Fic, ''Los días en la organización; El error de Sherry'' by: 4869APTX (+18)

–¿Seguro que la has visto entrar?

Se escuchó como el pequeño aparato emitía una suave voz que le contestaba, el hombre no pudo evitar sonreír victorioso.
–Ya iba siendo hora –explicó más bien para él mismo –. Su cuerpo ha estado aguantando bastante tiempo los efectos de esa droga.
La voz le volvió a responder, él lanzó una risa fría y baja dando como finalizada la conversación. Colgó el teléfono mientras con su otra mano abría la puerta de su lujosa suite, por fin el líder le había permitido utilizar la fuerza física para lograr así el objetivo de la misión.

Su manera favorita de lograr las cosas…

Miró con desprecio el cuerpo de la joven una vez dentro de la habitación, iluminándola con la tenue luz de lámpara del techo ya que la noche se hallaba en el exterior. Aunque la joven dormía profundamente y placidamente su respiración era algo agitada.
Se sentó a su lado provocando que la cama soltara un leve crujido por el cambio de peso y rozaba con su mano el abdomen de Shiho. Poco a poco iba haciendo el recorrido con su mano hacia arriba para empezar a desbrochar la blusa botón por botón, el resultado provocó que se enfureciera.
Se colocó de una manera que estaba encima de ella pero sin rozarla ni con las manos ni las piernas, observó fijamente el rostro de la joven, parecía que tuviese una pesadilla.
–¿Te gusta la droga que utilizamos para que los traidores mueran en accidentes de coche, pequeña zorra? –preguntó estrangulándola sin fuerzas, no quería matarla.
Shiho se despertó de la fuerte impresión de las manos de Gin en su débil cuello, instintivamente colocó las suyas encima de las de él haciendo un esfuerzo inútil de apártalas.
–G–Gin… –susurró sin aire, cada vez utilizaba más fuerza.
–¿Dónde está la maldita llave, Sherry? –gruñó aplastándola con su peso para que no se incorporase.
–Yo…
Gin le agarró y estiró bruscamente de los rojizos cabellos de la joven, ella soltó un gritó de dolor, lo único que logró fue arañarle la mejilla pero él la estampó de nuevo contra el colchón sin soltarla del pelo.

–He tenido demasiada paciencia contigo y me estoy cansando ya de ti, ¡¿Dónde está?!
–La… la tienes tú… –gimió sin aire, sintiendo como la levantaba con fuerza del lecho y la colocaba de pie sin soltar en ningún momento su fino cuello.
–¡¡No me tomes el pelo!!
Gin le echó una mirada de despreció mientras abría el balcón y el frío invernal entraba rápidamente en la habitación. En cuestión de segundos la lanzó con ira contra la nieve del exterior y cerró la puerta dejándola tontamente sola con la oscuridad y el frío.
–Dejaré que se te enfríen las ideas durante un buen rato –murmuró con desprecio, ocultando el interior de la habitación con una elegante cortina.
–¡¡Gin!! –gritó golpeando sin fuerzas el cristal pero él no respondió, sentía como el frío se adentraba a ella como punzantes agujas. No llevaba nada de abrigo ya que no se preocupó en ello, en él interior tenía la calefacción.
Finalmente soltó un sollozo mientras dejaba que su cuerpo agotado cayera hacia el suelo, resbalando lentamente por el cristal y después apoyándose en él.
Gin mientras tanto sacó los documentos ocultos del armario ignorando los sollozos de la joven. Cerró con ira la puerta, dejando los documentos encima de la butaca y sirviéndose después un buen vaso de Ginebra esperando cómodamente que pasaran los minutos…

Poco a poco la nieve humedecía los cabellos y la fina ropa de Shiho, sus labios morados temblaban inconscientemente mientras se intentaba calentar las manos con su aliento pero era inútil… hacía demasiado frío… apenas sentía sus piernas que se hundía en la blanca nieve.
–Estúpida –murmuró Gin apagando el cigarro que fumaba mientras miraba como el reloj avanzaba sus agujas… esperaba que la chica le llamara y confesara pero apenas escuchaba nada.
No iba a ceder, no le importaba que Shiho estuviera una temporada en el hospital por culpa de una fuerte lipotimia si con ello lograba la información que necesitaba. Y si no era así se lo repetiría noche por noche.
Gin se levantó y abrió los documentos, escuchó como algo metálico en el suelo. Ignoró el sonido y pasó desinteresadamente varias páginas de los archivos.
En una de las páginas, algo le llamó la atención.
<<¿Lágrimas?>> pensó al tocar aquellas pequeñas marcas características causadas por el contacto del agua con el papel.
Escuchó como pisaba algo metálico al parecer sería causado por lo que había caído antes en el suelo y no había recogido. Levantó el pie encontrándose una pequeña llave rodeada por una fina cadena de plata.

