Detective Conan: La Organización Negra, todo sobre ellos.
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Mensaje  Sherry Dom Oct 23, 2016 11:56 am

LIV




–Veo que aquí en público no quieres dialogar –tiró fuertemente de Sherry haciendo que ésta se levantara gesticulando de dolor –, veamos si en privado es más fácil que razones.

Gin sacó de su gabardina una tarjeta plateada para acceder al ascensor privado del hotel, solo las mejores suites se lo podían permitir. Empujó a la joven científica a su interior sintiendo como el sonido de aquella aglomeración cesaba al cerrarse las pesadas puertas de metal tras de ellos.

Ella no le miraba, con el cuerpo apoyado lateralmente se ocultaba como podía. Estaba asustada, muy asustada de enfrentarse sola a aquel malvado asesino que ahora mostraba calma mientras pulsaba el botón que les llevaría a su habitación.

Con la mano ilesa tapó sus ojos para evitar llorar, el fuerte dolor que emanaba de su otra muñeca le impedía mantener la calma. Temblaba como una más de sus víctimas antes de morir bajo sus manos. Emitió un leve grito de sorpresa al sentir como Gin le cogía la zona afectada, examinándola.

–Solo te la he dislocado, no es propio de ti llorar como una cría.

–¿P-por qué me tratas así?

El hombre de negro alzó la mano de Sherry para sorprenderla con un imprevisto crujido, lentamente y sin dificultad se la estaba rompiendo. La chica soltó un gran grito de dolor que nadie escucharía.

–¿Así gritabas para él? –la cogió bruscamente del cuello para meterla en la habitación, su negro guante se mojaba con el contacto de las lágrimas de la chica. Dio un fuerte portazo haciendo que Sherry se estremeciera ante la brutal violencia de Gin.

–Gin... yo no...

No le permitió responder, no la quería escuchar. Con furia la lanzó sobre la cama para colocarse encima de su temblorosa espalda, aplastadora con su peso y lamiendo la nunca de la chica.

–¿No tenías suficiente con uno?

–Gin...

–Maldita zorra, por eso no querías mi supervisión –susurraba con frialdad en la oreja de Sherry, dominante, empujando gradualmente el rostro de ésta contra la almohada –, para tirarte a media Organización.

Sherry tenía la vista completamente anulada pero podía escuchar, para horror de ella, como Gin se desabrochaba el cinturón para quitarse la gabardina. El seco golpe de la prenda junto con otras contra el suelo confirmó sus peores temores.

–Te voy a recordar de quien eres, la letra con sangre entra –su voz mezclaba excitación con crueldad, solo se dejó la ropa interior puesta –, aunque no puedas levantarte durante semanas.

–¡Por favor no lo hagas!

–¡¡Cállate!!

–¡¡Gin por favor!! –suplicó al notar cómo le quitaba el vestido –. ¡¡Idiota, yo te quiero!!

Esas tres palabras pararon el tiempo. Sherry temblaba con pánico, enterrando sus manos debajo de la almohada para poder llorar con más fuerza con el rostro aún oculto. Los fuertes sollozos de terror y dolor ocultaban intermitentemente el sonido de la lluvia del exterior. No se escuchaba nada más, solo sufrimiento…

Gin se sentó en uno de los lados libres de la cama, colocando su mano sobre la espalda de ella sin pronunciar ni una sola palabra. Estaba calmado y, por una milésima de segundo, un pequeño brillo apareció en sus ojos, mostrando algo de humanidad.

–Sherry, dame tu muñeca –ofreció su mano, sabía que lo había escuchando por encima de sus fuertes lamentos. Sonrió levemente al ver como ella respondía a su orden y de un pequeño gesto colocó sus finos huesos dislocados en su sitio –. Si no me quieres dar tu supervisión lo aceptaré, pero al menos cúmpleme la segunda condición.

Sherry ladeó su rostro empapado con las mejillas sonrojadas, sin dejar de llorar.

–¿C-cual? –salió en forma de susurro de su boca.

–Quiero gozar libremente de tu cuerpo esta noche.

–Gin...

No sabía que contestarle, esperó unos minutos para incorporarse lentamente para conectar sus miradas. Aún temblaba, con lágrimas de terror en sus ojos pero a él se le veía tranquilo, sereno. Aquel hombre era tan inestable y le hacía comportarse como una completa idiota.

