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Shots y fics varios de Detective Conan

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Mensaje  Rosas Mar Sep 26, 2023 10:03 am

Tengo varios fics y mini-fics escritos a finales de mi adolescencia (años 2008, 2009). Las imágenes ponen "sherry_ai" porque ese era mi nick en el foro donde los publicaba. Dejaré en spoiler un índice para que sea más fácil encontrarlos en este tema.
Índice:
El que tenéis a continuación lo escribí apenas vi el capítulo 304: "¡Tiembla comisaría! Doce millones de rehenes". A día de hoy se tienen más datos de los dos personajes protagonistas y de los acontecimientos. Quizá si hubiera tenido la información que tenemos ahora, no hubiera escrito el fic.

Situación insostenible
Shots y fics varios de Detective Conan Situac10
Capítulo 1
Sentado en una silla de madera, bajo la luz tenue de un bar ocasional, el detective Matsuda hacía bailar con desánimo los cubitos de hielo dentro de la copa de güisqui que tenía en la mano. Su aspecto era lamentable: llevaba el cuello y los puños de la camisa desabrochados, la corbata aflojada, el pelo revuelto como si se hubiera enzarzado con alguien... No era mal de amores lo que tenía, era un sentimiento más amargo. De tanto en tanto, se acercaba un trago del licor que le quedaba a la boca y, cuando se daba cuenta de que ya había vaciado el contenido, pedía otra copa de lo mismo al instante.
* * *
—Ya estamos a 7 de noviembre... No nos daremos ni cuenta y el invierno habrá pasado en un abrir y cerrar de ojos... ¿No piensas lo mismo, Matsuda?
El receptor de este mensaje prendió un cigarrillo con tranquilidad y extendió sus piernas sobre la mesa.
—Estamos muy tranquilos, ¿no te parece, Hagiwara? —comentó el hombre de las gafas negras, mientras cruzaba las piernas, sin hacer caso al comentario anterior—. Si los terroristas siguen portándose tan bien, creo que pronto podremos retirarnos de este no-trabajo...
—No te lo tomes tan a broma, amigo... El día menos pensado puede sonar ese teléfono y el que esté al otro lado de la línea puede mandarnos a una misión espeluznante que pondrá nuestras vidas en peligro.
—No sería la primera vez... —recordó Matsuda.
—Lo importante es que no sea la última  —sonrió Hagiwara después de afirmar lo que decía su amigo.
—Tienes razón... —se quedó pensativo durante unos segundos mientras liberaba un cargamento de humo—. Los días encerrados en este despacho no serían lo mismo si uno de los dos faltara... Me dan escalofríos sólo de pensarlo.
—Bueno, tampoco hay que dramatizar tanto... —trató de darle un toque de humor a la conversación con otra sonrisa.
—Sí, no sé qué hago hablando de esto... —se retractó Matsuda—. ¿Te apetece salir a tomar unos tragos esta noche? —cambió rápidamente el tema de la conversación.
—Hmm... ¿Aunque no tenga nada que celebrar?
—¿Acaso cada vez que sales a tomar un trago tienes algo que celebrar? —le recriminó su amigo medio en broma.
Y se echaron unas risas hasta que sonó el teléfono. Matsuda dejó caer el cigarrillo dentro del cenicero y levantó el auricular rápidamente. A los pocos segundos colgó de forma apresurada y habló:
—Amigo... ¡¡Tenemos trabajo!!
—¿Eh?
—Te lo cuento de camino al ascensor... Hay que ir a buscar las herramientas para desactivar una bomba. No... Una no, dos.
Ni medio segundo tardó el hombre en ponerse de pie y correr junto con su amigo. La explicación que este le ofrecía decía que “los de arriba” habían recibido un aviso de dos bombas que habían sido colocadas en distintos lugares de la ciudad.
—¿Nos jugamos a cara o cruz quién va a dónde? —preguntó Matsuda mientras pulsaba el botón del ascensor.
—Cruz, y voy al hotel Épsilon —respodió al instante su amigo con total naturalidad, señal de que ya habían mantenido conversaciones semejantes alguna vez, con frecuencia incluso.
Salieron del ascensor con más prisa de la que habían entrado hacía unos segundos y se dirigieron al cuarto de equipamiento. Lo tenían todo preparado. Sólo tuvieron que coger el maletín de herramientas y partir.
—¡Nos vemos esta noche en el Oasis! —dijo uno a modo de despedida.
—¡Por supuesto! —contestó el otro metiéndose ya en su coche.
Se abrochó el cinturón, encendió el motor, quitó el freno de mano, pisó embrague y acelerador. Su destino estaba escrito y no se podía cambiar.

* * *
Capítulo 2
—¡Eh, oiga! ¡Ya estamos cerrando el local!

Una voz distrajo a Matsuda de sus pensamientos. Se levantó como pudo y, tras dejar un billete sobre la mesa, se fue caminando arrastrando los pies. Una vez fuera del bar, sacó el móvil del bolsillo y leyó un mensaje.

No sabes cuánto me alegro
de haber elegido cruz.

La pantalla del aparato telefónico se empañó de lágrimas que le resbalaban por las mejillas.
—Dime qué hago yo ahora... Eh... ¿¡Qué!? —pronunció sin apartar la vista de la pantalla del móvil— ¿¡Cómo puedo sacarme esta rabia que siento!? —cerró los puños y los ojos y se mordió los dientes al tiempo que volteó el rostro—. ¿Cómo podré recuperarme de esto? ¡Ni siquiera encontrando al desgraciado que te ha matado y haciéndole pagar por su crimen voy a quedarme tranquilo! —exclamaba entre sollozos desgarradores—. ¿¡Por qué!? —se dejó caer en el suelo de rodillas—. ¿¡Por qué has tenido que dejarme así!? —dejó reposar sus manos también en el suelo, para que los brazos le hicieran de soporte a su cuerpo—. Me has dejado demasiado pronto... Dime qué harías tú en mi lugar, Hagiwara...
Mientras era incapaz de mantenerse en pie, Jinpei Matsuda recordaba la última conversación telefónica que había mantenido con su amigo segundos antes de que la bomba explotara:

—Oye, por cierto, llevarás puesto el equipo protector, ¿verdad?
—¿Te refieres a esa armadura asfixiante? —preguntó entre risas—. Claro que no.
—¡Idiota! ¿Es que quieres morir?
—No te pongas así... Sé que tú me vengarías si me pasara algo...
—Qué chorradas estás diciendo...
—Sólo era una broma, hombre...


—No, no era ninguna broma... —musitó Matsuda—. Las cosas más serias siempre se dicen en broma para liberar tensión en una situación insostenible... Yo te vengaré aunque sea lo último que haga en esta vida, Hagiwara. Lo prometo.
FIN


Última edición por Rosas el Vie Oct 20, 2023 8:44 pm, editado 5 veces
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Mensaje  Burgundy Vie Sep 29, 2023 4:29 am

Me ha encantado el two-shot (asi se dice creo) que has escrito, es bastante triste. Creo que incluso actualmente se mantiene bastante bien, aunque claro, del 2009 a la actualidad la historia de la seire ha pasado por mucho desarrollo.

Si tienes otro fanfic corto, estare encantada de leerlo, me gusta la forma en que escribes, los dialogos son bastante faciles de entender quien esta hablando.
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Mensaje  Rosas Vie Sep 29, 2023 10:19 am

Burgundy escribió:Me ha encantado el two-shot (asi se dice creo) que has escrito, es bastante triste. Creo que incluso actualmente se mantiene bastante bien, aunque claro, del 2009 a la actualidad la historia de la seire ha pasado por mucho desarrollo.

Si tienes otro fanfic corto, estare encantada de leerlo, me gusta la forma en que escribes, los dialogos son bastante faciles de entender quien esta hablando.

¿Se llama "two-shot" si tiene dos capítulos? Está bien saberlo. Yo los llamo "mini-fics" porque no sabía cómo llamarlos, jajaja. Tengo muchos escritos de esa época: mini-fics, fics largos, drabbles... Y de temática variada: Heiji vs. Okita, Conan x Ai, Kaito Kid y Aoko, Gin y Vermouth, etc. Dime qué prefieres y lo subiré en cuanto pueda. Gracias por leerlo, Burgundy. Smile
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Mensaje  Burgundy Lun Oct 02, 2023 4:11 am

Rosas escribió:
¿Se llama "two-shot" si tiene dos capítulos? Está bien saberlo. Yo los llamo "mini-fics" porque no sabía cómo llamarlos, jajaja. Tengo muchos escritos de esa época: mini-fics, fics largos, drabbles... Y de temática variada: Heiji vs. Okita, Conan x Ai, Kaito Kid y Aoko, Gin y Vermouth, etc. Dime qué prefieres y lo subiré en cuanto pueda. Gracias por leerlo, Burgundy. Smile
Yo habia leido que asi se les decia a los fanfics de 2 capitulos, ya cuando tenina 3 o mas, es un fanfic de multiples capitulos,(multi-chapter, en ingles).

Ay, todas las opciones que has dado suenan buenisimas, pero si tuviera que elegir, me encantaria leer primero el de ConanxAi y el de Gin y Vermouth. Aunque claro, si pudieses compartir todos seria asomboroso, creo que tu escritura es muy buena y por lo que puedo observar por las opciones de tematicas que diste, tambien tienes bastante rango (lo cual es genial).
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Mensaje  Rosas Lun Oct 02, 2023 9:35 am

Entiendo que prefieres los relatos breves. De Conan x Ai tengo uno muy largo y otro muy breve (capítulo único, supongo que es un one-shot). Lo dejo a continuación (veréis que se trata de un relato "a la española", los refrigerios no son japoneses, sino los que habría en cualquier fiesta infantil en España). Otro día te dejo el de Gin y Vermouth. ¡Gracias Burgundy!

Cuando toma fuerza la chispita del amor
Shots y fics varios de Detective Conan Cuando10

Un ambiente de fiesta agradable se extendía por todo el lugar. Los niños del colegio Teitan celebraban con sus padres y madres el fin de aquel curso escolar. Se habían reunido en aquella celebración todos: padres, madres, alumnos, profesores, parientes... Todo aquel que quisiera celebrar era bienvenido. Patatilla, gran variedad de bocadillos, refrescos, galletas, golosinas, etc. Un sinfín de comida se exponía sobre la mesa. Los niños ya habían llenado sus estómagos y se encontraban jugando, la mayoría de ellos, a fútbol. Muchas niñas jugaban a saltar la cuerda, mientras que otras observaban al detalle el juego de sus compañeritos masculinos.
Conan contemplaba con ternura cómo jugaban sus amigos al tiempo que sorbía un poco de zumo de naranja con la pajita que tenía en el vaso. Algo le distrajo e hizo que dejara su vaso, todavía con contenido líquido dentro, sobre la mesa cercana que tenía. Dirigiendo su mirada hacia una puesta de sol rojiza y casi cegadora, vislumbró la silueta de una niña. Con los brazos haciendo de soporte a su cabecita y las piernas finas echadas sensiblemente hacia atrás, se apoyaba en una pared de baja altura. ¿Qué miraba con tanta nostalgia aquella chica de ojos grandes y verdes? El horizonte, sin duda, miraba el horizonte.
—¿En qué piensas, Haibara? —preguntó el chico de las gafas.
Volteando el rostro iluminado por el astro que se escondía, la niña le miró con esa mirada que tenía, esa mirada que imponía respeto a la vez que provocaba una sensación que paralizaba el cuerpo de manera agradable.
—Estás muy seria, Haibara... —insistió él ante el silencio de ella—. Dime, ¿en qué piensas?
Sujetándose el cabello a la altura de la oreja ante un golpe de viento que provocaba su elevación, ella parpadeó dulcemente y respondió en tono melancólico.
—Mira a tu alrededor...
Conan obedeció y, girando la cabeza, fue observando todo lo que sucedía en su entorno: madres que abrigaban a sus hijos porque estaba empezando a refrescar, madres que limpiaban la cara a sus hijos porque se habían ensuciado con la comida, padres que jugaban a algo con sus hijos...
—¿Te das cuenta? —preguntó la niña—. Yo estoy sola... No tengo a nadie que se preocupe de esa manera por mí...
Sintiendo cómo se le afligía el corazón a su amiga, Conan trató de encontrar las palabras adecuadas para consolarla.
—¿Tú crees que estás sola? Tienes al profesor, a Ayumi, a Genta, a Mitsuhiko... —Conan iba moviendo la cabeza al pronunciar sus nombres para mirarlos—. Y me tienes a mí.
Dichas estas palabras, ella se ruborizó. Sintió una cálida rozadura en el corazón.
—¿Qué te pasa, Haibara? —preguntó alegre Conan—. Te ha subido el color...
—Nada, nada... ¿Qué me va a pasar? Son imaginaciones tuyas... —trató de disimular ella.
Justo en ese momento empezó a sonar una melodía. Parecía un vals, o por lo menos, uno de esos bailes que requieren de dos personas para ser bailados.
—Vaya... Qué melodía tan agradable... —expresó Conan—. ¿Te apetece bailar?
Ella no negó ni afirmó nada. Simplemente dejó que el chico le tomara la mano y la llevara hacia el centro de la pista. Con su brazo rodeó la cintura de ella y después la acercó a su pecho. ¿Por qué Haibara notaba que le subía la temperatura del rostro? Ella sabía bien por qué le pasaba eso, sólo quería evitar que Conan se diera cuenta. Al ritmo de la canción ellos se iban moviendo, sin ningún esfuerzo y con naturalidad. Por un momento, ambos quedaron cautivados por aquella canción, aunque de un modo distinto. Conan no podía dejar de prestar atención a la música, mientras que Ai no apartaba el oído de la letra.

