Fic, ''Los días en la organización; El error de Sherry'' by: 4869APTX (+18)

<< Que frío… >> pensó Shiho cerrando los ojos al notar la fuerza de gélido viento chocando contra su cuerpo a causa de la gran velocidad de la moto, por suerte llevaba el casco y sus oídos estaban a salvo de las bajas temperaturas. El viaje, a parte del ruido que hacía el automóvil de dos ruedas, era bastante silencioso.

–¿Vas bien? –finalmente preguntó Gene alzando la voz para que la chica le escuchara.
–Sí… –mintió en parte, alzando la vista para verle, sus manos que sujetaban el asiento para no caerse se estaban enrojeciendo y perdiendo fuerza a causa del frío.
–Si quieres agárrate a mi cintura...
Shiho rodeó la cintura del chico al cabo de unos minutos, no podía negarse... Gene se sonrojó levemente que quedó ocultó tras el casco de color negro con detalles en plateado.
–Gracias…
–¿Gracias por darte mi calor? –se mofó cogiendo una curva bastante pronunciada –. Es la primera vez que lo oigo, no seas tonta.
Shiho apoyó su cabeza en la espalda del chico mientras seguían avanzando el camino rápidamente, se sentía tan cansada y tenía tanto trabajo por hacer...
–Sherry –llamó la atención.
–¿Sí? –susurró sin moverse, también en esa posición su cuerpo le protegía del viento que iba en dirección contraria.
–¿En que número decías que vivías?
–En el veinticinco.
El chico se sorprendió, frenando a causa de un semáforo en rojo.
–Vaya…
–¿Qué pasa?
–Que en ese numero solo hay apartamentos –explicó observando como los viandantes sonrientes y muchos con regalos de navidad cruzaban tranquilamente por el paso de peatones –. Pensaba que vivías en un hotel de lujo o algo…
Shiho sintió un vuelco en su corazón muy doloroso provocando que agarrara con fuerza el abrigo de Gene de forma temblorosa.
–Lo–lo siento… –sabía que sin querer le había recordado a Gin, maldijo su estupidez mientras arrancaba de nuevo el motor para dar el último tramo.

La calle donde se encontraba el bloque de apartamentos de Shiho era bastante tranquilo, el edificio por suerte no era antiguo, seguramente la gente que vivía allí también tenía su dinero. Gene ayudó a bajar a la joven y quitarle el casco, dejando sus cabellos en descubierto, no pudo evitar sonreír al ver como le temblaba el labio.
–¿Tiemblas por el frío o por mi manera de conducir?
–Un momento… –recordó un dato importante –. ¿Tú no tienes un año menos que yo? ¿Cómo es que conduces?
El chico sacó unos documentos con aire de superioridad.
–Documentos falsos, Sherry –comentó como si fuera algo obvio, guardando los cascos en el hueco del asiento y sacando los documentos de Shiho –. Según ese documento –dejo la carpeta en sus manos –. Tengo veinticinco años.
Shiho soltó una risa corta, Gene tenía cara de niño.
–A sido una risa cortita –sonrió el hombre acercándose más a ella y acariciando su rostro –. Pero al menos te he hecho sonreír...
Sherry no contestó, se había quedado en estado de shock por el comportamiento del joven. Le dolía que le tocase como una vez hizo Gin, aunque solo fuera una cruel mentira para cortejarla.
–Perdona –se separó algo avergonzado.
–No pasa nada…
–Si quieres me voy...
Shiho alzó su vista para verle mejor, en verdad quería estar con él. Le quería como un hermano… necesitaba ver a Akemi pero no sabía como hacerlo.
–Recuerda que te debo una –sonrió con esfuerzo provocando que el chico suspirara de alivio –. Entra que haré el café mientras avanzamos estos gráficos.

El hogar de Shiho era un lugar bastante abierto, tenía los muebles justos para que fuera una casa acogedora. Aunque Gene solo pudo ver el salón–comedor supo al instante que Shiho tenía un buen gusto a la hora de decorar…
Una mesa redonda de madera clara se encontraba en una esquina con un jarrón lleno de rosas rojas en el centro, cuatro sillas que iban a juego la rodeaban. Al fondo se hallaba dos sofás blancos con cojines negros y rojos donde se podía ver tranquilamente una gran televisión. Entre la televisión y los sofás había una pequeña mesa donde dejaba varias revistas de moda y belleza.