¿Pero eso era el amor, no?

¿O era puro síndrome de Estocolmo?

Esperaba su respuesta, no le importaba cuanto aguardar. Observaba atentamente el cuerpo desnudo de la chica, ya era toda una mujer. No tenía nada que ver con aquella niña que desvirgó durante la noche de su misión en la Isla de Bikuni, fue todo un placer y experiencia verla crecer física y sexualmente de primera mano, a su lado.

Era realmente preciosa, pero nunca lo admitiría en voz alta.

Se moría por tocar sus acentuadas curvas.

Saborear sus pechos firmes.


Sintió como finalmente la temblorosa mano de Sherry acariciaba su dura mejilla, sus labios se encontraron con los suyos en un tímido beso. Gin colocó su mano tras la cabeza de ella para poder profundizar aquel beso y poder invadir con su lengua la dulce boca de la joven.

Ágilmente retiró el sujetador de la chica para luego lanzarlo y tumbarse encima de ella, sin parar de besarla apasionadamente, una detrás de otra. Recorriendo su cintura con la mano, dibujando los contornos madurados, la piel se sonrojaba al paso de él... Estaba limpia, tersa como un lienzo listo para ser pintado con sus besos y sus caricias.

Separó sus labios un momento dejándola respirar, dirigiéndose deseoso a uno de sus turgentes pechos, comenzando a lamer su rosado pezón. Sherry gemía, excitada, con sus mejillas sonrojadas. Enterrando sus finos dedos entre los cabellos plateados de éste. El nombre del hombre de negro era la única palabra entendible que brotaba de sus labios. Gin sentía como su erección creía ante esa voz.

Separó sus cremosos muslos, antes de quitarle la intima ropa interior. La chica se mordió el labio como respuesta, encorvando su espalda al sentir como le lamia su pierna al mismo tiempo que bajaba sus bragas.

Necesitaba concentrarse.

Tenía que recordar porque estaba ahí.

¡Oh!


Instintivamente la científica se agarró a las sábanas, un fuerte gemido resonó en la suite, ella no se lo esperaba para nada. Entre sus piernas bien separadas, Gin lamía sin cesar su pequeño botón de placer, llenándose la boca de su vino favorito. Era un placer tan intenso… intentaba cerrar las piernas para contenerlo pero él se lo impedía con una mirada burlona pero, sobre todo, dominante.

No cesó de golpearlo, tocarlo, mojarlo hasta hacerla llegar al clímax sólo con los labios... Gin se incorporó para besarla acallando su intenso orgasmo y que probase su propio sabor salado de sus labios. Sherry avergonzada apartó la cara, pero él le tomó la cara de nuevo para continuar con otra ronda de besos pasionales. Sin dejar de tocarla por todas partes, abrazándola con fuerza. Llevaba un año esperando ese momento y no lo iba a desaprovechar.

Aunque no lo veía directamente, Sherry sentía como el miembro de Gin chocaba contra su vientre, reclamando su atención. Cada vez estaba más duro, latente y listo para invadirla. Los besos seguían, ahora más largos y lentos. Gin parecía estar degustándola, catándola poco a poco como se hacía con los vinos de alta calidad.

¿Degustándola?

Quizás era el efecto del narcótico y se estaba cansando.

¿O realmente sentía algo por ella después de tanto tiempo?


Una sensación la sacó de sus pensamientos, alarmada. Gin acariciaba sus muslos hasta sus rodillas para levantarlas y colocarse mejor para penetrarla.

–¡Espera!

–¿Qué pasa?

Sherry se sonrojó, había olvidado un detalle muy importante que podía meterle a los dos en un gran problema.

–C-como llevaba un año sin verte, dejé de tomar las pastillas que me dabas.

–¿Pensabas que no había contado con ello? –se mofó moviendo de nuevo las piernas de la joven y comenzaba a penetrarla sin demora, una gota de sudor resbaló por su rostro disfrutando de la experiencia –, si en el caso... que era verdad que no te habías acostado con nadie... estaba en el agua que te bebiste –jadeaba del placer con el húmedo interior de Sherry.

¿Lo tenía planeado desde el principio?


La embestía, una y otra vez, como sólo él sabía hacérselo: con fuerza y fiereza. Oleadas de placer recorría por todo su cuerpo, gimiendo, haciéndole olvidar incluso la muñeca lesionada.

