –gritó Akemi viendo en interior del auto como Shiho tenía la cabeza agachada y miraba hacía un lado mientras lloraba, no podía acercarse Gin la dispararía…
El hombre sonrió adentrándose en su auto y arrancándolo al instante para llevar a Sherry a los laboratorios y dejar atrás a Akemi.
–Como puedes ver, no puedes confiar en tu hermana –murmuró Gin sin dejar de mirar la carretera mientras conducía a gran velocidad.

Otra noche cayó sobre la ciudad y con ellos las luces de las farolas se encendieron para no dejar que la oscuridad engullera las calles de Beika y a las personas.

Como una noche más, en los laboratorios, solo quedaba Shiho con los animales enjaulados que utilizaba para sus experimentos, en parte le daba lastima… ella amaba los animales. Con dificultad cerró con llave la puerta del laboratorio principal ya que con la otra mano sujetaba como podía varias carpetas con información confidencial.
No le importaba estar sola, todo lo contrarío le ayudaba. Esa soledad siempre era bien recibida, con ella podía pensar con tranquilidad sobre todo lo que pasaba en su vida y está vez le ayudó a tranquilizarse después de la gran disputa que tuvo con Akemi.
Shiho sonrió al encontrarse en la salida el auto de Gin aparcado y corrió hacia él para huir de aquel gélido frió que azotaba esa noche y ayudaba a que la nieve se mantuviera en el suelo sin descongelarse.
La chica agradeció sentándose en el asiento del copiloto que Gin tuviera puesto la calefacción del coche, cerrando rápidamente la puerta para que el frío no entrara mientras Gin le recibía con un largo beso que Shiho aceptó sin pensarlo.
–Es información sobre la APTX –explicó la joven observando que al separarse Gin miró de reojo las carpetas que ella se había colocado en su regazo –. Quiero avanzar un poco la investigación en mi casa, me da la sensación de que no hago mucho en los laboratorios.
–Está bien, pero hoy pasarás la noche en mi casa –dijo como si fuera una orden, arrancando el auto para alejarse de allí.

Shiho se sorprendió, no sabía que decir… al mirar por la ventana se fijó que tomaban un camino diferente, aún así no preguntó. El camino se hizo más largo de lo normal, aunque a ella no le importó, miraba fascinada aquel paisaje nevado y nocturno.
Finalmente llegaron a un hotel que Shiho no reconocía.
Salió del auto y se abrigó como pudo para protegerse del aquel terrible frío, alzo aún más la vista para intentar, en vano, ver el ultimo piso aunque el oscuro cielo lo impidió. En ese mismo momento sintió como Gin le cogía suavemente por la cintura y le guiaba hacia el interior del lujoso edificio.
–Cada cierto tiempo tengo que cambiar de vivienda para que no me localicen –explicó sabiendo que la chica estaría confusa mientras se adentraban y les recibía un ambiente calido gracias a la gran calefacción del edificio.
<< Es verdad, debe de tener muchos enemigos >> Pensó agachando la mirada sin saber a donde se dirigían.

Cuando volvió en si, levantó la vista quedándose fascinada…
La suite que había dado la organización a Gin era lo más espacioso y lujoso que había visto en su vida… llegó a la conclusión de que ese hotel era de altísima categoría y que muy pocos podrían pagar. Shiho dejó los documentos encima de la mesa mientras Gin colocaba su gabardina negra encima de una de las sillas.
–¿Quieres ver la habitación? –preguntó el hombre mostrando la puerta que daba seguramente a la sala donde estaría la cama.
Shiho se sonrojó acercándose a su lado.
Si la sala principal era lujosa la habitación era acogedora… una gran cama se hallaba entre dos mesitas de noche construidas por la madera más noble, pero lo que más impresionó a la chica era el gran balcón que había al lado.