Al convertir mis sentimientos en palabras
aparecen cosas que prefiero callar,
no sería bonito desvelar algo que sólo yo puedo ver y sentir.
Cada día siento pequeñas cosas de algo que es enorme,
un amor dulce que nadie ve,
que muchos ignoran, pero que está.
Nadie sabe que te amo,
sólo mi alma y es muda.
Nadie sabrá que sigo amándote,
sólo mi alma, que está más muda que nunca.


Terminada la canción y motivado por un tierno e inocente impulso, Conan le dio un beso en la mejilla a Ai antes de que se soltaran las manos.
—¿Por qué has hecho eso? —preguntó la niña.
—No lo sé... —respondió él, soltando sus manos y llevándoselas a la parte trasera de la cabeza—. Será que empiezas a gustarme.
La sonrojada y feliz Ai vio como su amigo se iba alejando del centro de la pista de baile. Se llevó la mano hacia la mejilla que había sido besada por él y se estremeció delicadamente. Su corazón latía más que nunca y, con él, tomaba fuerza la chispita del amor que se había encendido al conocerle. No podía negárselo más: estaba enamorada de Conan.

FIN
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Mensaje  Burgundy Lun Oct 02, 2023 8:28 pm

Rosas escribió:Entiendo que prefieres los relatos breves. De Conan x Ai tengo uno muy largo y otro muy breve (capítulo único, supongo que es un one-shot). Lo dejo a continuación (veréis que se trata de un relato "a la española", los refrigerios no son japoneses, sino los que habría en cualquier fiesta infantil en España). Otro día te dejo el de Gin y Vermouth. ¡Gracias Burgundy!

Cuando toma fuerza la chispita del amor
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Un ambiente de fiesta agradable se extendía por todo el lugar. Los niños del colegio Teitan celebraban con sus padres y madres el fin de aquel curso escolar. Se habían reunido en aquella celebración todos: padres, madres, alumnos, profesores, parientes... Todo aquel que quisiera celebrar era bienvenido. Patatilla, gran variedad de bocadillos, refrescos, galletas, golosinas, etc. Un sinfín de comida se exponía sobre la mesa. Los niños ya habían llenado sus estómagos y se encontraban jugando, la mayoría de ellos, a fútbol. Muchas niñas jugaban a saltar la cuerda, mientras que otras observaban al detalle el juego de sus compañeritos masculinos.
Conan contemplaba con ternura cómo jugaban sus amigos al tiempo que sorbía un poco de zumo de naranja con la pajita que tenía en el vaso. Algo le distrajo e hizo que dejara su vaso, todavía con contenido líquido dentro, sobre la mesa cercana que tenía. Dirigiendo su mirada hacia una puesta de sol rojiza y casi cegadora, vislumbró la silueta de una niña. Con los brazos haciendo de soporte a su cabecita y las piernas finas echadas sensiblemente hacia atrás, se apoyaba en una pared de baja altura. ¿Qué miraba con tanta nostalgia aquella chica de ojos grandes y verdes? El horizonte, sin duda, miraba el horizonte.
—¿En qué piensas, Haibara? —preguntó el chico de las gafas.
Volteando el rostro iluminado por el astro que se escondía, la niña le miró con esa mirada que tenía, esa mirada que imponía respeto a la vez que provocaba una sensación que paralizaba el cuerpo de manera agradable.
—Estás muy seria, Haibara... —insistió él ante el silencio de ella—. Dime, ¿en qué piensas?
Sujetándose el cabello a la altura de la oreja ante un golpe de viento que provocaba su elevación, ella parpadeó dulcemente y respondió en tono melancólico.
—Mira a tu alrededor...
Conan obedeció y, girando la cabeza, fue observando todo lo que sucedía en su entorno: madres que abrigaban a sus hijos porque estaba empezando a refrescar, madres que limpiaban la cara a sus hijos porque se habían ensuciado con la comida, padres que jugaban a algo con sus hijos...
—¿Te das cuenta? —preguntó la niña—. Yo estoy sola... No tengo a nadie que se preocupe de esa manera por mí...
Sintiendo cómo se le afligía el corazón a su amiga, Conan trató de encontrar las palabras adecuadas para consolarla.
—¿Tú crees que estás sola? Tienes al profesor, a Ayumi, a Genta, a Mitsuhiko... —Conan iba moviendo la cabeza al pronunciar sus nombres para mirarlos—. Y me tienes a mí.
Dichas estas palabras, ella se ruborizó. Sintió una cálida rozadura en el corazón.
—¿Qué te pasa, Haibara? —preguntó alegre Conan—. Te ha subido el color...
—Nada, nada... ¿Qué me va a pasar? Son imaginaciones tuyas... —trató de disimular ella.
Justo en ese momento empezó a sonar una melodía. Parecía un vals, o por lo menos, uno de esos bailes que requieren de dos personas para ser bailados.
—Vaya... Qué melodía tan agradable... —expresó Conan—. ¿Te apetece bailar?
Ella no negó ni afirmó nada. Simplemente dejó que el chico le tomara la mano y la llevara hacia el centro de la pista. Con su brazo rodeó la cintura de ella y después la acercó a su pecho. ¿Por qué Haibara notaba que le subía la temperatura del rostro? Ella sabía bien por qué le pasaba eso, sólo quería evitar que Conan se diera cuenta. Al ritmo de la canción ellos se iban moviendo, sin ningún esfuerzo y con naturalidad. Por un momento, ambos quedaron cautivados por aquella canción, aunque de un modo distinto. Conan no podía dejar de prestar atención a la música, mientras que Ai no apartaba el oído de la letra.

Al convertir mis sentimientos en palabras
aparecen cosas que prefiero callar,
no sería bonito desvelar algo que sólo yo puedo ver y sentir.
Cada día siento pequeñas cosas de algo que es enorme,
un amor dulce que nadie ve,
que muchos ignoran, pero que está.
Nadie sabe que te amo,
sólo mi alma y es muda.
Nadie sabrá que sigo amándote,
sólo mi alma, que está más muda que nunca.


Terminada la canción y motivado por un tierno e inocente impulso, Conan le dio un beso en la mejilla a Ai antes de que se soltaran las manos.
—¿Por qué has hecho eso? —preguntó la niña.
—No lo sé... —respondió él, soltando sus manos y llevándoselas a la parte trasera de la cabeza—. Será que empiezas a gustarme.
La sonrojada y feliz Ai vio como su amigo se iba alejando del centro de la pista de baile. Se llevó la mano hacia la mejilla que había sido besada por él y se estremeció delicadamente. Su corazón latía más que nunca y, con él, tomaba fuerza la chispita del amor que se había encendido al conocerle. No podía negárselo más: estaba enamorada de Conan.

FIN

¡¡Ayy!! ¡Me ha encantado! Es super lindo, sobre todo la reaccion de Ai al final, me derrito de dulzura.
Me encantaria que pasara algo similar en la serie, si bien no creo que Conan y Ai acaben juntos, desearia verlos bailar en pareja, o darse mucho afecto, como los adoro mucho a ambos me hace tan feliz leer sobre ellos siendo igual, felices.

Segun yo cuenta como oneshot ya que es un solo capitulo.
Y muchas felicitaciones por el fanfic, es precioso, una joyita que mas personas deberian de leer.
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Mensaje  Rosas Jue Oct 05, 2023 9:53 pm

Muchas gracias por leerlo, Burgundy. Yo no me atrevo a leer a mi yo adolescente, seguro que escribí cosas que hoy no escribiría Embarassed  Embarassed . A continuación dejo el relato de Gin y Vermouth. Es un two-shot conjunto (el primer capítulo lo escribí yo, el segundo, un amigo).

Negro con negro
Shots y fics varios de Detective Conan Negro_10
Capítulo 1
Después de pasar satisfactoriamente el interrogatorio y salir del hotel Haido, Vermouth fumaba tranquilamente un cigarrillo en el porsche de Gin mientras se alejaban de aquel lugar que había sido escenario de tres crímenes en una sola noche.
—¿Qué te ocurre, Gin? Cualquiera diría que te ha afectado mucho el reencuentro con esa traidora...
Gin, sentado en el asiento del copiloto debido a su herida en el brazo que le impedía conducir, no decía nada. Se mantenía en silencio y pensativo. Como la de la mayoría de hombres inteligentes, su mente, nunca descansaba.
—Jefe... —murmuró Vodka, extrañado—. ¿Qué le ocurre, jefe?
Gin seguía sin responder. Sólo un comentario de la mujer le hizo hablar.
—Cualquiera diría que estás rabioso... No, más que rabioso, celoso... —espetó la mujer entre ironía y burla.
—Je... —expresó finalmente el aludido—. Tengo curiosidad por conocer al tipo que se ha llevado a Sherry, nada más... ¿Acaso tú no sientes curiosidad?
Unos breves instantes de silencio no pudieron cortar la conversación.
—Dime, Gin... ¿Por qué no las has matado? Con tu puntería podrías haberla matado al instante, atravesándole la cabeza con un solo disparo, y con suerte, le podrías haber desfigurado el rostro para que nadie la reconociera... ¿Por qué no lo has hecho?
—Porque no quería matarla ahí. Quería traerla de nuevo a La Organización... Al igual que su padre, Sherry es una científica descomunal y fue una pérdida importante para nuestros proyectos... Desde que huyó, los experimentos no han avanzado en nada. Necesitamos su cerebro, o uno igual o mejor que el suyo en el laboratorio. ¡¿Es que no puedes entender eso, Vermouth?! —gritó Gin indignado, al tiempo que giraba la cabeza para ver de cara a esa mujer.
Ella ni se inmutó. Dejó salir el humo después de la última calada y sonrió irónicamente.
—¿Estás seguro que no tomaste más jerez de la cuenta en su momento? Parece que no te sentó bien... —siguió ironizando la mujer del cabello rubio platino.
—Qué sabrás tú lo que me sienta o no bien... —respondió el hombre de los ojos verdes, que había regresado a su posición inicial, mirando al frente de la carretera.
—Oh, deberías probar cosas más apetecibles... No es propio de ti guardarle luto a nadie.
—¿Cosas más apetecibles dices? Siempre he preferido la carne joven a la no tan joven.
Estas palabras provocaron que la mujer frunciera el ceño medio molesta, pero pronto supo cómo atraer de nuevo la atención de ese hombre.
—Oh, vamos Gin... No me digas que Sherry fue lo último que probaste— se rió descaradamente la mujer.
—¿Acaso crees tú que podrás dejarme mejor sabor de boca que ella?
Volvió a guardar silencio la mujer rubia, esta vez, molesta, casi celosa; pero de nuevo supo cómo salir airosa de la conversación.
—No lo creo... Estoy más que segura de ello. ¿Quieres comprobarlo esta noche?
Vodka oía la conversación atento mientras no distraía su vista de la carretera.
—Vermouth, creo que si te insinúas una vez más, voy a vomitar.
Finalmente la mujer no dijo más nada hasta que llegaron a su destino. Pararon delante del hotel Baker.
—Te quedarás aquí hasta que “él” disponga lo contrario —le informó Gin a la mujer.
—¿Seguro que no te apetece subir para abrir una botella de licor?
—Por supuesto que no. No me gusta beber de donde han bebido tantos ya...
Vermouth expresó rabia de nuevo en su mirada, pero un comentario de Vodka hizo que se le pasara:
—Esto... A mí no me importaría pasar a tomar algo...
—Olvídalo, Vodka, olvídalo... Esta mujer tampoco es para ti —se burló Gin.
—Tú te lo pierdes... —alegó ella antes de dar media vuelta—. Pero ya es hora de que te vayas olvidando de esa mujercita...
Los dos hombres vieron como la mujer entraba en el hotel y desparecía de su vista.
—Qué mujer... Cuánto más bella, más irritante.
Subieron la ventanilla del coche y prosiguieron su camino con toda tranquilidad.