La última vez que recordaba, sus movimientos habían sido brutales, violentos, agresivos. Ahora, en cambio, los movimientos eran más pausados: sintiendo como se alejaba y salía de ella para volver a penetrarla profundamente.

Los besos no cesaban...

Era una batalla entre el orgullo de Gin y la ciencia de Sherry.


La chica intentaba concentrarse en su objetivo, porque estaba ahí, pero el placer que la inundaba se lo impedía. Sentía como Gin, al igual que ella, se acercaba al gran final. Entrelazando sus manos con las suyas, volvió a mirarle a los ojos y vio su propio rostro reflejado, cansada y sonrojada por el continuo ejercicio. Su mente racional se estaba perdiendo en todas las sensaciones mientras que el hombre de negro no cesaba de apretarla fuerte contra su cuerpo a pesar del cansancio. Se apoyaba más en ella, jadeando, dejando caer todo su peso cada vez que la penetraba...

Empezaba a hacerle efecto.

¿Se iba quedar dormido en pleno acto?

Conociendo el orgullo de Gin esperaba que no fuese así pero por si acaso...

Mejor facilitarle las cosas.


Apartó el platino flequillo de su amante con la mano y cerró los ojos para seguir besándolo. Rodeando sus caderas con las piernas permitiendo que sus centros se tocasen más aun, facilitando el trabajo al exhausto Gin.

El clímax se acercaba para ambos, notaba como él intentaba llenarla más y ella se contraía para darle más placer, le amaba. Deseaba que esa noche no terminase nunca, solos él y ella, nada más…

–¿De... quién eres?

–T-tuya...

Con sus últimas fuerzas y ante la excitada respuesta de Sherry, Gin la embistió un par de veces más, provocando que ambos explotaran de placer fundiéndose en un abrazo.



Amaba el sonido de la lluvia por las noches.

Cobijada en su blanda y cálida cama.

Y más si Gin estaba en ella...


Sherry abrió los ojos, observando la ventana que se hallaba a su derecha sentada, con su espalda apoyada en el cabezal del lecho. El hombre dormía profundamente sobre el pecho de la chica, tapado hasta la cintura por una de las sábanas mientras ésta le acariciaba sus largos cabellos.

Sentía el peso de la cabeza de su amante al movimiento de su respiración, besó sus cabellos. Olían a una mezcla de sudor, tabaco con matices de pólvora, seguramente estaba agotado de tanta misión y le iría bien el efecto del narcótico para dormir.

No sabía cuánto tardaría en pasarle el efecto de la droga, pero siendo Gin sería mejor que se diera prisa. Se incorporó con cuidado para poder dejar el cuerpo del hombre tumbado boca abajo, sin destaparlo.

El portátil que tanto llevaba con él se hallaba escondido en alguna parte de la majestuosa suite. Sherry se mordió el labio, el habitáculo era enorme y el tiempo jugaba en su contra. Se vistió con el jersey de Gin y cubrió sus dedos con los guantes negros de él para comenzar su peligrosa búsqueda.

¿Dónde guardaría algo tan importante?

Con seguridad con el resto de su objetos personales.

¿Objetos personales?


Cerró uno de los cajones que comprobaba en ese momento, mirando de nuevo a la habitación donde dormía Gin. Tenía que comprobar una cosa y, para ello, tendría que mirar su característica gabardina. Levantó la pesada prenda negra para demostrar lo que ya temía: estaba vacía, ni móviles, ni dinero, ni su tarjetero. Solo las llaves de su auto y la pistola.

Seguramente todo estaba en el mismo lugar, necesitaba llamar al móvil de Gin pero probablemente le habrían cambiado el número de teléfono después de la trifulca y de que la trasladaran a Tottori para que no se pudiese comunicar con él. Sherry suspiró sabía que la cosa no iba a ser fácil tratando que con quien estaba era la Mano Izquierda de Anokata, si al menos tuviera sus cosas…

Una luz. Sus pertenencias. Las tenía él.

Una sonrisa de victoria apareció en su rostro, por una vez no le importaba que le hubiese robado sus pertenecías personales. Gracias al teléfono privado de la habitación logró llamar a su propio aparato.



Observó el sereno rostro de Gin que dormía plácidamente mientras se sentaba a su lado con el valioso objeto ya en sus manos. Su corazón latía de terror, era una locura lo que iba a hacer… que se iba a encontrar dentro de aquel aparato electrónico. Con los ojos cerrados y un fuerte suspiro pulsó el botón para encenderlo.