Sin dudarlo salió al exterior, el paisaje era tan impresionante por la cantidades de luces que había en sus pies que le hizo olvidar el frío que azotaba a esas horas… ningún edificio estorbaba, tranquilamente podías ver el horizonte, seguramente estaban en uno de los pisos más altos.
La chica no pudo evitar sonreír.
–¿También te proteges de los francotiradores? –se mofó Shiho viendo como él también salía al exterior.
Gin no contestó, solo encendió uno de sus cigarros mientras miraba también el paisaje y el aire volaba su larga melena platina. Shiho le imitó apoyándose en la barandilla de metal y cristal.
–¿Sabes? –murmuró mientras observaba hipnotizada como la blanca nieve volvía a caer del oscuro cielo –. Si desgraciadamente tuviera que morir asesinada, me gustaría que al menos fuera rodeada de algo tan puro como la nieve…
Gin rió por lo bajo, como si fuera una estupidez lo que había dicho la chica y no tuviera importancia.
–¿Qué te hace pensar que morirás asesinada? –preguntó mientras tiraba el cigarro.
–Porque hasta los cuervos quieren ser libres… –contestó mostrando una sonrisa y volviendo a mirar de nuevo el paisaje.
Shiho sintió como Gin le abrazaba desde atrás.
–Empieza a hacer más frío… –le susurraba en el oído provocando que la chica se volviera a sonrojar –. ¿Te apetecería estrenar la cama con unos cócteles?
–G–Gin…–murmuró levantando la cabeza para verle el rostro sin poder evitar ponerse nerviosa, él agachó su cara para besarla mientras pasaba su mano por sus rodillas para levantarla fácilmente entre sus brazos y adentrarla en la habitación.


¿Como una persona tan fría podía dar unos besos tan calidos?


Un par de horas después…
–¿Sí? –preguntó una voz masculina al descolgar su teléfono móvil.
–¿Vodka?
–¿Vermouth?
–Si, soy yo…
–¿Qué ocurre? ¿Por qué llamas a estas horas?
–Acabo de llegar al aeropuerto antes de lo que me esperaba –explicaba la voz femenina algo impertinente –. Pide a Gin que venga recogerme.

Un porsche negro contrastado con la nieve giró una curva a gran velocidad, al parecer tenían prisa para llegar a algún lugar.
–Lo siento por haberle llamado tan tarde, jefe –se disculpó Vodka a su superior.
–Maldita mujer, le dije que no me molestara con sus tonterías –contestó mirando de mal humor la carretera –. Tiene suerte que él me lo confirmara si no dejaría que se pudriera en medio de esta nevada.
Vodka miró desde el espejo retrovisor el asiento de detrás, le extrañaba no verla…
–Está durmiendo profundamente desde hace horas en mi habitación –murmuró sabiendo hacia donde miraba su compañero –. Lo aproveché para mirar lo que había dentro de su bolso. Hasta que recibí tu llamada, no sabe ni que he salido.
–¿Y lo encontraste? –preguntó esperando buenas noticias –. Cuando me llamó Vermouth estaba en casa de la chica para ver si estaba allí.
–No… sacó información de los laboratorios, así que utilizó por la fuerza la llave –encendió un cigarro mientras con la otra mano no soltaba el volante –. Pero tampoco estaba en mi casa.
–¿Lo dejó en los laboratorios?
–Lo dudo –sacó el humo de mala manera, estaba de mal humor –. La trajo seguramente pero la escondió, es como su puñetera hermana.
–¿Entonces?
Gin sonrió como él solo sabía hacerlo.
–Si no es a las buenas –susurró fríamente mientras veía como llegaban al aeropuerto –. Será a las malas.

Una atractiva mujer de cabellos rubios les saludaba cerca de donde iban a aparcar, Vodka decidió salí para recoger la maleta de la actriz y sentándose después en la parte trasera mientras ella lo hacia en el asiento del copiloto… hacía un frío atroz.
–¿Ya iba siendo hora no? –Vermouth miró picadamente al conductor –. ¿Qué estabas haciendo que no me cogías el teléfono?
–Trabajaba, cosa que tú no haces.
Vermouth rió por lo bajo, Vodka sabía que milagrosamente esos rumores no llegaron a los oídos de la mujer.
–Me encanta tu manera de recibir a las mujeres –sonrió mientras se acercaba más a él –. ¿No te apetecerían unos buenos martinis para celebrar mi regreso?
–Lo siento Vermouth pero… –sonrió mientras aceleraba más aún para llevar a la mujer a su hogar y dejarla allí –. Ya estoy bien saciado.
Vodka no pudo evitar reírse por el comentario del hombre y viendo la cara de confusión que tenía ella.