Capítulo 2
Había pasado un mes desde lo acontecido en el Hotel Haido. Gin y Vodka estaban en un bar. Vodka hablaba sobre la belleza de la cantante, mientras Gin se mantenía, como de costumbre, pensativo. Llegó el camarero a la mesa de ellos dos.
—Aquí tienen, dos dry martinis de parte de nuestra cantante —dijo el camarero.
—Agradézcaselo de nuestra par...
Antes de que Vodka pudiera terminar la frase, Gin metió el cigarrillo que estaba fumando dentro de la copa.
—¿Qué te propones? —dijo Gin con vehemencia.
—¿Cómo? —dijo sorprendido el camarero.
—Te he preguntado que qué quieres... ¡Vermouth!
Gin con un picahielos en la mano y un rápido movimiento, le quitó la máscara al camarero y apareció el rostro de Vermouth.
—Oh, I´m just kidding!! —dijo Vermouth—. Sólo intentaba atraer la atención de dos hombres que babean por una cantante.
—¿No te importa mostrarte? Si ven a una actriz tan famosa como tú con unos tipos como nosotros... —comentó Vodka—.
—Tranquilo, el resto de clientes también están embobados con la cantante —le tranquilizó Vermouth—.
—¿Y bien? ¿Has encontrado lo que buscabas? —preguntó Gin—.
—No... Pero estoy sobre la pista —contestó Vermouth—.
—¿La pista? Si nos dices quién es, podríamos ayudarte —dijo Vodka—.
—No te molestes, a esta mujer le encanta mantener secretos —replicó Gin—.
—Ah, ¿pero los secretos no hacen a las mujeres más interesantes? —entonó Vermouth—.
—Voy a vomitar... —espetó Gin—.
—No te pongas así... ¿Qué tal esta noche? —dijo Vermouth mientras apoyaba una mano sobre Gin—. ¿Te apetece hacer unos buenos martinis?
—¿Martinis? —se extrañó Vodka.
—¿No lo sabes? Los martinis se hacen mezclando Gin y Vermouth.
—Ju... Pero si mezclas negro con negro, sólo obtienes negro —zanjó Gin.
Cada uno se fue a realizar sus menesteres, hasta que cayó el día y se impuso la noche. Gin había llamado antes a Vermouth para que le explicara cómo había transcurrido su plan, ya que quería informar él personalmente al jefe. Quedaron en la terraza de un hotel, con la luna llena bañando el lugar. Vermouth apenas le dio detalles sobre lo ocurrido, se limitó a decir que su plan había tenido ciertas interrupciones debido a un secuestro que se produjo en el autobús donde ella iba.
—Bueno, y ahora cuéntame tú qué has hecho, es lo justo, ¿verdad? —dijo Vermouth.
—Hmm, ¿por qué debería hacerlo? ¿Por qué motivos deseas saberlo? ¿Acaso piensas traicionarme revelando mis trapos sucios? —dijo Gin, mientras el sombrero tapaba los ojos parcialmente.
—Oh, vamos, no seas tan desconfiado —reclamó Vermouth con cierta indignación.
Gin se quedó pensativo, pero al pasar unos segundos, finalmente habló y le explicó a Vermouth en qué había estado ocupado.
—¿Ves como no era tan difícil? —dijo Vermouth mientras se levantaba del asiento y se acercaba a la espalda de Gin.
—¿Qué preten...
Antes de que Gin pudiera decir nada, Vermouth había apoyado su cabeza en el hombro de Gin, dejando sus caras juntas.
—¿Recuerdas cuando dijiste que si mezclas negro con negro sólo obtienes negro?
Gin sentía cierto recelo por tener a la chica tan cerca, pero al mismo tiempo, sentía una irresistible tentación.
—Lo recuerdo —contestó Gin.
—Bien... qué tal si juntamos de tal manera el negro que la misma oscuridad parezca un haz de luz, Gin —le susurró la chica al oído.
Y así fue como Gin se rindió a la sensualidad de la mujer. Se giró y la besó. Ambos empezaron a dar rienda suelta a sus instintos.
—No me fío de ti, con lo misteriosa que eres y el secretismo con el que actúas podrías tener un cuchillo escondido y atacarme cuando esté desprevenido —dijo Gin mientras zarandeaba a la chica con deseo hacia una pared y seguía besándola.
—Bueno, tendrás que arriesgarte —dijo la chica mientras no se resistía a los besos de Gin.
—Eres una mujer despreciable e irritante, tu misterio no me atrae para nada —dijo Gin mientras llevaba a la chica a la pared del otro extremo.
—Y tú eres un hombre insufrible, siempre tan frío y distante —dijo Vermouth acercando a Gin a la cama—. Pero me encanta tu mirada de asesino...
En medio de la excitación:
—¿Te parezco ahora mismo frío y distante? —espetó Gin con una media sonrisa.
La chica le devolvió la sonrisa y dejaron arder sus deseos hasta el amanecer.

FIN
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Shots y fics varios de Detective Conan Empty Re: Shots y fics varios de Detective Conan

Mensaje  Burgundy Sáb Oct 07, 2023 9:36 pm

Rosas escribió:Muchas gracias por leerlo, Burgundy. Yo no me atrevo a leer a mi yo adolescente, seguro que escribí cosas que hoy no escribiría Embarassed  Embarassed . A continuación dejo el relato de Gin y Vermouth. Es un two-shot conjunto (el primer capítulo lo escribí yo, el segundo, un amigo).

Negro con negro
Shots y fics varios de Detective Conan Negro_10
Capítulo 1
Después de pasar satisfactoriamente el interrogatorio y salir del hotel Haido, Vermouth fumaba tranquilamente un cigarrillo en el porsche de Gin mientras se alejaban de aquel lugar que había sido escenario de tres crímenes en una sola noche.
—¿Qué te ocurre, Gin? Cualquiera diría que te ha afectado mucho el reencuentro con esa traidora...
Gin, sentado en el asiento del copiloto debido a su herida en el brazo que le impedía conducir, no decía nada. Se mantenía en silencio y pensativo. Como la de la mayoría de hombres inteligentes, su mente, nunca descansaba.
—Jefe... —murmuró Vodka, extrañado—. ¿Qué le ocurre, jefe?
Gin seguía sin responder. Sólo un comentario de la mujer le hizo hablar.
—Cualquiera diría que estás rabioso... No, más que rabioso, celoso... —espetó la mujer entre ironía y burla.
—Je... —expresó finalmente el aludido—. Tengo curiosidad por conocer al tipo que se ha llevado a Sherry, nada más... ¿Acaso tú no sientes curiosidad?
Unos breves instantes de silencio no pudieron cortar la conversación.
—Dime, Gin... ¿Por qué no las has matado? Con tu puntería podrías haberla matado al instante, atravesándole la cabeza con un solo disparo, y con suerte, le podrías haber desfigurado el rostro para que nadie la reconociera... ¿Por qué no lo has hecho?
—Porque no quería matarla ahí. Quería traerla de nuevo a La Organización... Al igual que su padre, Sherry es una científica descomunal y fue una pérdida importante para nuestros proyectos... Desde que huyó, los experimentos no han avanzado en nada. Necesitamos su cerebro, o uno igual o mejor que el suyo en el laboratorio. ¡¿Es que no puedes entender eso, Vermouth?! —gritó Gin indignado, al tiempo que giraba la cabeza para ver de cara a esa mujer.
Ella ni se inmutó. Dejó salir el humo después de la última calada y sonrió irónicamente.
—¿Estás seguro que no tomaste más jerez de la cuenta en su momento? Parece que no te sentó bien... —siguió ironizando la mujer del cabello rubio platino.
—Qué sabrás tú lo que me sienta o no bien... —respondió el hombre de los ojos verdes, que había regresado a su posición inicial, mirando al frente de la carretera.
—Oh, deberías probar cosas más apetecibles... No es propio de ti guardarle luto a nadie.
—¿Cosas más apetecibles dices? Siempre he preferido la carne joven a la no tan joven.
Estas palabras provocaron que la mujer frunciera el ceño medio molesta, pero pronto supo cómo atraer de nuevo la atención de ese hombre.
—Oh, vamos Gin... No me digas que Sherry fue lo último que probaste— se rió descaradamente la mujer.
—¿Acaso crees tú que podrás dejarme mejor sabor de boca que ella?
Volvió a guardar silencio la mujer rubia, esta vez, molesta, casi celosa; pero de nuevo supo cómo salir airosa de la conversación.
—No lo creo... Estoy más que segura de ello. ¿Quieres comprobarlo esta noche?
Vodka oía la conversación atento mientras no distraía su vista de la carretera.
—Vermouth, creo que si te insinúas una vez más, voy a vomitar.
Finalmente la mujer no dijo más nada hasta que llegaron a su destino. Pararon delante del hotel Baker.
—Te quedarás aquí hasta que “él” disponga lo contrario —le informó Gin a la mujer.
—¿Seguro que no te apetece subir para abrir una botella de licor?
—Por supuesto que no. No me gusta beber de donde han bebido tantos ya...
Vermouth expresó rabia de nuevo en su mirada, pero un comentario de Vodka hizo que se le pasara:
—Esto... A mí no me importaría pasar a tomar algo...
—Olvídalo, Vodka, olvídalo... Esta mujer tampoco es para ti —se burló Gin.
—Tú te lo pierdes... —alegó ella antes de dar media vuelta—. Pero ya es hora de que te vayas olvidando de esa mujercita...
Los dos hombres vieron como la mujer entraba en el hotel y desparecía de su vista.
—Qué mujer... Cuánto más bella, más irritante.
Subieron la ventanilla del coche y prosiguieron su camino con toda tranquilidad.