Hacía minutos que había parado de llover, lo único que se escuchaba ahora era el sonido de un potente portátil cargando a gran velocidad todos los datos que guardaba. Para Sherry esos pocos minutos se volvieron horas, escuchando sus propios latidos, si la persona que tenía detrás se despertaba la mataría como en sus peores pesadillas.

La pantalla se mantenía oscura pero unas letras rojas aparecieron.

Huella dactilar.

Cogió la mano de su amante si no antes darle un dulce beso, pasando lentamente el dedo índice por una pequeña ranura cerca del teclado que emitía una luz roja.

Aceptado.

Code Name: Gin.

El sistema operativo era muy diferente al suyo o a otros que había visto de reojo, parecía hecho expresamente para él. Miles de carpetas aparecían una detrás de otra, sin parar, había abierto la caja de pandora. Tenía que tener cuidado por donde entrar y mirar para encontrar el fin que justificaba sus medios.

Contraseña.


¿Qué?

Espera, eso sí era nuevo, nunca le había visto poner una contraseña. Una barra azul se vaciaba con el inevitable paso del tiempo, lentamente, bajo su incrédula mirada. Sus manos temblaban observando, impotente, como aquella fina línea determinaría su destino: si no escribía nada pronto llegaría un aviso a la central de la Organización y llamarían a Gin.

Cálmate.

Piensa algo que Gin utilizaría como contraseña.

No podía pensar, era demasiada tensión que tenía sobre sus hombros. Su sangre se helaba, colocando su mano fría sobre la frente para evitar una crisis de ansiedad.

Contraseña...

Contraseña...




–Eres una inútil –regañó Gin de mala manera a la científica que se hallaba delante de su ordenador –, te dije que no pusieras algo tan fácil como contraseña.

–¿Te recuerdo que fue tu querida Vermouth quien la puso? –no podía gritarle, aún le dolía el pecho después de aquel incendio –, ya pensaré que poner.

No se atrevía a mirarle directamente a sus dominantes ojos, le había acompañado hasta el laboratorio porque no se fiaba todavía de su estado. Aún recordaba con cariño la noche anterior y como finalmente se le había ‘’declarado’’.

–Pon algo importante para ti para que no se te olvide –exhaló el humo de sus pulmones –, pero que no lo asocien contigo.

–¿Eso es lo que haces tú?

Gin esbozó una fría sonrisa, ignorándola. Más bien disfrutaba sentir como los trabajadores de Sherry se imponían ante su sola presencia pero a la joven científica no le afectaba.

–Pon algo que nadie se esperaría.



Un pequeño pitido como aviso volvió a la chica en sí de aquel lejano recuerdo, ya solo quedaba cuatro minutos para introducirla. Miró el rostro dormido del asesino, su respiración era tan tranquila.

Algo importante...

¿Qué había importante en la vida de Gin?


Sherry tecleó algunas ideas.

Porsche

Denegada.

Anokata

Denegada.

Solo quedaban dos minutos exactos... sabía que iba a morir un día u otro por su maldita desobediencia o por la Apoptixina4869. Su instinto femenino le pedía que no se rindiera tan fácilmente.

Sherry


Denegada.

Esbozó una sonrisa triste por ser tan idiota de pensar que ella era importante para él. Miró a Gin, ¿cómo le iba a explicar su traición? ¿Qué se había aprovechado de él?

Algo que nadie se espera.

Sherry mostró una expresión burlona, sí que había una cosa que él sabía de ella pero los demás miembros no. Se sentía tan ridícula de aquella absurda idea pero ya solo quedaba un triste minuto para su fatal final, por probar no perdía nada.

Shiho

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Mensaje  EristofBlack Mar Oct 25, 2016 6:50 am

Woo
cada vez más cerca!!!!


Menos mal que solo tenía que besarlo.

AMO TU FICS.

espero el nuevo caps.

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Mensaje  Sherry Miér Oct 26, 2016 6:39 pm

XLII



–¿Estás bien?

Esa pregunta hizo que Sherry levantara su fría mirada del café que había pedido. El silencio que envolvía su pensamientos se rompía, escuchando gradualmente como aquellas voces que ambientaban la cafetería la devolvían a la realidad.

–Sí.