–¿La hechas de menos? –preguntó el chico al ver una foto de su hermana mayor encima de una estantería al lado de varios libros de ciencias químicas.
Shiho sonrió tristemente, no quería hablar del tema.
–Voy a hacer el café…

El olor del café se apoderó del ambiente del salón, a ninguno de los dos le molestó ya que también calentaba la habitación y así se hacía más soportable el frío que hacía en el exterior.

–Sí, te sale bien el café –sonrió Gene al darle un pequeño sorbo de aquella calida blanca taza, colocándola después en la mesa donde se encontraban ambos sentados entre bastante papeleo.
–No es para tanto –murmuró acabando otro grafico, su montón era más pequeño que el de Gene –. No hace falta que me ayudes tanto.
El chico no le hizo caso, se acerco más a ella para coger otro gráfico para hacer, conocía perfectamente sus experimentos.
–¿Te has cambiado de colonia?
Gene le miró extrañado.
–No…
–Hueles diferente –murmuró Shiho volviendo al su nuevo gráfico.
–¿Para bien o para mal? –preguntó interesado.
–Es un olor normal –explicaba, en verdad le estaba ocurriendo con todo el mundo de la organización –. Solo me mantiene despierta si hay algún miembro de la organización cerca…
–Vaya… –le parecía interesante lo que le explicaba Shiho –. ¿Desde cuando te ocurre?
–Desde que… –no le podía decir que empezó desde que se despertó alarmada al verse estrangulada por Gin –. No me acuerdo, ha venido así de repente…
Gene vió que no le sacaría nada más de información. Se escuchaba el fuerte viento del exterior.
–Ya llega la navidad –murmuró Gene mirando desde distancia el pequeño balcón –. Una fiesta feliz para unos… y triste para otros…
Shiho no contestó seguía con sus gráficos, ya quedaban menos. Gracias a la ayuda de su compañero todo estaría listo para mañana. Todo iba bien hasta que se dio cuenta de un horroroso detalle.

No podía ser… mañana…
Mañana le daría los documentos a Gin…
¿Cómo le miraría a la cara?

–¿Te encuentras bien? –observaba al levantarse como las manos de Shiho temblaban y su mirada mostraban terror –. Si estás muy cansada puedo seguir yo…
–No te preocupes, estoy bien –sonrió falsamente secándose a la vez el frío sudor de la frente –. Solo me acorde de una cosa.
Gene suspiró, el rostro de Shiho era como un libro abierto.
–¿De que mañana le darás tus archivos a Gin? –por sorpresa de Shiho él le estaba sonriendo –. Recuerda que se los dabas solo porque él te lo pidió –explicaba con suma tranquilidad, golpeaba suavemente su lápiz con la hoja –. Mañana se los entregaré yo, como lo hacía antes, además se que será a una hora bastante temprana ya que volverá de una misión bastante importante para irse rápidamente a otra.
Shiho no contestó agachando una vez más la mirada, por una parte se sentía aliviada pero por otra volvía la decepción deseaba verle… se sentía tan estúpida.
–Solo queda tu grafico y ya estaremos…
No podía ser ¿Ya estaba todo hecho?
Sherry miró el pequeño reloj de pared.
–Si dices que Gin –sintió un vuelco en su corazón al pronunciar su nombre –. Te esperará a altas horas de la madrugada, será mejor que te vayas yendo para dormir lo suficiente.
–No me voy a ir –murmuró cogiendo el grafico de Sherry para terminarlo, la chica le miró totalmente compleja.
–¿Por qué no?
–Porque se que tienes ganas de llorar… –soltó como si nada, guardando el ultimo gráfico. Sherry tenía razón su inteligencia era más grande y prodigiosa que el de ella.
–¿Qué te hace pensar eso? –se mofó divertida.

Observó como el chico se levantaba del asiento y se arrodillaba cerca de ella, para quedar ambos rostros a la misma altura.
–Se que quieres, en eso no me puedes engañar aunque intentes crear un escudo –susurró cogiendo sus finas manos para levantarla de la silla –. Y no me voy a ir…. –la abrazó cuidadosamente –. Porque se que necesitas un hombro en el que llorar.