Capítulo 2
Había pasado un mes desde lo acontecido en el Hotel Haido. Gin y Vodka estaban en un bar. Vodka hablaba sobre la belleza de la cantante, mientras Gin se mantenía, como de costumbre, pensativo. Llegó el camarero a la mesa de ellos dos.
—Aquí tienen, dos dry martinis de parte de nuestra cantante —dijo el camarero.
—Agradézcaselo de nuestra par...
Antes de que Vodka pudiera terminar la frase, Gin metió el cigarrillo que estaba fumando dentro de la copa.
—¿Qué te propones? —dijo Gin con vehemencia.
—¿Cómo? —dijo sorprendido el camarero.
—Te he preguntado que qué quieres... ¡Vermouth!
Gin con un picahielos en la mano y un rápido movimiento, le quitó la máscara al camarero y apareció el rostro de Vermouth.
—Oh, I´m just kidding!! —dijo Vermouth—. Sólo intentaba atraer la atención de dos hombres que babean por una cantante.
—¿No te importa mostrarte? Si ven a una actriz tan famosa como tú con unos tipos como nosotros... —comentó Vodka—.
—Tranquilo, el resto de clientes también están embobados con la cantante —le tranquilizó Vermouth—.
—¿Y bien? ¿Has encontrado lo que buscabas? —preguntó Gin—.
—No... Pero estoy sobre la pista —contestó Vermouth—.
—¿La pista? Si nos dices quién es, podríamos ayudarte —dijo Vodka—.
—No te molestes, a esta mujer le encanta mantener secretos —replicó Gin—.
—Ah, ¿pero los secretos no hacen a las mujeres más interesantes? —entonó Vermouth—.
—Voy a vomitar... —espetó Gin—.
—No te pongas así... ¿Qué tal esta noche? —dijo Vermouth mientras apoyaba una mano sobre Gin—. ¿Te apetece hacer unos buenos martinis?
—¿Martinis? —se extrañó Vodka.
—¿No lo sabes? Los martinis se hacen mezclando Gin y Vermouth.
—Ju... Pero si mezclas negro con negro, sólo obtienes negro —zanjó Gin.
Cada uno se fue a realizar sus menesteres, hasta que cayó el día y se impuso la noche. Gin había llamado antes a Vermouth para que le explicara cómo había transcurrido su plan, ya que quería informar él personalmente al jefe. Quedaron en la terraza de un hotel, con la luna llena bañando el lugar. Vermouth apenas le dio detalles sobre lo ocurrido, se limitó a decir que su plan había tenido ciertas interrupciones debido a un secuestro que se produjo en el autobús donde ella iba.
—Bueno, y ahora cuéntame tú qué has hecho, es lo justo, ¿verdad? —dijo Vermouth.
—Hmm, ¿por qué debería hacerlo? ¿Por qué motivos deseas saberlo? ¿Acaso piensas traicionarme revelando mis trapos sucios? —dijo Gin, mientras el sombrero tapaba los ojos parcialmente.
—Oh, vamos, no seas tan desconfiado —reclamó Vermouth con cierta indignación.
Gin se quedó pensativo, pero al pasar unos segundos, finalmente habló y le explicó a Vermouth en qué había estado ocupado.
—¿Ves como no era tan difícil? —dijo Vermouth mientras se levantaba del asiento y se acercaba a la espalda de Gin.
—¿Qué preten...
Antes de que Gin pudiera decir nada, Vermouth había apoyado su cabeza en el hombro de Gin, dejando sus caras juntas.
—¿Recuerdas cuando dijiste que si mezclas negro con negro sólo obtienes negro?
Gin sentía cierto recelo por tener a la chica tan cerca, pero al mismo tiempo, sentía una irresistible tentación.
—Lo recuerdo —contestó Gin.
—Bien... qué tal si juntamos de tal manera el negro que la misma oscuridad parezca un haz de luz, Gin —le susurró la chica al oído.
Y así fue como Gin se rindió a la sensualidad de la mujer. Se giró y la besó. Ambos empezaron a dar rienda suelta a sus instintos.
—No me fío de ti, con lo misteriosa que eres y el secretismo con el que actúas podrías tener un cuchillo escondido y atacarme cuando esté desprevenido —dijo Gin mientras zarandeaba a la chica con deseo hacia una pared y seguía besándola.
—Bueno, tendrás que arriesgarte —dijo la chica mientras no se resistía a los besos de Gin.
—Eres una mujer despreciable e irritante, tu misterio no me atrae para nada —dijo Gin mientras llevaba a la chica a la pared del otro extremo.
—Y tú eres un hombre insufrible, siempre tan frío y distante —dijo Vermouth acercando a Gin a la cama—. Pero me encanta tu mirada de asesino...
En medio de la excitación:
—¿Te parezco ahora mismo frío y distante? —espetó Gin con una media sonrisa.
La chica le devolvió la sonrisa y dejaron arder sus deseos hasta el amanecer.

FIN

Esta muy bueno, ¡¡me ha gustado bastante!! Ambos capitulos son muy buenos, pero dire que el segundo me gusto un poquitin mas, especialmente por el final jejeje.
Y es normal sentir un poco de verguenza por cosas que escribimos, o dibujamos hace años, yo veo mis dibujos de hace 5 años y tambien me dan algo de pena jajaja, aunque yo considero que tus historias estan geniales, no veo por lo que avergonzarse, si estan muy bien hechas.
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Shots y fics varios de Detective Conan Empty Re: Shots y fics varios de Detective Conan

Mensaje  Rosas Miér Oct 11, 2023 1:01 pm

Voy a dejar el último two-shot que tengo de aquella época (lo demás son fics largos y drabbles). Ni Heiji ni Kazuha me gustan especialmente, el personaje que me motivó a escribir el relato fue Soshi Okita. Desde su aparición en el capítulo 263 ("Doble misterio en Osaka: los espadachines de Naniwa...") me gustó bastante y tuve ganas de saber más de él. Luego supe que salía en Yaiba, la otra gran obra de Gosho, y me ayudó a configurar la acción del shot.
Un digno rival
Shots y fics varios de Detective Conan Un_dig10
Capítulo 1
El torneo regional de kendo reúne cada año a jóvenes estudiantes de instituto que luchan con toda su fuerza, velocidad, técnica y destreza para llegar a lo más alto. El polideportivo central de Naniwa se llena de público de todas las edades. Espectadores que sufren, ríen, lloran, aclaman, gozan, festejan, se enfurecen... con cada golpe, ataque o movimiento que presencian en el campo de batalla.
Tal día como hoy, en el que se juega la final, la emoción no podía ser menos. El público aclama con furor el nombre del liceo al cual quieren ver como vencedor: el Senshin de Kyoto o el Kaiho de Osaka.
—¡¡Por fin!!¡¡Ahí está!! —exclama una chica mientras señala con la punta del dedo el centro de la pista—. ¡¡Es Heiji!!
La mujer que tiene al lado le sonríe y fija su mirada en el chico que le había señalado la chica. Parece no querer perder detalle de lo que pueda suceder de ahora en adelante.
Los dos rivales se posicionan uno en frente del otro. Están esperando la orden del árbitro para comenzar. Mientras uno sujeta con fuerza la espada de madera con las dos manos, apuntando hacia arriba y adelante; el otro se la coloca hacia atrás, por encima del hombro.
—Pero… ¿Qué está haciendo ese chico? —se extraña la mujer de antes.
—Esa es su posición de ataque —le responde la joven.
—¿Su posición de ataque? —vuelve a preguntar la mujer, sin comprender la situación—. ¿Quién es?
—¿No lo conoces, Shizuka? ¡Es Soshi Okita! ¡El sexto de la estirpe! —explica la chica.
—Ah, sí... He oído decir que tiene un talento innato para el kendo.
—Sí, es cierto... ¡Y también dicen que su familia regenta un dojo y que cada día le obligan a entrenar muy duro! ¡¡Es un rival digno de Heiji!!
—Vaya... No sabía que te gustara tanto el kendo, Kazuha —puntuó la mujer.
—Ah, no, yo... —la joven intenta buscar una respuesta cuando el árbitro da la señal de inicio.
El jugador del liceo Kaiho empieza atacando. Primero intenta golpear la frente de su adversario, después el abdomen y, por último, el antebrazo derecho. No lo roza en ninguno de los tres ataques. Okita lo evita dando pasos cortos pero rápidos hacia los lados. Su velocidad impresiona.
—¡¡Woah!! ¡¡Es increíble!! —declara la chica—. ¡¡Ha esquivado todos los ataques de Heiji!!
—Sí, dicen que tiene un talento natural para evitar el ataque de cualquier espada —confiesa la madre del jugador del Kaiho.
En el campo de batalla, Soshi Okita se dispone a atacar. Levanta la espada con fuerza y, después de avanzar unos pasos, la deja caer sobre la cabeza de su contrincante. No obstante, Hattori también es ágil y veloz y puede frenar el ataque con su espada. Espadas vienen, espadas van. Ataque tras ataque, shinai contra shinai. El combate parece estar muy igualado, tanto en técnica y fuerza, como en velocidad y resistencia. Ninguno de los dos cede a la presión del otro y, cuánto más se empeña uno por golpear al otro; el otro más se centra en frenar ese golpe y contraatacar rápidamente con más fuerza aún. Quizás fue así como, después de parar un ataque de Hattori, Okita contraatacó con tanta fuerza que, al golpearle la parte derecha del cuello, introdujo su espada bajo el men de Hattori y le hizo un corte detrás de la oreja. Quitándole importancia al hecho de que la herida estuviera sangrando en abundancia, los dos luchadores se miraron a la cara –en el grado que les permitía hacerlo el men– posicionándose en guardia básica y dejando escapar grandes suspiros provocados por el agotamiento, tanto físico como mental.