Shiho abrió lentamente los ojos al escuchar como la cortina se apartaba y se abría la puerta del balcón, se hubiera levantado si hubiese podido pero ya no sentía nada de su cuerpo.
–¿Lo sabías todo? –preguntó lanzando los documentos al lado de la joven y guardaba la llave en el bolsillo de su pantalón negro.

Shiho aún recordaba la noche en que lo descubrió todo…

La noche en que gracias a su curiosidad logró unos documentos donde mostraban la verdad.

Aquella verdad que Akemi con tanto desespero le repitió en aquella cafetería días atrás y ella no quería escuchar…



Al abrir la gran carpeta que cayó violentamente de aquel hueco del armario sobre sus pies y al ver su contenido tuvo que sentarse en la punta del lecho para asimilar lo que acababa de leer… en esos papeles estaba escrito detalladamente todos sus datos, en otras hojas su vida, sus gustos, sus horarios.

Su primer encuentro con él no fue casualidad...

Shiho levantó la mirada hacia al techo sumergida en sus pensamientos mientras dos lagrimas que emanaban sus ojos caían hacia atrás y desaparecían entre sus cabellos. Seguramente aquellos documentos se los entregaron a Gin para que la conociese mejor, su manera de ser… logrando así tuviera más fácilmente el contacto y la comunicación con ella.

¿Pero porque?

La respuesta se encontraba entre esos documentos… además de su perfil y datos se hallaban fotos de ella en diferentes escenarios: En los laboratorios, en la calle caminando tranquilamente, con su hermana en cafeterías… ¿Siempre estaba vigilada? En la última foto de todas salía su cuello enfocado, viéndose perfectamente su llave de colgante…

Shiho agachó la cabeza mientras agarraba con fuerza las sabanas y más lágrimas aparecían en su rostro, algunas de ellas caían suavemente al arrugado papel. Sin darse cuenta se dirigió al exterior del balcón, al parecer su mente necesitaba orientarse para no caer en una oscura y absoluta decepción.

Se apoyó en la barandilla mirando aquel paisaje que una vez contemplo con él, aquella noche especial… recordaba cuando le salvó aquella noche, aquel beso y la noche donde empezó la relación.


¿Todo había sido una mentira?

Shiho se sentó en la nieve totalmente destrozaba, aquellos recuerdos hicieron que se hundiera completamente, finalmente se echó a llorar con más fuerza entre la nevada apoyando su cabeza hacia un lado mientras dejaba que todas las lágrimas de su cuerpo salieran durante toda la noche, a veces lo mejor era desahogarse... sentía como cada vez iba perdiendo la voz pero ella lo ignoró. Tenía tantos pensamientos en la cabeza… que hacer, con quien hablar, como seguir adelante. Todo había sido un sueño, en el que se creía que era querida por la persona que más quería y aún seguía queriendo… tanto, que estaría a su lado aunque fuera todo una mentira.

No se movió ni un milímetro mientras observaba como finalmente la noche se acababa y el sol del día se empezaba a asomar, tenía tan claro lo que quería hacer…





Shiho abrió los ojos rápidamente pero los cerró al instante al cegarse con la luz del techo. Al parecer aquel recuerdo se había convertido en un sueño, ¿Cuando se había dormido?

Intentó estirarse para orientarse pero un peso se lo impidió… mediante su cuerpo se iba despertando iba sintiendo a alguien encima de ella que le emanaba un agradable calor sumado por el de las varias mantas que había en la cama que también la arropaban, también notaba como unas calidas manos apretaban suavemente las suyas cada cierto tiempo para que la circulación de su sangre fuera la correcta.


¿Quién era?


Una respiración lenta e calmada soplaba cerca de su oído y el olor de la ginebra embriago su olfato dándole la respuesta.

Shiho abrió sus ojos ya acostumbrados y giró lentamente la cabeza hacia un lado, causando que su mejilla rozara con la de él de una forma que pareció una suave caricia, llamando así la atención de Gin que permanecía quieto sumergido en sus pensamientos. Él hombre se levantó colocando su rostro enfrente de ella, comprobando si se había despertado. Shiho observó fijamente la situación, la había desnudado dejándole solo con la ropa interior y él se había quitado el jersey… ¿Por qué? ¿Que había pasado?



Finalmente los recuerdos de la disputa de hacía unas horas aparecieron en su mente mientras miraba atentamente los ojos de Gin… seguramente perdió el conocimiento por culpa del frío.