Akemi sonrió aliviada, temía por un momento que su noticia no le hubiera hecho ningún tipo de gracia. Miró dulcemente a su querida hermana pequeña, acercándole un pequeño papel.

–Es un piso que estoy arrendando secretamente –siguió explicando, observando el buen aspecto que tenía su hermana esa mañana –, ahora mismo no podemos vivir juntas, pero si alguna vez necesitas huir de ese oscuro ambiente o llamarme, aquí tienes el número de teléfono.

Sherry lo aceptó escondiéndolo en uno de los bolsillos de su abrigo negro. En el fondo intentaba mantener aquella conversación con Akemi, su historia sobre como por fin iban a ser libres, pero los recuerdos de la noche anterior se lo impedían.

Aquel portátil... sí que era la caja de pandora: las pocas carpetas que pudo examinar siempre había algo peor que en la anterior, sin rastro alguno de esperanza. Sin embargo, las que más le habían alterado eran la de Shinichi Kudo y la de su querida Akemi con su nuevo alias, Masami Hirota.

Instintivamente se mordió el labio, había sido una gran oportunidad para guardar nuevos datos sobre ellos, pero el disquete que utilizaba para ello lo perdió inútilmente al devolver unas fotografías a su hermana mayor. Lo único que pudo saber sobre éste, gracias a un correo electrónico que mandó secretamente a Akemi, es que ya era tarde para recuperarlo, lo tenía su profesor de universidad y era mejor no implicarle.

–Ese Conan Edogawa –nombraba animada alzando un poco su refresco, Sherry alzó la vista para conectar sus miradas y crear algún tipo de contacto–, llegará muy lejos.

–¿Conan Edogawa?

–Sí, es ese niño de gafas del que te hablé antes.

Ah sí, el niño exageradamente espabilado para su edad.

Akemi le pidió mil veces que fuera a conocerle pero su trabajo no era mezclarse con críos. Aunque no mentiría que algo de curiosidad sí que tenía por conocerle, podría ser un pequeño genio como lo fue ella en Estados unidos.

–¿Y tú no tenías que encontrarte con alguien que vive en Beika?

–Sí, Shinichi Kudo.

–Es verdad el chico detective del vecindario.

Sherry no escuchaba la última frase de su hermana recordando una vez más, los datos que se hallaban en la carpeta de Akemi Miyano.

–Aparte de eso, ¿te encuentras bien? –cortó, estaba demasiado ansiosa con toda esa nueva información proveniente de la boca de su hermana mayor y indirectamente de Gin: esas ganas de libertad, nueva casa, su alias –. No estarás metida en algo peligroso, ¿eh?

Akemi le dedicó una dulce mirada, pero no tranquilizó a la joven científica.

–No te preocupes por mí –se levantó con la factura del pedido, guiñándole un ojo –. ¡Es mejor que te ocupes de ti misma! ¡Deja ya de pensar en esa medicina y búscate un buen chico!

Sherry abrió los ojos de par en par.

¿Un buen chico?

Espera la llamada de anoche.

Sí, en esos pequeños momentos de lucidez.

¿Era ella?

¿Sabía que había estado con Gin?


Intentó abrir la boca pero no sabía muy bien que responder. Seguramente si ella había insistido tanto con las llamadas, Gin habría respondido a una de ellas. No se podía permitir llamar tanto la atención por culpa de un teléfono móvil que no paraba de sonar a todas horas, llevando a una mujer inconsciente entre sus brazos.

–Te aseguro –sonrió Akemi conociendo perfectamente los pensamientos de su hermana pequeña, no la culpaba –, que estoy de fábula.

Echó una última mirada hacia atrás, ya fuera de la cafetería, para observar como Shiho se tapaba el rostro con ambas manos, con temor, aún sentada en su asiento. Aún tenía un tema por terminar...

Te quiero Shiho, nunca lo olvides.



Conducía a gran velocidad, el tiempo pasaba, la noche se acercaba y con ello la fecha límite. Aún se sentía culpable por atacar, minutos atrás, a aquel pequeño detective que se había colado en su casa, había sido todo una sorpresa. Sobre todo sus palabras:

No vaya, la matarán.

En el fondo lo sabía.

Pero tenía que intentarlo.

Tenía que sacar a su hermana de allí.


Ya había pasado un año, pero lo recordaba perfectamente, cuando todo empezó: descubrir en aquel hospital donde la trasladaron con su hermana después del ataque por la traición de Rye, como su peor temor se había cumplido.