Capítulo 2
No fue mucho el tiempo que permanecieron así. Los jueces tomaron la decisión de dar el combate por finalizado y Hattori fue llevado a la sala de curas, donde le quitaron el men y los guantes y le aplicaron las curas necesarias para frenar la pérdida de sangre. A los pocos minutos dos mujeres con cara de preocupación y angustia irrumpieron en la sala de enfermería.
—¡¡Heiji!! —gritaron ambas al unísono.
—¿¡Mamá!? ¿¡Kazuha!? —exclamó el chico, incorporándose de la camilla para ver de quiénes se trataba.
—Heiji... ¿Cómo te encuentras? —preguntó la chica, acercándose a él.
—Bien, no ha sido más que una herida superficial —el chico volteó un poco la cabeza y les enseñó el lugar de la herida—. Con esta gasa que me han puesto ya no hay peligro de que se me infecte, y he dejado de sangrar, que era lo importante.
—Me alegro de que no haya sido nada... —expresó la joven, aliviada.
—Heiji, llamaré a tu padre para contarle lo que ha sucedido...
—Pché... Haz lo que quieras —respondió el joven fingiendo que no quería saber nada del asunto.
La mujer salió a fuera para hacer la llamada y Heiji y Kazuha se quedaron solos. Después de un rato sin saber qué decir, él preguntó:
—¿Y tú por qué te has puesto tan nerviosa hace un momento?
—¿Yo? ¿¡Pero qué dices!? ¡¡Eso son sólo ideas tuyas!! ¿¡Por qué iba a ponerme nerviosa!?
—Dímelo tú —contestó el muchacho con seguridad.
—Disculpen... —les llamó la atención una enfermera que se había acercado a ellos—. No es bueno para el herido que se exalte tanto después de haber perdido tanta sangre… Lo mejor es que se quede un rato acostado mientras repone fuerzas. Un poco de comida le iría bien para recuperar energías.
—De acuerdo, iré a comprarle algo —se ofreció Kazuha—. ¡Te veo luego, Heiji!
El chico observó como su amiga cerraba la puerta y se tumbó de nuevo en la camilla. Ella, con el pomo de la puerta todavía en la mano, dejó salir un suspiro de resignación antes de levantar la mirada.
—¿¡Qué haces tú aquí!? ¡¡Si has venido a rematar a Heiji, te puedes largar por donde has venido!! —exclamó la chica desde el otro lado de la puerta.
—¿¡Eh!? No, no... Sólo venía a ver cómo estaba —aclaró el joven que acababa de acercarse a la sala de curas.
—Parece que está bien —respondió con desconfianza la chica—. Por suerte no ha sido nada grave.
—Me alegro —comentó Okita—. Voy a entrar a verle... Si me das tu permiso, claro —añadió al final.
Ella no contestó y frunció el ceño mientras el chico entraba en la sala.
—¿Ya estás de vuelta? Qué rá... —Heiji no terminó la frase al ver que no era Kazuha quien había entrado—. Estoy vivo, si es eso lo que te preocupaba —dijo Hattori.
—No... Lo que me preocupaba era que te lo hubieras tomado como algo personal —confesó Okita.
—Idiota... El kendo es un deporte y esto era una competición. No puede haber problemas personales entre dos personas que apenas se conocen... Es la primera vez que te veo sin el men —explicó el moreno, sin apartar la vista de la cara de Okita.
—Bueno, en vista de que estás bien y que no hay rencor entre nosotros, me voy. Espero que nos veamos el año que viene también.
—Yo también lo espero. Anda, ¡ve de una vez a recoger el premio!
—¿El premio? ¿Qué premio?
—¿Cuál va a ser? ¡El tuyo! Has ganado, ¿no?
—Claro que no. Los jueces han parado el combate por decisión médica. Parece que este año no habrá ganador.
Al oír estas palabras a Hattori se le iluminó el rostro y dijo:
—Qué buena noticia. Entonces esperaré el año que viene con más ganas. Quiero una revancha.
Okita asintió con la cabeza y habló:
—Kikuichimonji y yo entrenaremos cada día esperando con ansias la fecha.
—¿Kikuichimonji? —repitió Hattori, dejando ver que no comprendía de quién le estaba hablando.
—Kikuichimonji es mi katana, la de verdad —contestó Okita, travieso.
En ese momento entró Kazuha con un paquete de galletas en la mano.
—Bueno, ahora sí que me voy. ¡¡Me voy antes de que tu novia me eche!!
—¡¡Idiota!! ¡¡¡No somos novios!!! —gritaron los dos aludidos al mismo tiempo.
—¿Ah, no? Por como lo animabas antes pensé que eras su novia... Qué divertido. ¡Adiós!
Okita salió de la sala al instante. Kazuha recuperó la compostura y le ofreció a Heiji las galletas que le había comprado.
—¿¡Heiji!? ¿¡Me estás escuchando!?
—¿¡Eh!? ¿Qué? ¿Qué decías?
—Te decía que si quieres comer unas galletas ahora... ¿En qué estabas pensando?
El chico sonrió de soslayo y musitó:
—Pensaba que mis dos rivales tienen la misma cara.
Kazuha no comprendió del todo las palabras de su amigo, pero no dijo nada. Se quedó junto a él, en silencio, mientras esperaban que volviera su madre y observaba como Heiji le daba el primer mordisco a la galleta con la cara iluminada. Algo brillante le estaba pasando por la mente y le dibujaba esa expresión de satisfacción en el rostro. Esa expresión que a ella tanto le gustaba ver.
FIN
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Mensaje  Burgundy Vie Oct 13, 2023 8:42 pm

Rosas escribió:Voy a dejar el último two-shot que tengo de aquella época (lo demás son fics largos y drabbles). Ni Heiji ni Kazuha me gustan especialmente, el personaje que me motivó a escribir el relato fue Soshi Okita. Desde su aparición en el capítulo 263 ("Doble misterio en Osaka: los espadachines de Naniwa...") me gustó bastante y tuve ganas de saber más de él. Luego supe que salía en Yaiba, la otra gran obra de Gosho, y me ayudó a configurar la acción del shot.
Un digno rival
Shots y fics varios de Detective Conan Un_dig10
Capítulo 1
El torneo regional de kendo reúne cada año a jóvenes estudiantes de instituto que luchan con toda su fuerza, velocidad, técnica y destreza para llegar a lo más alto. El polideportivo central de Naniwa se llena de público de todas las edades. Espectadores que sufren, ríen, lloran, aclaman, gozan, festejan, se enfurecen... con cada golpe, ataque o movimiento que presencian en el campo de batalla.
Tal día como hoy, en el que se juega la final, la emoción no podía ser menos. El público aclama con furor el nombre del liceo al cual quieren ver como vencedor: el Senshin de Kyoto o el Kaiho de Osaka.
—¡¡Por fin!!¡¡Ahí está!! —exclama una chica mientras señala con la punta del dedo el centro de la pista—. ¡¡Es Heiji!!
La mujer que tiene al lado le sonríe y fija su mirada en el chico que le había señalado la chica. Parece no querer perder detalle de lo que pueda suceder de ahora en adelante.
Los dos rivales se posicionan uno en frente del otro. Están esperando la orden del árbitro para comenzar. Mientras uno sujeta con fuerza la espada de madera con las dos manos, apuntando hacia arriba y adelante; el otro se la coloca hacia atrás, por encima del hombro.
—Pero… ¿Qué está haciendo ese chico? —se extraña la mujer de antes.
—Esa es su posición de ataque —le responde la joven.
—¿Su posición de ataque? —vuelve a preguntar la mujer, sin comprender la situación—. ¿Quién es?
—¿No lo conoces, Shizuka? ¡Es Soshi Okita! ¡El sexto de la estirpe! —explica la chica.
—Ah, sí... He oído decir que tiene un talento innato para el kendo.
—Sí, es cierto... ¡Y también dicen que su familia regenta un dojo y que cada día le obligan a entrenar muy duro! ¡¡Es un rival digno de Heiji!!
—Vaya... No sabía que te gustara tanto el kendo, Kazuha —puntuó la mujer.
—Ah, no, yo... —la joven intenta buscar una respuesta cuando el árbitro da la señal de inicio.
El jugador del liceo Kaiho empieza atacando. Primero intenta golpear la frente de su adversario, después el abdomen y, por último, el antebrazo derecho. No lo roza en ninguno de los tres ataques. Okita lo evita dando pasos cortos pero rápidos hacia los lados. Su velocidad impresiona.
—¡¡Woah!! ¡¡Es increíble!! —declara la chica—. ¡¡Ha esquivado todos los ataques de Heiji!!
—Sí, dicen que tiene un talento natural para evitar el ataque de cualquier espada —confiesa la madre del jugador del Kaiho.
En el campo de batalla, Soshi Okita se dispone a atacar. Levanta la espada con fuerza y, después de avanzar unos pasos, la deja caer sobre la cabeza de su contrincante. No obstante, Hattori también es ágil y veloz y puede frenar el ataque con su espada. Espadas vienen, espadas van. Ataque tras ataque, shinai contra shinai. El combate parece estar muy igualado, tanto en técnica y fuerza, como en velocidad y resistencia. Ninguno de los dos cede a la presión del otro y, cuánto más se empeña uno por golpear al otro; el otro más se centra en frenar ese golpe y contraatacar rápidamente con más fuerza aún. Quizás fue así como, después de parar un ataque de Hattori, Okita contraatacó con tanta fuerza que, al golpearle la parte derecha del cuello, introdujo su espada bajo el men de Hattori y le hizo un corte detrás de la oreja. Quitándole importancia al hecho de que la herida estuviera sangrando en abundancia, los dos luchadores se miraron a la cara –en el grado que les permitía hacerlo el men– posicionándose en guardia básica y dejando escapar grandes suspiros provocados por el agotamiento, tanto físico como mental.

Capítulo 2
No fue mucho el tiempo que permanecieron así. Los jueces tomaron la decisión de dar el combate por finalizado y Hattori fue llevado a la sala de curas, donde le quitaron el men y los guantes y le aplicaron las curas necesarias para frenar la pérdida de sangre. A los pocos minutos dos mujeres con cara de preocupación y angustia irrumpieron en la sala de enfermería.
—¡¡Heiji!! —gritaron ambas al unísono.
—¿¡Mamá!? ¿¡Kazuha!? —exclamó el chico, incorporándose de la camilla para ver de quiénes se trataba.
—Heiji... ¿Cómo te encuentras? —preguntó la chica, acercándose a él.
—Bien, no ha sido más que una herida superficial —el chico volteó un poco la cabeza y les enseñó el lugar de la herida—. Con esta gasa que me han puesto ya no hay peligro de que se me infecte, y he dejado de sangrar, que era lo importante.
—Me alegro de que no haya sido nada... —expresó la joven, aliviada.
—Heiji, llamaré a tu padre para contarle lo que ha sucedido...
—Pché... Haz lo que quieras —respondió el joven fingiendo que no quería saber nada del asunto.
La mujer salió a fuera para hacer la llamada y Heiji y Kazuha se quedaron solos. Después de un rato sin saber qué decir, él preguntó:
—¿Y tú por qué te has puesto tan nerviosa hace un momento?
—¿Yo? ¿¡Pero qué dices!? ¡¡Eso son sólo ideas tuyas!! ¿¡Por qué iba a ponerme nerviosa!?
—Dímelo tú —contestó el muchacho con seguridad.
—Disculpen... —les llamó la atención una enfermera que se había acercado a ellos—. No es bueno para el herido que se exalte tanto después de haber perdido tanta sangre… Lo mejor es que se quede un rato acostado mientras repone fuerzas. Un poco de comida le iría bien para recuperar energías.
—De acuerdo, iré a comprarle algo —se ofreció Kazuha—. ¡Te veo luego, Heiji!
El chico observó como su amiga cerraba la puerta y se tumbó de nuevo en la camilla. Ella, con el pomo de la puerta todavía en la mano, dejó salir un suspiro de resignación antes de levantar la mirada.
—¿¡Qué haces tú aquí!? ¡¡Si has venido a rematar a Heiji, te puedes largar por donde has venido!! —exclamó la chica desde el otro lado de la puerta.
—¿¡Eh!? No, no... Sólo venía a ver cómo estaba —aclaró el joven que acababa de acercarse a la sala de curas.
—Parece que está bien —respondió con desconfianza la chica—. Por suerte no ha sido nada grave.
—Me alegro —comentó Okita—. Voy a entrar a verle... Si me das tu permiso, claro —añadió al final.
Ella no contestó y frunció el ceño mientras el chico entraba en la sala.
—¿Ya estás de vuelta? Qué rá... —Heiji no terminó la frase al ver que no era Kazuha quien había entrado—. Estoy vivo, si es eso lo que te preocupaba —dijo Hattori.
—No... Lo que me preocupaba era que te lo hubieras tomado como algo personal —confesó Okita.
—Idiota... El kendo es un deporte y esto era una competición. No puede haber problemas personales entre dos personas que apenas se conocen... Es la primera vez que te veo sin el men —explicó el moreno, sin apartar la vista de la cara de Okita.
—Bueno, en vista de que estás bien y que no hay rencor entre nosotros, me voy. Espero que nos veamos el año que viene también.
—Yo también lo espero. Anda, ¡ve de una vez a recoger el premio!
—¿El premio? ¿Qué premio?
—¿Cuál va a ser? ¡El tuyo! Has ganado, ¿no?
—Claro que no. Los jueces han parado el combate por decisión médica. Parece que este año no habrá ganador.
Al oír estas palabras a Hattori se le iluminó el rostro y dijo:
—Qué buena noticia. Entonces esperaré el año que viene con más ganas. Quiero una revancha.
Okita asintió con la cabeza y habló:
—Kikuichimonji y yo entrenaremos cada día esperando con ansias la fecha.
—¿Kikuichimonji? —repitió Hattori, dejando ver que no comprendía de quién le estaba hablando.
—Kikuichimonji es mi katana, la de verdad —contestó Okita, travieso.
En ese momento entró Kazuha con un paquete de galletas en la mano.
—Bueno, ahora sí que me voy. ¡¡Me voy antes de que tu novia me eche!!
—¡¡Idiota!! ¡¡¡No somos novios!!! —gritaron los dos aludidos al mismo tiempo.
—¿Ah, no? Por como lo animabas antes pensé que eras su novia... Qué divertido. ¡Adiós!
Okita salió de la sala al instante. Kazuha recuperó la compostura y le ofreció a Heiji las galletas que le había comprado.
—¿¡Heiji!? ¿¡Me estás escuchando!?
—¿¡Eh!? ¿Qué? ¿Qué decías?
—Te decía que si quieres comer unas galletas ahora... ¿En qué estabas pensando?
El chico sonrió de soslayo y musitó:
—Pensaba que mis dos rivales tienen la misma cara.
Kazuha no comprendió del todo las palabras de su amigo, pero no dijo nada. Se quedó junto a él, en silencio, mientras esperaban que volviera su madre y observaba como Heiji le daba el primer mordisco a la galleta con la cara iluminada. Algo brillante le estaba pasando por la mente y le dibujaba esa expresión de satisfacción en el rostro. Esa expresión que a ella tanto le gustaba ver.
FIN

Wow, la verdad es que como a ti, yo tampoco soy tan fanatica de Heiji ni de Kazuha, no los odio pero no son de mis favoritos, aun asi, he disfrutado muchisimo leer este two-shot que escribiste.