Varios kilómetros atrás…
Shiho abrió los ojos al escuchar el molesto pitido de aviso de su teléfono móvil avisando así que se le acababa la batería. Se incorporó mientras las sabanas y la manta caía de su cuerpo dejándolo totalmente destapado.
–¿Gin? –murmuró, antes de quedarse dormida estaba a su lado durmiendo… ¿Dónde había ido?
Salió de la cama tapándose con una de las sabanas su cuerpo desnudo y buscó entre su ropa, tirada en el suelo, su teléfono móvil para apagarlo y dejase de emitir ese repetitivo aviso.
Un escalofrió recorrió el cuerpo de la chica… fuera del lecho hacía bastante frío aunque la calefacción estuviera conectada, se puso una de las batas del hotel que se hallaba en el armario ya que pensaba que a Gin no le haría mucha gracia que se pusiera algo de su ropa.
<<¿Dónde habrá ido? >> pensó mientras cerraba las puertas del armario pero vio algo que le llamó la atención, el techo del armario se sobresalía un poco… tenías que fijarte mucho para verlo pero a ella no le paso desapercibido, parecía un falso techo.
Shiho lo miró durante unos segundos en silencio, seguramente lo que se escondiera Gin ahí sería bastante importante.
<<La curiosidad puede conmigo >> avergonzada acercó una de las sillas y se subió para llegar a aquel alto techo, al empujarlo un poco algo cayó con fuerza hacia al suelo.

Shiho bajó la vista y se agachó para coger los documentos.

La mañana llegó a la suite del hotel y con ello también Gin. Había pasado toda la noche fuera y la causa fue el aviso de una misión urgente de última hora juntamente con otros miembros de la organización, seguramente el resultado estaría ahora en todas las noticias.
Encendió la televisión para confirmarlo…
Las noticias de fuertes explosiones en varios centros de correos ocupaban todos los canales. Gin sonrió fríamente, como siempre no habían pruebas que les señalasen con aquellos incendios y confundían una vez más a la inútil policía…
Aunque estuvo toda la noche fuera no estaba cansado, raramente él dormía. Cosa que Sherry si hacia pensó Gin mientras se acercaba a la puerta de la habitación. Pero se llevó una sorpresa cuando la abrió, la cama estaba hecha y no había ningún rastro de la chica, ¿Cuándo se había ido y a dónde? No podía a ver ido a los laboratorios, estaban a varios kilómetros del hotel y ella no sabía llegar desde aquí.

<<Que mujer tan estúpida… >> pensó el hombre mientras veía la fuerte nevada que hacía en el exterior y cerraba la puerta tras de si. ¿Cómo podía a ver salido con ese tiempo?

A los pocos minutos escuchó como la puerta de la entrada se abría.
–¿Dónde has ido con este tiempo? –preguntó Gin indiferentemente, en verdad no le importaba, para él como si Shiho se tirara por la ventana y se mataba.
Shiho sonrió mostrando una bolsa de plástico, al parecer había salido a por algo para desayunar. Gin se acercó y levantó el rostro de la joven para observar algo que le llamó la atención.
La joven tenía el labio morado y las mejillas sonrojadas juntamente con la piel rojiza a causa del terrible frío del exterior… pero lo que él quería ver era su mirada, aunque sonreía sus ojos mostraban una extraña tristeza además parecía como si....
Finalmente la soltó y se giró ya que ella le miraba confusa, no entendía que ocurría.
–Haber llamado al servicio de habitaciones para que subiera algo, solo un loco saldría con este tiempo –contestó riéndose de la chica mientras dejaba su gabardina en el asiento aún era demasiado temprano para ir a los edificios de la organización.

Shiho no contestó, dejó cuidadosamente los vasos con café que había comprado encima de la noble mesa mientras Gin seguía mirando las noticias para informarse de si había explotado la siguiente bomba.
Vio como la joven se acercaba a él y le ofrecía uno de los calidos vasos.
–¿No hablas? –preguntó divertido.
Shiho se tocó el cuello con la mano e intentó pronunciar algunas palabras pero de su boca no salio ningún sonido.
–¿Estás afónica? –rió por lo bajo –. ¿No serás por que gritas demasiado en la cama?
Shiho se sonrojó.
<< Imbécil, tengo un resfriado por el frió de esta noche… >> pensó de mal humor alejándose de él, deseaba tanto quitarse esa sensación de frío en su cuerpo.
Mientras se dirigía hacia su vaso escuchó como cesaba el sonido del televisor y sintió como le envolvían suavemente dos brazos para abrazarla, lo agradeció al notar como su calor le rodeaba.
–Sherry… –murmuró girándola hacia él sin dejar que cogiera su café, ella le miró fijamente a los ojos antes de que él acercara lentamente su rostro al de ella y la besara.