Gin se apartó de ella, sentándose en un lado del lecho mientras se colocaba nuevamente el jersey, ambos no hablaron en ningún momento. Más bien Shiho era por confusión, recordaba que por fin Gin había mostrado su verdadera cara ante ella… ¿Por qué ahora volvía a ser amable?

Escuchó como encendía un cigarro permaneciendo sentado dándole aún la espalda, sacó el humo lentamente.

–¿Ahora me vas a explicar el por qué? –preguntó con la vista hacia el suelo provocando que los cabellos de su flequillo ocultaran sus verdes ojos.

Shiho emitió un suave suspiró, cerrando sus ojos, no quería volver a llorar y menos delante de él.

–¿Sobre qué? –se sorprendió de la tranquilidad de su voz.

Gin se mofó sin levantar la vista.

–¿Leíste todos los documentos verdad?

–Sí.

–¿Sabías que era lo que verdad quería a que sí?

–Sí…

–Entonces llegaste a la conclusión de que todo era una mentira.

–Sí –repetía ese monosílabo.

–Entonces –volvió a sacar el humo del cigarro que consumía con calma –. ¿Por qué seguías a mi lado como un estúpido perro?

–Porque en esa mentira estabas tú –sinceró, recordando a la conclusión que llegó en aquel frío balcón.

–¿Ibas a estar conmigo sabiendo que no te quería? –soltó una fría carcajada –. ¿Qué me aprovechaba de ti?

Shiho soltó un suspiro formando como una especie risa. Gin, sorprendido por aquella reacción giró su rostro para observarla. La chica seguía mirando la tenue luz que desprendía aquella elegante lámpara.

–El amor, ciego, siempre está acompañado y guiado por la locura –al recitar aquella frase giró su rostro hacia el lado donde se hallaba Gin para contemplarle mejor –. ¿Por el amor se hacen locuras, sabes?

–Sherry –sonrió fríamente mostrando todos sus dientes –. Yo no te quiero, no he querido a nadie en mi vida, ese sentimiento hace que la gente sea imbécil y yo nunca me comportaré así.

La chica recordó la frase de su hermana.

–¿Te acostaste con mi hermana?

Gin soltó una fría carcajada.

–No, ella fue demasiado lista.

Shiho no contestó.

–¿Sentías algo cuando te acostabas conmigo?

–No –se levantó al consumir completamente el cigarro de su boca, dirigiéndose hacia la puerta de la habitación para salir de allí –. Duerme lo que quieras, mañana te irás de aquí.



Shiho al escuchar como apagaba la luz y cerraba la puerta, cerró nuevamente los ojos mientras se asomaban las dos últimas lágrimas que lloraría por él.

O eso esperaba...

–¿No te apetece celebrarlo? –susurró Vermouth sensualmente cerca del oído de Gin, provocando que él le mirara fijamente.

–¿Celebrar qué?

La mujer sonrió sentándose de nuevo en su cómodo asiento, ambos se hallaban en la sala de reuniones de la sede principal. Solo los más importantes podían estar allí, y ese día solo iban a hablar sobres las misiones cumplidas.

–Que hace una semana que lograste la llave –encendió un cigarro apoyando su cabeza en el hombro del hombre –. Y ahora la mitad de la plantilla de los laboratorios está estudiando la droga y creando copias, hoy te llevarás tus meritos.

Gin volvió a agachar la mirada para ocultarse con su flequillo, el perfume de aquella mujer le empalagaba el olfato. Además prefería más estar solo con sus pensamientos que con Vermouth seduciéndole, en verdad odiaba estar con mujeres… solo las veía útiles en la noche.

–Sherry tiene que estar tan enfadada contigo… –rió mofándose de la joven científica que seguramente seguía con sus experimentos en los laboratorios –. Lo curioso que fui a verla, deseaba tanto ver su cara de decepción al ver que había sido tan estúpida al pensar que tú querías algo con ella… –consumió un poco de su cigarro –. Pero estaba tan tranquila como si no hubiese pasado nada, me he quedado un poco decepcionada.

–Vermouth… –apartó la cabeza de la joven actriz de mala manera –. ¿Me ves con cara de que me importa? ¿No tienes nada que hacer?

–Podría hacerte unos cuantos martinis –acercó sus labios en el cuello de Gin –. Me imagino que debes de estar bien sediento… aquella niña era muy joven, y no es lo mismo un vino joven que uno viejo ¿No?

Gin suspiró se estaba cabreando de la insistencia de Vermouth.

–Contéstame a una cosa… –murmuró levantando con cuidado el rostro de la mujer y acercándose a ella para mirarla mejor.