Shiho no rechazó aquel abrazo… dejó que el silencio se apoderase del ambiente de aquella habitación mientras se dejaba hundir su cara en su hombro donde al cabo de unos minutos empezaron a asomarse unas lágrimas, rompiendo así la mascara que intentaba crear Sherry para huir de la realidad.

–Estúpido… –le insultó sin dejar de apoyar su rostro en su hombro –. ¿Por qué me haces esto?
–A veces va bien desahogarse, no quiero que lo encierres todo dentro de ti…

–Al final caíste a mis encantos… –sonrió Vermouth mofándose a la vez que se incorporaba para apoyarse sobre el pecho de Gin, él lo impidió levantándose rápidamente de la cama para colocarse la ropa interior y sus pantalones negros.



Aún era de noche y aunque quisiera el sol mostrarse lo tendría difícil ya que la niebla espesa conquistaba el exterior a parte de la nieve, cada día que pasaba más frío hacía y aún quedaban semanas para fin de año… Gin había llegado un par de horas antes de la misión que había tenido en otra región de Japón, había sido un viaje bastante largo pero él no se encontraba cansado.

–¿A dónde vas? –preguntó la mujer con curiosidad, se tapó su perfecto cuerpo con la fina sabana.

–Eso no te incumbe –contestó de mala manera cogiendo su jersey del suelo, dentro de una hora tenía que ir a los laboratorios para coger los informes y entregárselos al líder –. Ya te puedes ir largando de mi casa Vermouth.

–Vaya –se volvió a tumbar, apoyado su cabeza en la mano –. Creí oír que a Sherry la dejabas estar toda la noche durmiendo en tu habitación.

–Vermouth… –murmuró su paciencia tenía un limite y con ella llegaba enseguida –. Ya he hecho bastante por ti acostándome contigo esta noche.

–Se que lo deseabas…

–Piensa lo que quieras –cerró la puerta de mal humor para salir de allí, cogió su gabardina con la pistola y con la otra mano sujetó su sombrero negro antes de cerrar con rabia la puerta de la salida.

Durante el descenso con el ascensor encendió su teléfono móvil para mandar un mensaje al líder para avisarle que iba a ir a por los documentos mientras con la otra mano buscaba su caja de tabaco. En el exterior encendió uno de sus cigarrillos dirigiéndose hacia su porche ignorando el frió que volaba sus cabellos, en verdad no había disfrutado el acostarse con Vermouth… no había sentido placer, descanso, nada. ¿Porqué?

Cerró con furia la puerta de su auto y arrancó el motor sin antes golpear con fuerza el volante, sentía ira en su cuerpo por no sentirse desahogado, alguien lo pagaría muy caro si se chocaba con él.



–¿Estás mejor? –preguntó Gene con los documentos en sus manos, observando como la joven científica se colocaba la bata dándole la espalda –. Tenías que haberte quedado en casa para dormir unas cuantas horas más…

–No importa, de verdad –contestó colándose bien los cabellos a la vez que miraba el reloj de pared del desierto laboratorio, eran las cinco de la mañana. Había estado desde las tres llorando bajo en hombro de Gene.

Lo agradecía, se sentía mucho más libre y desahogada.

–¿No te importa que vaya arriba a hacer unas cuantas copias de mis experimentos?

–Claro que no –hizo una mueca, tampoco quería que se él se pensase que era alguien tan débil que necesitaba cuidados, le gustaba cuidarse ella misma –. Puedo estar sola, me irá mejor para suicidarme.

Gene le fulminó con la mirada.

–Por dios, ¡Era una broma! –contestó de mal humor –. Haz lo que tengas que hacer yo también tengo trabajo y cuando antes termine mejor, así tendré una excusa perfecta para salir más temprano.