El silencio se apoderó de la habitación, apenas se escuchaba el pequeño sonido causado por la separación de los labios de la pareja. Gin le daba un beso tras otro mientras sentía como los brazos de la chica, ya confiada, rodeaba con cuidado su cuello quedando así ambos muy pegados.
Gin lo aprovechó para apartar una de sus manos de la cintura de Shiho y acercarla lentamente al bolsillo de su pantalón negro, sacando fácilmente de ella una pequeña capsula blanca.
Con los ojos abiertos y sin dejar de besarla lo introdujo dentro del café intacto de Shiho y después colocó esa mano encima de los cabellos rojizos de ella para juntar así más sus labios y crear un beso más profundo mientras vigilaba que la droga se disolviera y no dejara rastro en la bebida.
–Por cierto, acostúmbrate a llamar al servicio de habitaciones –explicó al separarse dirigiéndose a la habitación –. Porque a partir de hoy vivirás aquí.

Si no es a las buenas, será a las malas.

Cansancio…
¿Por qué estaba tan cansada?

Varías semanas habían pasado desde que Gin la invitó a que viviera con él. Dentro de los laboratorios nada había cambiado desde entonces, demostrando así que el paso del tiempo no afectaba a la organización pero en el exterior, en las blancas calles, se notaba que la navidad se iba acercando…
¿Por qué su hermana no intentaba contactar con ella para estas fechas? ¿Tal enfado tenía con ella por estar con Gin, que no quería saber nada de ella?

–Sherry –llamó una voz provocando que la joven volviera a la cruda realidad –. ¿Aún quieres que lo siga teniendo yo? –preguntó Gene algo dudoso por la gran confiaba que estaba posando en él.
–Sí, sé que tú lo cuidarás mejor que yo –susurró, ni su voz hallaba las fuerzas para salir de su boca.
–Eso es otra cosa que te quería preguntar –observó determinadamente cada zona de la piel de su superiora, ella ya era algo blanca de por si, pero últimamente estaba más pálida de lo normal –. ¿Te encuentras bien?
–Sí –afirmó a la vez con su cabeza, en verdad si se encontraba bien de salud solo era cansancio, como si hubiera estado varias noches sin dormir…
–¿Por qué no te vas a casa?
–No puedo, los experimentos…
Sintió como el hombre colocaba su cálida mano en su hombro, él dio un pequeño respingo por la extraña sensación, su piel estaba algo fría.
–Puedo continuarlos yo por ti.
–Pero tus experimentos…
–Tranquila puedo con las dos cosas a la vez –presumió dando a la vez varios golpecitos cariñosos en el hombro de la chica –. Recuerda que sé perfectamente como va tu experimento, casi siempre te he ayudado.
–¿Seguro? –no se podía negar, en verdad le estaba haciendo un gran favor…
–Cuando vuelvas mañana por la mañana encontrarás tus informes encima de tu mesa algo avanzados.
–Te debo una Gene.
Él sonrió.
–Llama a Gin para que venga a recogerte –deseo no haberlo dicho, el rostro de la chica cambio completamente –. Perdona… ¿Dije algo que te molestó?
–No, solo que está en mitad de una misión –mintió dejando lentamente la bata encima de la silla de su escritorio –. Pediré un taxi, Gin me prestó una llave de su habitación por si pasaba algo así.
–Si pasa algo no dudes en llamarme –provocó que Sherry sonriera, ¿Porque no había más gente como él en la organización?

Shiho agradeció una vez más el haber salido de allí ya que durante el viaje en taxi no paraba de sentir como sus parpados no aguantaban más abiertos, instintivamente se pasó la mano por su frente. Tenía un sudor frío.
¿Qué le estaba pasando?

Una vez en la silenciosa y vacía suite de Gin, cerró la entrada y se dirigió a la habitación sin dejar antes el bolso encima de la mesa. Poco a poco se iba apagando, arrastraba las piernas apoyándose su manos a la paredes para evitar tropezarse con los objetos de la habitación, finalmente se dejó caer encima del lecho con sabanas nuevas.
Respiraba agitadamente mientras se agarraba con fuerza a la colcha, necesitaba tener la mente clara… pero su vista se volvía cada vez más oscura y con ello sus ojos se cerraban automáticamente, lo último que pudo ver fue el gran armario de madera oscura que tenía enfrente.