Me gusto mucho como se describio el torneo de Kendo, la verdad es que yo de deportes japoneses no se casi nada, pero creo que te ha quedado interesante, asi como el pensamiento que tienen Heiji al final en donde piensa "Mis dos rivales tienen la misma cara", me ha sacado una sonrisa y una pequeña risita, muy buena, siento que tu fanfic es de aquellos que se sienten muy similares a la serie, has capturado a los personajes tal y como son, lo cual es algo que no todos logran hacer.
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Shots y fics varios de Detective Conan Empty Re: Shots y fics varios de Detective Conan

Mensaje  Rosas Mar Oct 17, 2023 11:40 am

No sé si es por nostalgia, pero me han dado ganas de compartir el fic que escribí hace años de Magic Kaito. Lo he leído por encima y he visto algunos errores de redacción. Aun así, creo que se puede leer y entender. Iré dejando capítulos (publicarlo todo de golpe no se puede porque es muy largo Laughing ). Si alguien quiere comentar algo, puede hacerlo sin problemas, aunque dudo que a estas alturas cambie el argumento Razz  Razz .

Cuando el monóculo y el sombrero caen...
Shots y fics varios de Detective Conan Cuando11
Capítulo 1
Desde hace algunos años, la sociedad está alborotada ante la aparición de un escurridizo ladrón de guante blanco. Es un ladrón con clase, con elegancia, con fingida soberbia, capaz de mantener una sonrisa incluso en las situaciones más complicadas y desesperadas. Por más cerrada y vigilada que esté una caja fuerte, todo resultará inútil ante él. Es demasiado bueno en el arte del disfraz: es capaz de cambiar incluso el tipo de letra y su voz para hacerse pasar por otra persona, razón que le ha permitido no haber sido atrapado todavía por la policía.
A pesar de ser un fugitivo de la justicia, hace un valor sobre la misma y no se puede decir de él que sea alguien malvado, más bien todo lo contrario... En sus apariciones, procura que nadie salga herido de gravedad y se preocupa por el bienestar de quienes le rodean. A todos estos datos hay que sumarle que es un gran mago, y hace gala de sus trucos y trampas para huir de la policía y lograr sus objetivos. Sus robos son auténticos espectáculos de magia. Incluso su vestimenta habitual se asemeja a un traje de mago: sombrero de copa, capa blanca y traje del mismo color, el color de la luz solar no descompuesta en los varios colores del espectro. También se desplaza y huye en un ala-delta blanca, que no le es difícil controlar.
Al querido ladrón se lo conoce también con el número 1412, pero gracias a una lectura rápida que hizo un famoso escritor, se le conoce más por el nombre de Kaito Kid. “Kaito” en japonés significa “ladrón extraordinario” y “Kid” en inglés es “chico”. En sus inicios como ladrón, robaba todo tipo de obras de arte: cuadros, joyas, estatuas... Sin embargo, en sus últimas apariciones, se ha limitado al robo de joyas. Sus últimos objetivos han sido el rubí Red Tear; el topacio Crystal Mother; la esmeralda Green Dream; el zafiro Blue Birthday; el Blue Wonder, aguamarina que pertenece al adinerado Jirokichi Suzuki; la Black Star, perla negra que pertenece a la misma familia; y el Golden Eye, entre otros. La mayoría de veces logra sus objetivos, pero en ocasiones se le presentan complicaciones y debe abandonar el escenario sin que pueda llevarse consigo la joya que anhela. Aun así, siguen sin poder atraparlo.
Los agentes más movilizados e interesados en atrapar a Kaito Kid son los policías del cuartel de Minato, sobre todo el inspector Nakamori, y la Interpol (Organización Internacional de Policía Criminal). También cabe nombrar a algunos detectives como Saguru Hakuba, Shinichi Kudo y Kogoro Mouri que le han tenido muy acorralado o cerca en algunas ocasiones, pero a pesar de ello no han logrado capturarlo. Estos datos y unos pocos más son los que se conocen de este ladrón. El dato que completaría el informe sería la revelación de su identidad, por el momento, desconocida.
Pese a ser un fugitivo de la ley y la justicia, cuenta con un gran número de seguidores, la mayoría chicas adolescentes que se limitan a contemplarlo y a coleccionar todo tipo de complementos, objetos y demás accesorios que tengan que ver con el ladrón.
En conclusión, hay un antes y un después en la sociedad y en la policía tras la aparición de Kaito Kid. Pero... ¿Qué pasará el día que se sepa quién es en realidad el ladrón? ¿Se sabrá algún día? ¿Habrá otro “antes y después”? ¿Quién se esconde en realidad bajo la capa, el sombrero y el monóculo?

Capítulo 2
Era una mañana soleada y despejada, el sol sobre el asfalto de la calle se proyectaba potente y penetrante.
―Uaaah... ―bostezó un chico―. ¿¡Por qué has tenido que venir a buscarme tan temprano!? ―preguntó él a la chica que lo acompañaba.
―¿¡Y qué quieres qué haga!? ―le replicó ella―. ¡Hace más de una semana que llegas tarde día tras día!
―Es que esto de trabajar de noche tiene sus perjuicios... ―pensó el chico para sí.
Entre reclamos, quejas y bromas, llegaron juntos al instituto.
―¡Buenos días, Aoko! ―gritó una compañera a la chica que acababa de llegar.
―¡Hola, Keiko! ¿Cómo estás? ―respondió ella.
―¡Muy bien! Con Akako estábamos viendo la noticia que sale en el periódico...
―No me lo digas... ―expresó la chica―. ¿Otra vez ese ladrón...?
―Sí... ―afirmó la chica del cabello claro y las dos coletas―. Esta vez parece que va a robar una nueva joya. Se trata de la joya “Pink Green Empire”, una alejandrita que de día tiene un parecido con el “fuego verde” de las esmeraldas y, de noche, adopta el brillante lustre rojo de los rubíes. Lo ha anunciado mediante una nota que todavía no ha sido descifrada... Mira la copia que sale junto a la noticia:

«Cuando los tres arcángeles reunidos se separen,
apareceré yo inevitablemente como una paloma divina
y me llevaré lo que intente proteger sin éxito el caballo blanco,
dejándolo una vez más fuera de juego».

―Vaya, así que me reta directamente... ―intervino un chico de cabello claro que había estado escuchando atentamente.
―¿¡Hakuba!? ―exclamó Aoko―. ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
―El suficiente como para haber oído la noticia que leíais sobre Kaito Kid... Por cierto, puedes dejar de llamarme Hakuba... Llámame Saguru.
―¡Eres muy amable, Saguru! ―expresó la chica del cabello alborotado.
―Qué va... Sólo es un presumido ―pensó para sí el chico que había llegado con Aoko.
―¿Por qué dices que te reta? ―preguntó Keiko a Saguru.
―Porque lo hace... Lo dice claramente esa nota... ―respondió él.
―¿Ya lo has descifrado? ―preguntó interesada Aoko.
―Por supuesto... Cuando dice “Cuando los tres arcángeles reunidos se separen” se refiere al finalizar el día 29 de septiembre, es decir, a las 00:00, indicando el final del día 29 y el inicio del día 30.
―¿Por qué el día 29? ―siguió preguntando la chica.
―En varios países occidentales tienen asignadas cada fecha a un Santo. El día 29 de septiembre corresponde a San Miguel, San Gabriel y San Rafael, tres arcángeles.
―¿Y cómo se sabe que planea robar esa joya?
―Porque dejó la nota sobre el cristal protector de esta... Por alguna razón no robó la joya en ese momento. Supongo que es porque le gusta retar a la policía y así dejarnos en ridículo, así que quiso dejar el aviso.
―Ya entiendo... ¿Pero por qué dices que te reta?
―Porque cuando habla de “apareceré yo inevitablemente como una paloma divina”, se refiere a él mismo, que vendrá del cielo con su ala-delta blanca... Y se refiere a mí cuando habla de “me llevaré lo que intente proteger sin éxito el caballo blanco”... “Saguru Hakuba” significa literalmente “caballo blanco”. Ese pretencioso planea dejarme en ridículo, pero le atraparé pase lo que pase y revelaré su identidad a todo el mundo. Le quitaré yo mismo ese monóculo para que todo el mundo descubra quién se esconde tras de él...
―No creo que seas capaz de hacer eso... ―pensaba para sí mismo, Kaito, con una sonrisa medio burlona.
―¡Yo te apoyo, Saguru! ―exclamó Aoko, levantando un brazo, decidida―. ¡Ya va siendo hora de atrapar a ese ladronzuelo que lo único que hace es estorbar y molestar a la policía! ¡Yo pienso estar presente cuando ese Kid aparezca!
―¿Para qué vas a ir? ―intervino Kaito―. Total, se os escapará de nuevo... Es mejor que no vayas si no quieres llorar...
―¡No se escapará! ―puntuó ella―. ¡No hay ladrón que no deje tras de sí una huella!
―Kaito Kid es la excepción ―señaló Kaito, contento.
―Oye Kuroba... ―apeló Saguru― ¿Por qué sonríes tanto cuando hablas de Kaito Kid? ¿Qué tienes tú que ver con él? Sabemos que tiene un cómplice... ¿No serás tú?
―Tsk... Deja de decir estupideces ―fingió indiferencia Kaito.
La inesperada llegada de la profesora les obligó a sentarse en sus pupitres y a dar por terminada la conversación.