Como se tapaba la boca, horrorizada, al observar la grabación de todo lo que ocurrió en aquella fábrica del muelle gracias al teléfono móvil de Generic. Su hermana ahora ocultada en la habitación de al lado completamente escoltada, se había sacrificado por ella, gracias a su locura y puntería se habían salvado.

–¿De dónde lo has sacado?

–Se ha filtrado por toda la Organización, al parecer el fin de esto era grabar como trofeo la muerte de las hermanas Miyano para mandárselo a alguien –Generic observó cómo la chica volvía a rebobinar, una vez más, aquel video de poca duración –, pero ahora es la comidilla de todos.

Lo observaba una vez más, le interesaba una escena, pausándola: la mirada de su hermana disparando hacía el foco que las iluminaba. Sus ojos, su sonrisa fría, hasta su postura era como él... cómo...

–Gin –contestó Generic a los pensamientos internos de la hermana mayor, él también lo veía con dolor –. Akemi, sácala de la Organización, antes de que sea demasiado tarde.

A causa de la rabia del recuerdo, aceleró aún más la velocidad del automóvil. A una rapidez vertiginosa, no quería pensar en ello... después de un año tranquilo sin ese cruel asesino en sus vidas, había vuelto para confundir una vez más a su Shiho con sus oscuras palabras, no la iba a soltar nunca.

Un flashback de la nocturna llamada que hizo a Shiho durante su viaje a la Isla de Bikuni apareció en su mente. Cuando su hermana quiso explicarle que estaba con él mientras que en realidad, ese hijo de puta la había desvirgado por interés propio y egoísta.

Recordaba cuando ella aún tenía el corazón puro y una dulce sonrisa siempre sus labios, él lo había roto todo, todo de ella. Quería a su hermana de vuelta, maldijo porque su hermana pequeña aun era demasiado joven para entender aquellas palabras de aviso que le dijo aquella noche, dos años atrás:

''–Bueno, Shiho –siguió al ver que la chica no respondía –, aunque él se fijara en ti no me haría mucha gracia... estaría preocupada por ti.

–¿Por qué?

–Porque desgraciadamente he visto los resultados de las mujeres que han estado con él, o acababan llorando y/o depresivas porque las usaba como objetos o...

Esa fase la vivió, ojala solo se hubiera quedado ahí...

–¿O?

–Se volvían como él.

–¿Qué quieres decir? –susurró confusa acercando más el teléfono a su oído.

–Shiho, no te oigo bien –se temía lo peor –, además... ¿por qué susurras? ¿Hay alguien más contigo?

–Akemi, yo... ''


Dos lágrimas de culpabilidad aparecieron en el rostro de Akemi, se culpaba tanto de ello. Cuando sus padres murieron se prometió a si misma protegerla de aquella gente y lo único que había logrado es que fuera una más de ellos. No supo protegerla a tiempo y ahora era la pareja, más bien una marioneta, del peor de todos.

Abrió la puerta para salir del coche, había llegado a su destino, fuera lo que fuera ya estaban todas las cartas sobre la mesa: La misión fue un éxito y tenía el dinero, pero no podía ser todo tan fácil.

Miró por última vez su móvil, sonriente, no por llegar puntual... si no por el pequeño mensaje que pudo mandar a su amado el día anterior, con su pequeño secreto.

Agarró con fuerza la fría pistola de su pequeño bolso marrón, adentrándose en la oscuridad para recibir lo desconocido.

Shiho.

Si no te puedo liberar de la Organización.

Al menos te liberaré de él.

Te quiero.

Hermanita...


Un fuerte disparo resonó momentos después por todos los alrededores, acabando así la conversación que se mantenía en el interior de la fábrica. Haciendo que un grupo de cuervos huyeran de allí, volando con sus oscuras alas, a la misma dirección que conducía el gran auto de Gin. Sin saber que las últimas palabras de aquella mujer se las daría a un pequeño detective que perdería su primer caso...

–¿Por qué no le has disparado en la cabeza? –Vodka miraba de reojo el rostro de su fiel compañero, jugando con la llave metálica que habían robado del cuerpo de la difunta para recoger el botín –, no es propio de ti disparar en el estomago.

Gin exhaló el humo de su cigarro, sin pronunciar ninguna palabra.