–De acuerdo…

Shiho no se giró para observar como el chico le obedecía y salía de aquellasilenciosa sala, en verdad le había mentido, no tenía nada que hacer pero quería que se fuera… se sentía culpable, como si se estuviera aprovechando de él ya que Gin no estaba con ella…

Sumergida en sus pensamientos abrió cuidadosamente la jaula donde se hallaban un par de cobayas con las cuales iban a probar sus drogas, cogió una con cariño y le acarició suavemente el lomo, lamentaba probar sus experimentos con los animales… Miró atentamente los pequeños ojos negros del animal que también le miraba con curiosidad, sabía que ella no le iba a hacer daño. Shiho aún recordaba lo que ocurrió aquella noche, ambos sentados en aquel sofá…

Aquel calido abrazo, esos brazos que la intentaban proteger mientras ella dormía sobre su pecho en aquel cómodo sofá, sus latidos que mostraban tranquilidad, sus manos que tocaban su piel como una acaricia, aquellas palabras…

Shiho suspiró, seguía viéndole como un gran amigo pero nada más…



¿Por qué estaba enamorada de un asesino cruel que disfrutaba haciéndola sufrir pero no sentía nada por el hombre que la quería cuidar y amar? Daría lo que fuera por que su corazón sintiera algo por Gene…



El sonido de un trueno del exterior provocó que volviera a la realidad, el pequeño animal se movió nervioso en la palma de su mano, Shiho sonrió mientras lo colocaba otra vez en la jaula con su compañero. ¿Cómo que Gene aún no había vuelto?

–Vaya manera de llover… –murmuró para si misma al asomarse por una de las ventanas, tenía tanta fuerza la lluvia que derretía el hielo y la nieve del suelo, seguramente el frío de afuera subiría a causa de la humedad.

–Y que lo digas –contestó detrás de ella una voz fría y dominante que ella conocía muy bien…

Un olor, el mismo que sentía con todos miembros de la organización llegó a Shiho, pero este tenía una diferencia… El olor era mucho más fuerte como avisándola que esa persona era la más peligrosa de todas. Su corazón empezó a latir con fuerza y sus manos temblaban a la misma velocidad que sus latidos.

–¿No vas a saludar a tu superior? –soltó una carcajada, estaba de muy mal humor.

Se escuchó un gran estruendo varios pisos atrás, como si todos los materiales de cristal de una de las mesas del laboratorio hubiesen caído a la vez, contra el suelo.

<< ¿Qué ha sido ese ruido? >> Pensó Gene delante de la impresora en la cual hacía las copias de sus experimentos, a su derecha se hallaba las escaleras… ¿Sherry estaba bien? ¿Y si…?

El corazón de Gene dio un gran vuelco, mirando el reloj de su muñeca… ya era la hora.

¿Y si se había chocado con Gin?



Shiho se sintió totalmente avergonzada, al girarle se había chocado con fuerza contra una de las mesas, tirándolo todo.

–Ho–hola Gin… –no se atrevía a mirarle, inconscientemente se apartó el flequillo de su frente.

–Mírame mientras me hablas –gruñó, en verdad no le importaba pero le apetecía jugar un poco con ella, sonrió victoriosamente al ver sus ojos clavados en los suyos –. Hola preciosa.

–¿Qué haces aquí Gin? –preguntó con dolor, el golpe contra la mesa le había dañado la zona derecha de la cadera, se había ganado un buen morado.

–Eso te iba a preguntar yo –se acercó más a ella provocando que la chica se apoyara instintivamente contra la pared, olía perfectamente su colonía –. ¿Desde cuando vienes tan temprano a la organización? ¿Al final le has cogido cariño? ¿O será que tienes que hacer horas extras para avanzar aunque sea una mierda tus experimentos?

Shiho no contestó, ¿Porque Gene no llegaba? ¿Donde estaba? El se había llevado también todos sus documentos de la apoptixina. Gin se mofó observando como tenía totalmente aterrorizada a la joven solamente con su presencia.

–¿Cómo te va todo?

–Bien…

–¿Así?

–Sí…

–¿Cómo te van las relaciones con los hombres, Sherry?

–…

Gin simuló un sonido de desaprobación con la lengua mientras apoyaba su brazo, quedado así cada vez más pegada a ella. Se divirtió al ver como Shiho intentaba, inútilmente, apoyarse más a la pared.

–Ya que… –empezó a decir seriamente, acercando su rostro al de ella –. Como fui yo el que te estrenó y te enseñó ese mundo, cuando quieras llámame y yo encantado haré que no se te olvide.

Shiho finalmente le miró fijamente a los ojos, sorprendida, no se podía creer lo que estaba escuchando, ¿Qué le estaba diciendo? ¿Qué se acostase con él?