Capítulo 3
Pendientes de los relojes y con los ojos bien abiertos, cientos de policías custodiaban el “Pink Green Empire”. Faltaban pocos minutos para que Kaito Kid hiciera su muy esperada aparición, tal y como había anunciado en su nota.
―De esta noche no pasa que le atrapemos... ―sonreía el inspector Nakamori―. Lo hemos calculado todo hasta el más mínimo detalle... Cuando corte la luz y haga su aparición, le deslumbraremos con unos focos potentes, que harán que no pueda ver durante unos segundos. Entonces aprovecharemos y le capturaremos. Ese truco que ha utilizado tantas veces contra nosotros se volverá contra él.
La risa potente y satisfactoria del inspector resonaba fuertemente.
―Papá parece muy seguro de sí mismo...
―¿De verdad cree que Kid no será capaz de esquivar ese truco? ―intervino Saguru pensativo―. Piense que si lo utiliza tan a menudo debe dominarlo a la perfección...
―¿¡Qué estás haciendo tú aquí!? ―preguntó el inspector, entre sorprendido y molesto.
―Creo que su pregunta sobra, ahora lo importante es verificar que todo esté bajo control y que Kid no nos agarre desprevenidos...
―Se te ve muy tranquilo, Saguru... ―comentó Aoko, que le había estado observando atenta.
Él sonrió de soslayo y siguió la conversación.
―Justo antes de un enfrentamiento el temor es más grande, pero si logras mantenerte firme, el temor conquistado da lugar a la mejor condición mental.
La chica le estuvo mirando un rato más, complacida al verle tan seguro de sí mismo, y no apartó los ojos de él hasta que desapareció tras la puerta de la sala.
―Pché... ―expresó el inspector con una actitud similar a la repugnancia y el rechazo, pero con un tono de indiferencia―. ¿Cómo pretende atrapar a Kid si desaparece cuando el ladrón va a hacer su aparición?
―¡Déjale, papá! Saguru es muy inteligente y seguro que trama algo.
Se apagaron las luces de la sala de repente. Kid acababa de llegar. Con un ágil salto se acercó a la caja protectora que cubría la joya que le interesaba, pero justo cuando le había puesto las manos encima, una luz cegadora le alumbró el rostro y le tuvo desconcertado unos instantes. Fue tiempo más que suficiente para que dejara caer el “Pink Green Empire” al suelo cuando optó por taparse los ojos con las manos para protegerse de la luz.
―¡Le tenemos! ―exclamó orgulloso el inspector, levantando un brazo en señal de victoria.
―Nunca había estado tan equivocado, inspector Nakamori... ―pronunció Kid al tiempo que sacaba unas gafas especiales y se las ponía―. Estas son las gafas que utilizo para proteger mi vista cuando lanzo alguna bomba de luz. Son muy útiles y me permiten divisar perfectamente todo lo que hay a mi alrededor.
Con una sonrisa rebelde, el ladrón recogió la joya del suelo y, lanzando una bomba de humo, se despidió.
―Ha sido más fácil de lo que pensaba... ¡Hasta otra ocasión, inspector!
Dicho y hecho, el ladrón desapareció sin dejar rastro tras la humareda que desprendía su bomba.
―¡Maldito Kid! Algún día me daré el gusto de verte tras las rejas de una cárcel... ―murmuraba el inspector con rabia―. Ahora que por fin me han transferido de la Comisaría de Minato a la Jefatura Central de la Policía Metropolitana de Tokio, no puedo decepcionar a quienes me han dado su apoyo... Kid te atraparé aunque sea lo último que haga... ¡Lo juro por mi orgullo de policía!

Capítulo 4
No muy lejos de ahí, en la sala contigua de donde se había cometido el robo, una figura humana se hallaba esperando satisfactoriamente delante de la compuerta de ventilación, que en ese momento se estaba abriendo; mejor dicho, alguien estaba abriendo.
―Supuse que más tarde o más temprano nos encontraríamos... ―reveló el ladrón, mientras sacaba parte de su cuerpo de aquel conducto que le había servido momentáneamente como vía de escape―. Lo pensé nada más ver que no estabas en la escena del robo... Todo un detalle por tu parte haberme esperado, señor detective... ―dijo mientras se ponía en pie.
―Me veré recompensado cuando te atrape... Y saborearé ese momento como saborea un niño un caramelo... Ya sabes, “al caramelo, cuánto más se lo desea, más se lo disfruta”.
―Te equivocas conmigo... ―susurró el ladrón, sonriendo de soslayo―. No soy tan dulce como un caramelo... Más bien soy como un helado, frío y dulce a la vez.
―Los helados terminan por derretirse... ―hizo notar el joven de cabello castaño.
―Se derriten sólo si nadie es capaz de comérselos antes... ―metaforizó Kid.
―Me parece muy bien, pero dejemos los dulces y postres de lado y vayamos al grano...
―¿Al grano? Lo siento, pero yo a donde voy se le conoce como “cielo”...
El ladrón, que durante la charla se había ido acercando hacia un ventanal enorme, de más de cuatro metros de ancho y alto, levantó su brazo como si quisiera golpear el cristal.
―Entretenida estuvo la conversación, pero llegó el final del show... ―se iba despidiendo Kid.
―¿El final? ―se extrañó el detective―. ¡Yo más bien diría que acaba de empezar!
Tomando dos espadas de esgrima, una que estaba de muestra en una pared de la sala, y otra que servía de complemento de una estatua, Hakuba retó al ladrón a un duelo de espadas.
―Vaya, así que también tienes conocimientos de esgrima... Cada vez te vas pareciendo más a Sherlock Holmes... ―expresó el ladrón con cierta ironía.
―Supongo que no me negarás el duelo... ―espetó el detective.
―Por supuesto que no, no soy mago de irme y dejar al público sin espectáculo... Yo, el ladrón fantasma, puedo ser un artista creativo además de un cazador diestro. Pero detective... vosotros sólo sois críticos amargados o perros que olisquean, ¿verdad?
Tras estas irónicas palabras que encendieron aún más el orgullo creciente del detective, Hakuba lanzó una de las espadas al aire, que sin mucha dificultad, Kid logró agarrar por la empuñadura con un gesto y movimiento muy galante.
―No me digas que nos jugamos mi captura en un duelo de esgrima... ―mencionó Kid.
―Está claro que no... Sólo me apetece comprobar si soy capaz de ganarte en algo... ―contestó con sinceridad presumida el detective.
Dichas estas palabras, se colocaron en posición y empezaron el duelo.

Capítulo 5
Tras varios minutos de combatir intensamente con el arma negra, que no poseía ni filo ni punta, es decir, que no se podía cortar ni pinchar con ella; ambos empezaron a verse cansados, tanto por su respiración acelerada y agitada, como por el sudor que les  resbalaba inevitablemente por la cara.
―No esperaba menos de un fanático de Holmes... ―argumentó el ladrón, reconociendo que el detective tenía gran habilidad en ese deporte.
―Tú tampoco lo haces nada mal, para ser sólo un principiante... ―espetó Hakuba―. Tu técnica y estilo dejan mucho que desear, pero empuñas y atacas con seguridad y astucia... A veces consigues sorprenderme.
Kid hizo un gesto de desprecio hacia sus palabras, las galanterías de un detective presumido no era algo que le entusiasmara demasiado.
―¡Inspector, está aquí! ¡Kid está aquí! ―exclamó un policía que acababa de entrar en la sala.
―¡Sabía que no podía haber huido demasiado lejos! ―se emocionó el inspector―. Después de meditarlo un rato llegué a la conclusión de que habías utilizado el conducto de ventilación para huir y, sabiendo que desde esta sala el viento que sopla hoy facilita una huida en ala-delta hacia el sur-oeste, ¡supe que vendrías aquí! ―relataba satisfecho el inspector―. ¡Qué plan tan previsible y carente de complicación has ideado esta vez, Kid! ―se burlaba el inspector.
―¿Y por qué iba a querer complicarme ideando un plan de huida, si huiré igualmente ―respuso Kid, dejando caer su espada en el suelo y sonriendo fríamente.
Con suma rapidez, el ladrón se colocó a un lado del enorme ventanal.
―¿Está preparado inspector? Ahora comenzará el show de verdad... ¡No aparte los ojos del espectáculo!
Alzando su brazo derecho y cerrando el puño de la misma mano con fuerza, dio un golpe contundente al cristal del ventanal. En un principio, no parecía que fuera a hacer más que un pequeño agujero y unas cuantas grietas, pero por algún motivo, logró reventar todo el cristal y este se descompuso en mil fragmentos que fueron descendiendo precipitada y desordenadamente. Mientras los testigos se cubrían los ojos para que ningún cristal les entrara en el ojo, el artista del robo desapareció como por arte de magia.
Pasados unos segundos, cuando el aire se hubo despejado de cristal y humo, Nakamori habló indignado:
―¿Cómo diablos lo ha hecho? ¿Qué truco ha utilizado esta vez el endemoniado ladronzuelo?
―Uno muy simple... ―respondió mientras se sacudía la ropa el detective adolescente―. Con la poca luz que había en esta habitación, ni cuenta nos hemos dado del mecanismo que tenía preparado.
―¿De qué mecanismo hablas? ―preguntó interesado el inspector Nakamori.
―Ha congelado el cristal...
―¿Co... Congelado? ―exclamó incrédulo.
―Sí... ―afirmó Hakuba―. Congelando, a muy baja temperatura el cristal, pero teniendo cuidado de que este no reventara durante el proceso; y colocando previamente un cable térmico (de esos que suele haber en las lunetas traseras de los coches para quitar el vaho) que circulara por toda la superficie de cristal y pudiera transportar el calor a la temperatura que él conviniera... Después sólo tenía que fingir dar un golpe al cristal y apretar al mismo tiempo el detonante para que condujera rápidamente la temperatura elevada... Al entrar en contacto tan bruscamente las dos temperaturas, se ha producido el derrumbe del cristal.
―Maldito Kid... ―se lamentaba el inspector cerrando con fuerza uno de sus puños―. Ahora sí que se ha ido sin dejar rastro...
―No esté tan seguro, inspector... ―recalcó Hakuba―. Esta vez ha dejado un rastro demasiado visible a mis ojos.
El inspector Nakamori le miró con cara de incomprensión.
―Hablo de esto... ―señaló Hakuba, tomando un hilo blanco y fino entre sus dedos―. Debía de tener preparado otro mecanismo aquí fuera... Debe haber ascendido hacia arriba cuando el peso de este objeto aquí sujeto ha descendido... ―Hakuba mostró que el hilo tenía atado un enorme peso al final.
―Hmm... Ya entiendo... ―asimilaron el inspector y el resto de policías―. Pero... ¿Esto puede conducirnos hasta él? ¿No habrá escapado ya?
―Lo dudo... Justo ahora acaba de girarse el viento y, por como está soplando ahora mismo, no puede volar con el ala-delta. Tendrá que esperar a que vuelva a girarse o se calme si no quiere irse andando...
―¡¿Pero dónde está?! ―se inquietó el inspector.
―¿Todavía no lo imagina? ¿A dónde iría usted si tuviera que desplegar un ala-delta?
―Pues... A un sitio que me facilitara echar el vuelo, como una azotea o... ―el inspector calló unos segundos y volvió a hablar con más potencia y tono de voz―. ¿¡En la azotea!?
―Elemental, mi querido Nakamori ―respondió pretencioso el detective.

Continuará...
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Mensaje  Rosas Vie Oct 20, 2023 8:50 pm

Capítulo 6
Sin perder mucho tiempo corrieron todos a la azotea. Allí encontraron al ladrón de lo más tranquilo. Nada más verles, aplaudió y sonrió de soslayo.
―Bravo inspector, aunque haya sido con ayuda, esta vez ha logrado alcanzarme... ¿Será capaz de seguirme hasta donde voy?
―Seguramente sí... ―intervino Hakuba―. ¿Sabes en qué más nos diferenciamos tú y yo? Tú utilizas trucos de magia que sólo es capaz de hacer un mago o un prestidigitador, pero tarde o temprano, se termina descubriendo el truco... Yo, en cambio, uso tácticas que cualquier hombre sabe utilizar y me aseguro de que den resultados fructíferos y satisfactorios.
Al más puro estilo cowboy, Hakuba manipuló una cuerda que llevaba escondida consigo y, con ella, logró atar a Kid. Hakuba sostenía con fuerza la cuerda. Kid se miraba a sí mismo desconcertado.
―Ahora sí, enséñanos el verdadero espectáculo, mago... ―anunció el detective―. Es una pena que no puedas huir ahora que el viento te es favorable, ¿no crees?
Los policías festejaban y gritaban eufóricos “¡Viva Hakuba! ¡Viva Hakuba!”, mientras Kid mostraba su cara de desagrado y preocupación al mismo tiempo.
―Qué mal, me ha pillado... ―pensaba el ladrón, lamentándose.
―Descubramos, quién se esconde bajo este atuendo de color blanco... ―declaró el detective, mientras acercaba su mano a la cara del ladrón, dispuesto a arrancarle el monóculo y con ello, quizás, su última sonrisa.
Algo que no esperaban, ni Kaito ni nadie, hizo que Hakuba detuviera su mano al instante. Con rostros alarmantes a la vez que desconcertantes, todos contemplaban extrañados a más no poder la actitud, tan inesperada como precipitada, de la hija del inspector. Aoko, que había permanecido todo el tiempo callada, siendo testigo de todo lo que sucedía pero a la vez siendo invisible para los demás; se había situado con los dos pies juntos sobre el borde que rodeaba la azotea. Con la mirada escondida bajo su flequillo rebelde, su cuerpo frágil y ligero se lanzó al vacío sin vacilar.
―¡¡Aoko!!― gritaron alarmados y al unísono la mayoría de los presentes.