–Pregúntame lo que quieras… –acercó sus labios a los de él, quedándose separados por meros centímetros.

–¿Tan atractiva te crees? –preguntó riéndose y apartándose de ella para dejarla con el deseo en su cuerpo.

–Gin –sacó la rabia de su cuerpo, en verdad así es como se sentía… envidia, porque Sherry logró algo que ella no pudo –. ¿No será que te dio el vicio del vino?

–No me hagas reír –se levantó del asiento, sus demás compañeros seguían hablando entre si.

–¿Entonces no te molestará que Sherry este con otro hombre no? –intentó herirlo, nadie jugaba con ella. Sonrió al ver que el hombre se paró ante sus palabras.

–Pero mujer… –se giró con una sonrisa que hasta intimidó a la joven asesina de cabellos platinos –. ¿Quién va a querer un juguete que está roto?



La poca luz que iluminaba los altos edificios donde se hallaban los importantes laboratorios cedió a la oscuridad de la noche. Poco a poco todos los hombres y mujeres se quitaban sus ropajes blancos para salir al exterior y vivir lo poco que quedaba de día con normalidad, como siempre la última en salir de aquellos laboratorios y en ser iluminada por la luz de las farolas era Shiho.

Salía con la cabeza agachada y con una carpeta apoyada en su pecho sujetada con ambas manos. Su mirada era fría, seria. Sherry no sabía que su rostro había cambiado tanto en una sola noche, a parte que también era más silenciosa, distante… pero lo que no sabían es que también por dentro no era igual, siempre estaba en sus pensamientos intentando no vivir la vida real. Lo estaba demostrando una vez más dirigiéndose hacia su hogar, caminaba lentamente sin mirar en frente, parecía como si estuviera rota…



Hubiera estado así durante todo el recorrido pero al escuchar el pitido de un automóvil que iba frenando le dio un vuelco en el corazón. No podía ser… en los dos últimos días ya se había hecho la idea de que Gin ya no le esperaría en la salida… ¿Seguro que era él?

Shiho giró el rostro con absoluto desespero.

–¿Sherry? –preguntó un joven bajándose de su gran moto negra y sacándose el casco para que su rostro quedara en descubierto.

–Gene…

El chico miró de más cerca el rostro de la chica, esta vez iluminado por los potentes focos del auto.

–¿Te he asustado? –preguntó al ver en sus ojos muestras de desespero, pero a los pocos minutos mostraban decepción.

–No… –murmuró, otras cosas en las que había cambiado es que prefería utilizar las respuestas cortas.

–Menos mal –sonrió echándose el flequillo hacia atrás para sacarse la nieve que se iba posando –. Es que te he reconocido por tus cabellos. No sabía que ibas a salir hoy tan temprano.

–Ni yo lo sabía.

–¿Te apetecería ir a tomar algo en una cafetería cercana? –preguntó algo animado aunque sabía que ella estaba bastante mal por todo lo que había ocurrido, no soportaba que los altos cargos se rieran de ella –. Recuerda que me debes una por el trabajo que te avance.

Shiho retrocedió varios pasos inconscientemente.

–Lo siento Gene pero… –levantó un poco la carpeta –. Aunque haya salido temprano no significa que no tenga trabajo…

–Vaya… –daría lo que fuera para volver a verla sonreír –. ¿Se te da bien hacer el café?

–Sí, ¿Por qué? –no sabía a donde quería llegar.

–Bueno pues como me debes una… –explicaba mientras fingía con la mano que pensaba –. Me invitarás a un café y como habrás sido tan amable de invitarme yo te ayudaré con tus experimentos.

–Es que…

–Venga anímate –la cogió de la mano dulcemente, dirigiéndola a su gran automóvil de dos ruedas –. Se que tienes que entregarlos mañana y se por donde te has quedado y tu sola no vas a poder –explicó ofreciendo su casco –. Cuenta conmigo Sherry.

La chica miró el casco y después al joven, era el único que tenía el valor para hablar con ella… los demás susurraban o señalaban.

–Te aburrirás conmigo…

–Eso lo dudo –sonrió intentando animar a la joven mientras guardaba la carpeta en el hueco del asiento –. Veras que anécdotas te contaré mientras hacemos tus divertidos gráficos.

–Al estar conmigo solo lograrás que se rían de ti…

–Ya lo hacen y desde hace muchos años –no dejaba aquella dulce sonrisa al hablar –. ¿Alguna excusa más para no verme?

Shiho sonrió débilmente.

–Esa moto mide más que yo –miró de reojo, escuchando el motor que aún estaba encendido.