-------------------

NOTA DE LA AUTORA: Este fin de semana estaré afuera, os subiré el capitulo sin falta el miercoles a primera hora.

Lamento mucho las molestías.

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Mensaje  Sherry Miér Nov 02, 2016 9:34 pm

XLIII


¿Por qué?

¿Por qué se la habían quitado?

Ya no le quedaba nada, nada...


Sherry miraba tras unas gafas negras, impidiendo que los demás vieran su dolor, el monumento de piedra que se hallaba enfrente de ella. Apenas conocía a la poca gente que la acompañaban en ese difícil momento, seguramente ni se imaginarían que ella era la hermana pequeña del difunto.

El dolor se apoderaba de ella lentamente, como un cruel veneno que se extendía por su sangre hasta llegar a todo su ser. No podía pensar, sentir, hablar... solo sufrir en silencio y saber que nunca más la volvería a ver.

–Dicen los periódicos que se suicidó al verse acorralada por la policía.

–Aún no me creo que robara aquel banco...

–A veces las mejores sonrisas son las que más ocultan.

Tenía ganas de gritar que todo eso era mentira, había sido asesinada por alguien de la Organización y llegaría hasta él fuera como fuera. Nunca podría olvidar que sus últimas palabras fueran que estaba de fábula.

¿Por qué le mintió?

Sujetaba con fuerza el paraguas negro que la protegía de la lluvia, evitando a las personas para alejarse de allí sin dejar rastro. Estaba cansada de escuchar estupideces a su alrededor, como ensuciaban la imagen de Akemi con calumnias sin poder hacer nada.

Caminaba en silencio entre las diversas tumbas de aquel tranquilo cementerio, le dolía, le dolía demasiado... estaba pasando del dolor a la ira, la segunda fase del duelo. No era justo, ella nunca había hecho nada malo, no molestaba para nada... todo lo que había hecho para esos hombres de negro no había servido para salvarla.

Buscaré por cielo y tierra,

Y en cuanto lo encuentre,

Lo mataré.


Cerró con fuerza la puerta del auto que la esperaba, desde hacía horas, alejado de todas las miradas curiosas. Tequila le dedicó una mirada de total desaprobación por el fuerte golpe que le había dado la chica a su querido coche.

–¿A dónde quieres ir ahora?

Eso quería saber ella, no quería ir a los laboratorios para que sus trabajadores le mirasen con lastima, no lo soportaba. Generic seguía en coma y en el fondo no deseaba pisar el hospital para ver a más gente sufrir a su alrededor, solo le quedaba una pequeña opción que dentro de poco quedaría reducido a cenizas...

–A casa de mi hermana.

–Estás de broma.

–¿Me ves cara de bromear? –está vez si le miró, su voz no mostraba sentimiento alguno, solo quería llegar para llevarse algún pequeño recuerdo de ella antes de que todo fuera destruido para hacerla desaparecer del todo –. Sólo llévame, cogeré un par de cosas y volveré al trabajo.

Tequila esbozó una sonrisa macabra, cuanto más la viera sufrir más satisfecho se encontraría él. Ya había terminado de contactar con Vermouth para que le mandara las indicaciones del famoso informático que tenía que conocer dentro de unos días, así que, un poco de diversión no le iría mal.

–Cómo quieras.

A Sherry le pareció extraño que aquel hombre le hiciera caso con tanta facilidad pero lo agradeció. El trayecto era tranquilo, el frío contacto de la ventana con la cabeza de ella apoyada era la única cosa que hacía verle que todo lo que estaba viviendo era la realidad, no una negra pesadilla.

Ójala lo fuera.

Despertarse y verla sonreír.

Akemi...


Un imprevisto hizo que la chica volviera en sí, les quedaba poco para llegar a su destino pero por horror de ella un coche que conocía muy bien estaba detrás de ellos, les seguía a la misma velocidad.

–¡¿Le has avisado?!

–Lo siento Sherry pero –se burló al ver desde su espejo lateral a que se refería la joven científica –, creo que más bien es que tu amo te conoce demasiado bien.

–Para el coche.

–¿Cómo?

–¡Qué pares el coche!

Pisó el freno del coche por él para poder salir corriendo del auto, no le quedaba nada para llegar. No podían a destruir la casa, ahora no, necesitaba algo para recordarla: una fotografía, una prenda, un perfume...