–Tiene que haberte dolido bastante ese golpe… –susurró en su oreja, colocando su mano para acariciar lentamente la cadera de Shiho, sentía como temblaba de puro terror.

¿Por qué no dejaba de hacerle daño? ¿Por qué no se alejaba de ella y le ayudaba a que se olvidase de él?

–No me toques… –murmuró Shiho, le dolió bastante decir eso a la persona que más quería, en verdad echaba de menos sus caricias, su calor... daría lo que fuera por apoyar su rostro sobre su pecho para escuchar sus latidos.

–¿Cómo has dicho? –se sorprendió al ver que Shiho le miraba con ira pero a la vez mostraba que deseaba llorar.

–… –no se atrevió a repetirlo, Gin soltó una carcajada.



–Te ha dicho que no la toques.

Shiho abrió los ojos al escuchar esa respuesta que venía detrás de la pareja mientras intentaba separarse de Gin, él se giró para saber quien se había atrevido al meterse en medio del tema.

–Gene… –murmuró aterrorizada, no podía meterse en medio de esa disputa… notó como el hombre de negro le soltaba y se dirigía hacia a él.

–¡¿Quién te crees para responderme?! –gritó sujetándole por el cuello y estampándole violentamente contra la pared, se escuchó como sus huesos crujieron –. ¡¡Tú no eres nadie para dirigirme la palabra!!

–¡Espera Gin! –Shiho apareció al lado de él para intentar apartar las manos del cuello del joven científico –. ¡¡No le metas a él en medio de esto!! –sollozó al ver que no tenía la suficiente fuerza.

–Dime una razón para que no tenga que matarlo.

–El es uno de los mejores científicos de la organización…

–No me sirve –apretó con más fuerza provocando que el joven soltara un corto gemido, le iba a partir el cuello.

–¡¿Qué quieres Gin?! –sollozó la joven al ver el rostro de sufrimiento de Gene –. ¡¡Si tienes un mal día no lo pagues con nosotros!!

–Pues cálmame esta noche en mi habitación –sonrió con suma malicia provocando que Shiho se sintiera intimidada –. Haré lo posible para no hacerte daño, te lo prometo –se mofó divertido apretando más aún el cuello del joven, si Shiho aceptaba le provocaría dolor durante esa noche como castigo de responderle.

–…

–Por favor Sherry, ¿Quién va a querer acostarse entonces contigo? –gruñó, estaba perdiendo el tiempo en ese laboratorio –. ¿Quién va a querer estar con un juguete roto?

Shiho le miró con tristeza… Se acostaría con él, pero si él la amase, todo se estaba convirtiendo en un túnel donde nunca encontraría la luz.

Pero una respuesta se mostró como esa luz que ella buscaba, sonó floja pero la escuchó…

–Yo… –Gene logró contestar con fuerza a la segunda pregunta de su superior, Shiho miró hacia un lado mientras escuchaba como Gin le soltaba. Este cayó directamente al suelo, tosiendo escandalosamente.

–Vaya chico tienes valor… ¿De verdad vas a querer acostarte con ella? –soltó una fría carcajada al ver las marcas de sus dedos en el cuello del joven. Cogió con fuerza los documentos que habían caído en el suelo.

Gene no contestó, observó como Shiho les daba a ambos la espalda.

–Entonces te daré un consejo –sonrió al cabo de unos minutos al acabar de ver los documentos –. Hazlo a oscuras, ¿Verdad Sherry?

Gene le miró sorprendido, él lo entendió pero al ver la reacción de confusión de Shiho supo que ella no.

–¿Có–cómo? –se giró para verle mejor.

–¿No te has dado cuenta que siempre lo hemos hecho a oscuras? –encendió un cigarro con la mano libre que tenía –. Era para no ver tu asqueroso cuerpo –sonrió cruelmente mostrando todos sus dientes.

–Mentira…

–¿¡Porque no la dejas en paz!? –gritó Gene aunque no se acercó demasiado, Gin le apuntaba con su pistola.

–Y tú… –gruñó rompiendo los documentos de la APTX delante de él y lanzando los trozos cerca de Shiho –. No la ayudes la próxima vez con su trabajo, puedo matarte fácilmente y que parezca un accidente.