Capítulo 7
Como si se le fuera la vida en ello y más, Kid se escabulló de la cuerda que lo amarraba. Fue un visto y no visto, y más que usar energía y agilidad física para moverse con tanta rapidez, lo que hizo fue obrar instintivamente, guiándose en cualquier caso por el corazón y sólo por el corazón. En realidad usó un truco que escapó a los ojos de todos, pero no a la mente racional de Hakuba. Como más tarde explicaría el joven detective, Kaito Kid aumentó su masa corporal, seguramente haciendo uso de alguno de sus muñecos hinchables, antes de que la cuerda lo amarrara. Entonces para soltarse sólo tuvo que deshinchar lo que fuera que escondiera bajo su traje y rápidamente disminuyó su masa corporal, pudiendo escapar al aflojarse la cuerda.
Al medio segundo de haberse liberado, Kaito Kid puso de un salto su pie derecho sobre el mismo borde que había pisado Aoko y, al igual que ella, se lanzó al vacío. Sin embargo, la actuación de Kaito entraba en la lógica de quienes eran testigos: Kaito se había lanzado para poder alcanzarla y salvarla. No le costó mucho hacerlo, ya que con los pies apoyados en la pared del edificio, había tomado impulso hacia abajo. Eso y la fuerza de la energía gravitatoria le permitieron alcanzar en pocos segundos a la muchacha. Primero la agarró por una mano y la atrajo con fuerza hacia él, dándose cuenta de que la chica se había desmayado, seguramente presa del pánico ante la situación. Acto seguido, mientras con el brazo derecho sujetaba a Aoko contra su pecho, comprobó que ciertamente el viento le fuera favorable y después desplegó su ala-delta. Una vez que se hubo cerciorado de que podía volar con total y absoluta seguridad, teniendo él el control y dominio, tomó a Aoko entre sus dos brazos y elevó su vuelo hacia el cielo.

Capítulo 8
Surcando sin problemas el viento, Kid se alejaba del museo, de los policías y del intranquilo Hakuba; mientras sostenía a la chica, que permanecía inconsciente, en brazos.
—¡Inspector! —gritó sofocado uno de los policías—. ¡Kid se escapa! ¡Kid se escapa, inspector! ¿Quiere que le disparemos al ala-delta para que le hagamos descender?
—¡No! ¿¡No ves que tiene a mi hija!? —exclamó agitado y serio el inspector—. ¡Que nadie haga nada en contra de Kid! ¡No quiero que hagáis daño a Aoko...!
—Pero,  ¿y si es él quien termina haciéndole daño a su hija? —intervino otro policía—. Después de todo, es un delincuente, no lo olvide…
—No lo olvido… —afirmó el inspector frunciendo el ceño—. Precisamente porque es un delincuente trato siempre de atraparlo, pero por alguna razón que ni yo mismo entiendo, siento que Kid no es mala persona, y no le hará ningún daño a Aoko… Al contrario, creo que cuidará bien de ella.
Los policías le miraron con cara rara, se preguntaban si el inspector había perdido el norte y no era consciente de lo que estaba diciendo. Al percatarse de ello, el inspector se aclaró la voz con un “ejem” y añadió:
—Sabemos de sobra que Kid no es ningún asesino… Se habrá llevado a Aoko consigo para tener una huida más segura…
—¿Y por qué se habrá tirado de ahí su hija? —preguntó uno de los agentes.
—Eso sí que no lo sé… —respondió pensativo con una mano en la barbilla.
Desconcertados, más de lo normal, por la situación, nadie intentó impedir la huida de Kaito, ni siquiera el propio Hakuba, que intentaba encontrarle una explicación lógica a la actitud de Aoko. ¿Por qué se había lanzado al vacío en ese momento?

Capítulo 9
Con dulzura, Kid observaba el rostro de la chica que tenía en sus brazos mientras seguían atravesando el aire fresco y aliviador de la noche.
—¿Por qué has hecho esto, tontita? —se preguntaba para sí—. ¿No sabes que siempre cuidaré de ti? Como si fuera tu ángel de la guarda… No permitiré que te ocurra nada malo… Y algún día me gustaría sorprenderte con esta identidad, con la identidad de Kaito Kid. Aunque conociéndote, sé que me darías una bofetada…
A Kaito le resultaba imposible apartar la vista de ella y, finalmente, añadió una frase en voz baja a sus pensamientos…
—Y también, decirte que te quiero…
Entre pensamientos y suposiciones, Kid se fue acercando a una azotea que se veía despejada de luces artificiales y de sombras gracias a la luna llena que alumbraba. Con suma delicadeza, Kid dejó a Aoko medio sentada en una esquina de la azotea, procurando que quedara en una posición cómoda, lo más placentera que se pudiera, mientras permanecía inconsciente. Para que la chica no agarrara frío, Kid se quitó la capa y cubrió con ella a Aoko. Sin poder evitarlo, el chico se quedó mirando encantado la cara de su amiga. Fue tal el encanto, que se quitó un guante para poder acariciarle con la mano desnuda el inocente rostro.
—¿Por qué será que me importas tanto? —se preguntó el chico en silencio—. Más que como amiga, te quiero como…
Tuvo que interrumpir sus pensamientos al notar que la chica recobraba el sentido. Rápidamente, se puso el guante y la capa de nuevo.
—¿No le tiene miedo a la muerte, señorita? —preguntó Kid, besándole una mano a la chica muy galantemente.
—¿De qué hablas? —alegó ella, procurando que la actitud amable del ladrón no la perturbara—. Lo hice para salvarte a ti. Sabía que si me dejaba caer tú podrías parar mi caída y, por mi bien, no intentarían detenerte.
—Vaya… —comentó al chico mientras se rascaba con un dedo la barbilla—. ¿Y por qué me has ayudado?
—No sé muy bien por qué… —respondió ella, sin saber qué decir—. Es raro, pero por más que sé que eres un delincuente, hay algo en mí que se empeña en querer creer que eres buena persona… Sentí la necesidad de ayudarte, como si tú fueras…
De repente ella calló, y no precisamente porque le gustara el silencio.
—¿Cómo si yo fuera quién? —insistió el ladrón, que esperaba impaciente una continuación del diálogo.
—Nada, nada… —se negaba ella a hablar.
—¿Qué nade? —se hizo el incomprendido el chico—. Perdón pero, creo que te equivocas conmigo… Yo soy de ir en ala-delta, sobrevolando los edificios y atravesando el viento. Lo mío es volar, no nadar… Por favor, sigue con lo que me decías.
—¡Olvídalo! —gritó la chica—. ¡Olvídalo y no trates de confundirme con juegos de palabras fáciles! ¡Si te digo que no, es que no!
El chico se la quedó mirando sorprendido, pero notó un cambio de ánimo en ella y siguió escuchándola.
—Me avergüenzo de mí misma por haber creído por un segundo algo que tiene que ser tan imposible…
—¿Por qué no me lo cuentas? —insistió él—. Quizás te sientas mejor…
Ella levantó su mirada triste para mirar al ladrón.
—Déjame ver quién eres en realidad.
—¿Qué? —se sorprendió él ante la petición inesperada de ella.
—Déjame conocer tu identidad —repitió ella mientras empezaban a humedecérsele los ojos—. Por un momento, cuando te he visto atrapado y sin salida, ahí, con la policía; he sentido un escalofrío preocupante, una sensación extraña... Como si estuvieran arrestando a mi mejor amigo, a Kaito… Por un momento, he pensado que él y tú erais la misma persona.

Capítulo 10
Incrédulo a la vez que sorprendido, el chico escuchaba atónito y sin decir nada, lo que le estaba revelando su amiga.
—Me avergüenzo de mí misma por haber creído que mi mejor amigo, la persona en quien más confío, pueda ser un delincuente. Por favor, déjame ver tu verdadero rostro para que termine de convencerme… Quiero asegurarme que mi pensamiento era erróneo.
Terminadas sus sinceras palabras, unas pocas lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas.
—Aoko… —musitó él en tono apagado, casi sin fuerza, agachando la cabeza como si hubiera sido derrotado—. Lo siento, pero tu pensamiento no era erróneo para nada…
Sin poder decir mucho más, el chico se quitó el sombrero y después el monóculo.
—¿¡Kaito!? —expresó ella con total desconcierto al ver aparecer el rostro de su amigo—. No… No puedes ser tú… Tiene que ser una máscara para engañarme…
Él hubiera podido huir o negarse a revelar su verdadera identidad, pero al verla tan triste y sintiéndose culpable de sus pensamientos acertados, optó por confesar lo que había permanecido oculto por tanto tiempo.
—Creo que es hora de acabar con esta farsa…
Con severa dulzura, el ladrón tomó la mano de la chica y la acercó hacia su rostro, de modo que pudiera tocar su piel para que se diera cuenta de que no usaba ninguna máscara.
—¿Kid es mi querido Kaito? —se preguntó la chica—. Es cierto… —terminó por convencerse.
Sin saber cómo reaccionar, ni el uno ni el otro, ella preguntó como pudo.
—Kaito… Tú… ¿Por qué?
—¿Por qué robo? —se adelantó el chico a lo que sabía que le iba a preguntar su amiga—. Para desenmascarar a los asesinos de mi padre, que era el original Kaito Kid, y hacerles pagar por su crimen… Ya sabes, “la ocasión hace al ladrón”… Aoko, lamento que hayas tenido que enterarte… Eras la última persona que quería que descubriera mi doble identidad… No quería hacerte daño. ¿Podrás perdonarme algún día?
—¿Cómo crees que puedo perdonarte? —preguntó la chica, altamente dolida, con la mirada perdida aunque escondida por su flequillo rebelde—. Dime, Kaito… ¿Cómo se perdona la mentira?
—Aoko… Te juro que no era mi intención hacer daño a nadie, incluso no me considero un delincuente a pesar de cometer delitos castigados por la ley… Ya te he explicado que lo hago para averiguar quiénes fueron los asesinos de mi padre.
—Claro, y para engañar al enemigo, primero debiste engañarme a mí, que era tu amiga… —comentó ella en tono irónico y de reproche.
—Aoko, créeme… No soy mala persona.
—Uno no es lo que dice, sino lo que hace… —le recriminó ella—. ¡Y tú robas y huyes! Eres un ladrón y fugitivo de la justicia… ¡Tus actos hablan por sí solos!
—Te equivocas, Aoko… Los actos de las personas son buenos, lo que los hacen mejores o peores son las intenciones, y las mías son…
—¡Son vengativas! —le recordó ella.
—No, no es así… —le corrigió él—. No busco venganza, busco justicia…
—¿Y quién eres tú para tomar la justicia en tus manos? —le recriminó ella con lágrimas en los ojos.
—Aoko… ¡Me da igual lo que pienses de mí, pero no quiero perderte! No quiero perderte ni como amiga ni como…
—“El que roba y miente siempre pierde” dice un refrán… —le recordó ella—. Lo siento, Kaito, pero tú has hecho las dos cosas y vas a perderme como amiga. La confianza es como un cristal: cuando se rompe no se puede recuperar, y yo ya no puedo confiar en ti…
—Sin embargo yo sí que confío en ti… Confío en ti más que nunca…
—¿Qué? —se sorprendió ella—. ¿Qué estás diciendo?
—Que confío más que nunca en ti porque tengo la certeza de que no me delatarás a la policía, además… Confío en ti porque te quiero.

Continuará...
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