Escuchaba como alguien corría tras de ella, ganándole terreno por segundos, era mucho más ágil que ella. Forzaba demasiado sus piernas para no ser cazada: tenía que llegar, no podía dejar que las llamas lo engulleran todo a su paso y hacer como si nunca hubiese existido.

Ya estaba...

Solo un poco más...


Tequila observaba la estampa, sabía perfectamente que la explosión iba a ser en pocos segundos. La incrédula Sherry pensaba que se encargaban ellos mismos de terminar con las pruebas de una manera rápida y ardiente, pero lo cierto es que eran los artificieros especiales de la Organización quienes lo preparaban todo con meticulosidad. Solo tenían que tocar un botón... un botón que casualmente estaba bajo su poder. Tequila sonrió burlonamente antes de apretarlo.

Gin cazó finalmente a su presa, tirando fuertemente de su brazo para que acabara bajo sus brazos y así protegerla de la fuerte explosión del bloque de apartamentos. Por suerte desde la distancia en que se encontraban la onda expansiva solo despeinó sus cabellos y vestuario.

No podía ser...

Ahora sí que lo había perdido todo...


Ninguno de los dos dijo nada bajo aquel abrazo protector. Ella solamente apretó su rostro sobre la fría gabardina de Gin para llorar en silencio, dejándose envolver por el humo negro bajo los gritos de terror de la gente junto las alarmas de diversas tiendas y coches.



–Sherry.

Ella no contestaba, solamente observaba en silencio la puerta de su apartamento desde el coche, bajo la luz de las farolas. El primer día sin Akemi estaba terminando... no sabía cómo iba a soportar otro más.

Necesitaba unos minutos más para poder asimilar que esa noche no iba a recibir una llamada suya para explicarle su día, escuchar su voz, sus palabras de ánimo. Cómo iba a poder vivir eso el resto de su vida. Sí, decían que el tiempo lo curaba todo, pero eso era tan distinto...

–Sherry.

La chica giró el rostro por la insistencia de Gin.

–Dime.

–Si quieres estar sola esta noche prométeme una cosa –su rostro se mostraba totalmente serio, dentro de poco tenía que recoger a su compañero Vodka para llevar a cabo uno de sus típicos encuentros con otros cargos –, no hagas ninguna locura.

–¿Locura?

–No te suicides.

Sherry sonrió, no se le había pasado por la cabeza aquella opción y no podía hacer ninguna macabra broma sobre ello si no quería que mandara a alguien a vigilarla toda la noche.

–No te preocupes, no es mi estilo –abrió la puerta del auto para poder salir, ya estaba lista para la dura prueba de la noche –. Buenas noches, Gin.

No miró atrás, subió las escaleras buscando temblorosamente las llaves sin dejar de pensar en el dolor que la devoraba en todo momento. Tendría que buscar alguna medicación para poder dormir o llevar mejor la situación, sola no podría.

La casa estaba igual que cuando se despertó, parecía como si no hubiera pasado el tiempo. Dejó el bolso sobre la mesa y se adentró al baño para darse una cálida ducha, tirando el vestido tras de sí, encima de la que llevó días anteriores.

El agua caía en cascada por su espalda empapando sus cabellos, era lo único que podía agradecer del hoy... secándose delante del espejó observó cómo sus ojos estaban rojos de tanto llorar y lo que le quedaba para poder sentirse bien.

Necesitaba ropa nueva, pero al pisar la vieja que estaba en el suelo, observó un pequeño trozo de papel que había olvidado completamente. Sus ojos se abrieron de par en par recordando que era.

No, no lo había perdido todo.

Una vez vestida con el pijama, se sentó sobre su cálida cama bajo la oscuridad de la noche pulsando cuidadosamente en el teléfono los números que se hallaban en la pequeña nota de papel.

–Hola, soy Akemi Miyano y en ese momento no estoy en casa...

No pudo evitar sonreír, apoyando sus húmedos cabellos sobre la almohada. Unas nuevas lágrimas aparecieron de sus ojos, ya cerrados, no eran tan dolorosas como las demás. Por una vez en toda esa horrible pesadilla vio algo para poder descansar.
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Mensaje  Orujo Jue Sep 14, 2017 5:39 pm

Después de tanto tiempo, ha sido increíble ver como has continuado la historia como si nada.
Es uno de los mejores fics que he leído hasta ahora.

Saludos, Sherry
Orujo
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